Cinco meses para decirte adiós

*18*

Nick podía recordar perfectamente aquel instante en que golpeó el suelo.

Primero dolió la cabeza, luego el brazo. Y al final perdió el conocimiento.

No lo vio venir. No vio venir el auto.

—¡Oh, Dios mío, Nick! —Su madre lo abrazó—. ¿Qué fue lo que pasó?

—Nada, solo me caí de la bicicleta.

—No es cierto. Lo atropelló un auto —dijo su padre—. Me lo acaba de decir el médico.

—¡¿Qué?! —exclamó su madre.

—Gracias a Dios que no venía a tanta velocidad, porque si no lo mata.

—Ya. Déjenlo estar. Estoy bien. Ni si quiera me fracturé nada.

El doctor apareció con las placas.

—¿Cómo lo ve? —preguntó el padre de Nick.

—Está bien, corrió con suerte —respondió el doctor—. Le mandaré unos analgésicos y podrá irse a casa.

—Ves, ma. Tanto escándalo para nada.

El médico lo miró y dijo:

—Nick, tienes terminantemente prohibido salir sin...

—No. Ya les dije que no voy a usarlo.

—Pero, hijo —dijo su padre.

—¡Dije que no! 




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