Cinderella Story ~ El joven mosquetero

~12~

Cuando despertó se sentía cansado y al ver el cielo por lo que tenía como ventana vio que estaba anocheciendo. Además de que le dolía el cuerpo y la sangre lo había manchado todo y se había secado. Mostrando que él verdugo está vez solo medio lo toco lo suficiente para calmar a su padrastro. Y cuando intento pararse no pudo y el simple hecho de moverse lo cansaba más de lo debido.
-Despertaste- lo asustó el verdugo el cual se veía preocupado.
-Mi niño- oyó la voz de Amelie que inmendiatamente lo sentí y lo abrazo.
-¿Cómo te sientes?- preguntó el verdugo que con solo ver la cara del chico sabía la respuesta.
-Mi pequeño- dijo Amelie con lágrimas al ver cómo solo movía los ojos y respiraba.
-El señor creo que ahora sí hizo que el chico perdiera la esperanza- dijo el verdugo pensando en cómo pasaba eso cuando alguien sabía que estaba condenado a muerte.
-Mas bien toda la fuerza, la vida, la voluntad… Todo en si- contesto Amelie deseando que esto no hubiera pasado.
-¿Te gustaría hablar?- preguntó Amelie preocupada a lo que Dastan no supo responder y simplemente la miro
-El está listo para morir ya. Ya está en lo más bajo- contesto el verdugo decaído, recordando cuando llegó Gustave jalando a Dastan hace días. Y si fueron días en los que Dastan quedó inconciente, además de que en esos días Amelie y el verdugo curarlo. Aprovechando que lo que pasó también le afecto a los Musset.
-Hableme. Joven Dastan hableme- rogo Amelie.
-¿Dastan?- preguntó el verdugo sorprendido, conocía ese nombre.
-Si. Su verdadero nombre es Dastan Teyssier- contesto Amelie.
-Conoci a tu padre. Me llevaba muy bien con el- dijo el verdugo recordando a Antoine. El único mosquetero le cayó bien desde el inicio y todo gracias a su forma de ver el mundo.
-¿Que tanto paso cuando yo no estaba?- preguntó el verdugo y Amelie le contó todo, todo desde lo de la muerte de Antoine hasta lo de ahora.
-Tu padre puede que te haya hablado de mi o puede que no. Yo lo conocí cuando aún ni siquiera estaba casado. Pero bueno, me llamo Hugo Lambert- soltó el verdugo.
-El hijo de un herrero, que el destino lo llevo a ser verdugo por error- soltó Dastan decaído y muy monótono.
-Si, en resumen si- se alivio Hugo de oir la voz del muchacho. Aunque sin emociones y decaído.
-Mi padre me habló de ti como 2 veces.
-¿Cómo te sientes?- preguntó Amelie.
-Perdido. No me siento con ganas de vivir y me duele mucho el cuerpo- contesto el chico.
-Quedaste inconciente lo suficiente como para que ellos encontraran un remplazo tuyo para su beneficio- le dijo Amelie sintiendo un instinto maternal.
-Era de esperarse, se enteraron de que estoy comprometido ya con la hija del gastón.
-¿Cómo?- preguntaron ambos y el chico les contó lo de las cartas. Sin filtros y como recordaba, hasta pensar le costaba.
-¿Porque decidió hacerte todo eso?- preguntó Hugo y Dastan supo a qué se refería.
-El día anterior me desperté tarde y me atrase. Y también llegaron las cartas ese mismo día. Luego creo que no le gustó que mostrará que soy humano- contesto el tratando de recordar cuando fue la última vez que su padrastro lo vio llorar. Haciendo que recordará el día que fue el funeral de su madre.
-Mireme. No se porque le empezó a ver mal ese hombre. Si fue desde antes de su compromiso con su madre o desde que vio que usted estaría primero y el después en el corazón de tu madre. Pero algo si estoy segura le vio débil por esas cicatrices- le dijo Amelie para después darle un beso en la frente.
-Siempre ha sido así conmigo, desde el día que llegó. Me ve feo, no me gusta como lo hace. Creí que si hacia lo que el quería podría cambiar eso pero creo que empeoró la cosa- dijo el chico deseando llorar aunque se sentía seco.
-Extrañaba su voz. Aunque no me gusta este tono apagado- sonrió Amelie pensando en cuanto no había escuchado la voz el chico.
-No deberían estar aquí- contestó Dastan rogando que se fueran. Si el vizconde se enteraba el precio sería muy alto.
-Se olvidó de su existencia. El chico que tengo ante mis ojos, los Musset lo dejaron en el olvido, buscaron a otro. Lo quieren hacer una copia suya. Y corrieron con la suerte de que el chico no puede hablar, pero si oir- contestó Amelie pensando en cómo el vizconde había comprado un esclavo que se parecía mucho a Dastan, que salió barato por ser mudo. Y que de paso estaba tratando de educarlo para pasar ante los ojos de todos como el.
-Mi rostro- susurro sintiendo pena por el otro. Las cicatrices tenian un alto precio.
-Necesitan verlo bien, aunque sean contados los que lo hayan visto. Quieren que sea imposible reconocer diferencias- contestó Amelie con lo único que el otro chico temía. Las cicatrices, porque el parecido estaba presente. No eran como gemelos pero se podía engañar a todos y más porque desde hace años nadie había visto a Dastan en persona. Los últimos importantes fueron Travis y Eugene, los cuales habían marchado del pueblo por vergüenza.
-¿Cómo se las harán? Tarde mucho vendado- preguntó el chico recordando esa época.
-No sabemos, quieren algo que convenza lo necesario- contestó Hugo. El cual temía que le pedirían que hiciera el trabajo sucio.
-Quiero dormir- mostró cansancio.
-Debe de comer algo- le sonrió Amelie.
-Me duele la cabeza- siguió.
-Pero cuando pueda coma. Ahora vamos a su cama- sonrio Amelie. Pensando en cómo lo que Dastan tenía como cama era como una mesa con algo suave arriba.
-Gracias- dijo mientras lo ayudaban. Solo jamás se hubiera movido de dónde había despertado y sus visitantes se fueron preocupados. Mientras el chico dormía.

Los días siguieron pasando, con Dastan poco a poco volviendo a trabajar, pero con las mismas reglas que ya eran como una ley para el. Mientras los Musset seguían con su nueva marioneta y Dastan al ver al chico sentía pena por el. Todo gracias a las cicatrices y a como trataban de volverlo una copia de el con lo que podían.



#1726 en Otros

En el texto hay: cenicienta, mosquetero

Editado: 19.04.2022

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