Y pasaron un par de días, el danés tratando de encontrarse a Dastan para hablar a solas y Dastan evadiendolo. Tanto lo evadia que en un momento el danés lo veía y al otro se esfumaba. O si lo encontraba y todo estaba perfecto, llegaban los Musset y se lo llevaban. También en esos días el danés empezó ahora sí bien con las clases, pero siempre sin hablar o dar señales de que podía hablar. Aunque sabía algo de francés, jamás lo demostró y se hacía el mudo. Solo susurrando cuando creía que estaba solo en su idioma.
-Dastan vamos. No es difícil- sonrió Gustave tratando de que el chico pudiera usar bien una espada.
Cuánto más se oía de nuevo de Dastan las exigencias del nombre llegaban y muy altas. Gustave descubrió que su hijastro era un buen espadachín y que hasta sabía más que sus hijos, y eso que ya tenía años sin ir a clases. Complicando la cosa más y más.
-No, Dastan- siguió preocupado Gustave. Entre los que sabían, habían muchos mosqueteros que habían conocido a Dastan de niño y que sabían cuánto conocía el chico de como ser un mosquetero. Causando que al poco rato de enterarse buscar como hacer que el chico necesitará saber cosas del oficio. Y aunque también los Musset decían que el chico sufrió perdida de memoria, los mosqueteros decían que algo bien aprendido jamás se olvida.
-Dastan así no- se rindió Gustave. El jamás fue un experto con las espadas pero con lo que sabía se podía defender.
-Me rindo, descansa- se marchó Gustave dejando al chico solo.
•No soy un moster… mostetero…• Mosquetero- lo asustó Dastan, el cual había medio visto todo.
-Si- contesto el danés sonriendo al ver al chico.
•Tu no fuiste preparado para tener elegancia en la batalla• le dijo Dastan y el chico bajo la mirada.
•¿Cómo lo sabes?
•Se te ve• contestó Dastan empezando a limpiar. Recordando lo que su padre le decía de los famosos daneses y como eran como de otro mundo.
-Klaus- se presentó el danés.
•Deberias ya de saber mi nombre• dijo Dastan limpiando. Si lo veían limpiando podía estar con Klaus más tranquilamente.
-Dastan- sonrió Klaus.
•Has como si no habláramos.
•Lamento lo de tu padre, debió ser un gran hombre. También lo de tu madre. Lo de ese loco y sus hijos• tomo un libro Klaus y lo abrió.
•¿Que haces en Francia?
•Antes vivía en Inglaterra. Pero quedé huérfano y me trajeron como esclavo.
•No eres de espadas.
•No, en sí es la primera vez que manejo una como tal. Antes solo arco y dagas o cosas para lanzar• admitió Klaus.
•¿Porque te haces el mudo?
•¿Porque te escondes de todos?• le contesto y hubo un silencio. El cual no se sintió incómodo, solo fue un silencio sencillo.
•¿Tu apellido es taisare?• preguntó Klaus tratando de decir bien el apellido que apenas había conocido y oído. Y más porque los Musset no lo sacaban para nada de la casa, según porque aún no estaba listo para salir.
•Teyssier y si, ese es mi apellido• contestó Dastan concentrado, mientras Klaus se iba a sentar.
•Al ver este lugar siento que alguien metió lo más lujoso que encontró. Olvidando que se debe de tener aquí algo más normal• dijo jugando con una figurita que encontró en una mesa Klaus.
•Todo lo extraño es de Gustave, antes era más acogedor el lugar• Admitio recordando en cómo era el lugar antes.
•Debio ser hermoso• trato de imaginárselo Klaus.
•Lo era• sonrió Dastan.
•¿Sonreiste?
•No te acostumbres.
•¿Cómo sabes mi idioma?• preguntó Klaus deseando una respuesta.
•Parte de mi educación fue aprender varios idiomas• contestó Dastan pensando en cómo ya tenía tiempo sin hablar el francés bien y aún más sin hablar el resto de idiomas.
•Ese trío no sabe más que frances• no entendió Klaus como podía saber el chico su idioma, cuando ese trio de idiotas solo hablaban francés. Haciendo que Dastan se riera.
•Mis padres me enseñaron• respondió entre risas.
•Sera mejor que me marche. No hay que levantar sospechas• se levantó Klaus dejando el libro en su lugar.
-Adios Dastan- se despidió en francés y se marchó. Dejando a Dastan solo, limpiando el lugar.
Y de ahí ellos hablaban cada ciertos días, pero con platicas cortas. Con Klaus hablando más que Dastan y sacando la conversación. Además de que eran prácticamente en danés con pequeñas partes en francés, lo que también los beneficiaba porque nadie hablaba danés en la casa más que ellos. Pero eso sí distanciados y sin llamar la atención. Klaus seguía aprendiendo ser el otro chico y el otro le ayudaba dándole consejos. Mientras Dastan limpiaba o veía que hacer para no ser regañado. Cuando se veían con más gente, se comportaban como desconocidos y solo Dastan se veía que no pasaba nada. Mientras Klaus deseaba hablar con alguien y el era la única opción posible.