-Regresa antes de que ellos lo hagan- le demandó Gustave a su hijastro cuando el estaba terminando con el caballo.
-Si mi señor- aceptó el chico, para después motar el caballo de una forma que a Gustave le sorprendió y marcharse en cuanto ya estaba arriba de este.
-Gracias Amelie- sonrió el chico cuando ya estaba adentro del bosque rumbo al lago.
Pero tuvo que parar cuando llegó donde estaba o debía estar el río. Ya que el rio se había movido y dejado la zona enlodada.
-So- calmo al caballo que traía, el cual era hijo de uno de los que tomo cuando tenía 8.
-Tranquilo, esto no lo logras pasar tan facil- siguió Dastan viendo lugar.
-Debe de haber un puente o bueno lo que queda de el. Veamos si corremos suerte, si no hay que avanzar un poco más hasta encontrar unas rocas donde también podríamos pasar- dijo el chico y siguieron el camino hacia donde debía de estar el puente.
Y estaba el puente a medias, por lo que el chico decidió buscar otro lugar para cruzar y al poco rato lo encontró. El lugar en sí eran las rocas que recordaba, las cuales seguían como si nada y al observarlas descubrió que no se moverían para nada. Por lo que decidió cruzar por ahí y seguir su camino al lago. Sintiendo más libertad que antes y más porque no tenía tareas o porque los Musset no estaban molestándolo.
-Llegamos, descansaremos en lo que lleno esto y veo si encuentro algo- sonrió al ver el lago y fue hacia el.
Primero empezó a llenar de agua los botes. Luego decidió dejar que el caballo descansará mientras el buscaba lo demás. Y por último descansar, cargar al caballo e irse. Pero cuando empezó a marcharse para buscar algo de comida oyó que algo se acercaba y si no se equivocaba era otro caballo.
-Que buen caballo tiene- sonrió el dueño del otro caballo. El cual el chico sentía familiar.
-Gracias señor- contesto el chico deseando que se fuera.
-Me recuerda a uno de un mosquetero- siguió el hombre bajando del suyo, pero no consiguió respuesta.
-Cumple con lo necesario, aunque no se ve que tenga la vida que merece- siguió viendo mejor al caballo y medio al chico.
-¿Es suyo?- preguntó el hombre deseando una respuesta.
-No, es de mi señor- contesto Dastan dolido. Gustave para suerte del chico le dejo entre sus actividades diarias limpiar y darle de comer a los caballos, lo que hizo que se encariñara con ellos y ellos con el.
-¿Su señor es un mosquetero?- pregunto el hombre aunque ya sabía con quién hablaba.
-No, pero el esposo de su difunta esposa lo era. O eso oi- contesto el chico sintiendo aún más dolor.
-Puede que ese sea el motivo ¿Quién es tu señor Pierre?- preguntó el hombre sonriendo.
-Creo que usted ya sabe la respuesta, capitán- contestó Dastan mostrando que también sabía quién era.
-Te me haces muy interesante hijo. No todos a tu edad pueden hacer lo que haces y eso que solo he visto algo muy pequeño- siguió el capitán acomodándose.
-Los hijos de mi señor deben de estar buscándolo en el pueblo- susurro Dastan para si.
-¿Que dijiste hijo?- preguntó el capitán y al verlo. El chico supo que no se movería de aquí.
-Mi señor lo busca- contestó el chico.
-De seguro para que hablemos de algo que por lo que veo jamás le llamo. Si le pregunto algo respecto a los Teyssier, me dará lo que he oído que hace. Nunca responde y si responde no es algo bueno- siguió y el chico sonrió soltando una ligera risa.
-Pense que no reías. Bueno en sí desde que te conozco no te he visto alguna emoción- sonrió el capitán feliz de su logro.
-Soy humano capitán.
-¿Tu señor fue quien te hizo para que fueras así?
-El no fue el que inicio esto- admitió el chico cerrando los ojos.
-Reiste hace rato, luego dijiste algo triste. Pero sigues hablando muy monótono.
-Costumbre creo.
-¿Porque te escondes?
-No merezco siquiera que me vean y menos alguien como usted.
-No lo creo. Me has demostrado todo lo contrario, yo no merezco conocerte.
-¿Porque dice eso? Solo soy un simple muchacho que sirve a un vizconde.
-Mas bien eres un muchacho que sirve a un simple vizconde. Siento algo en ti, pero no se porque.
-Si supiera todo lo entendería.
-Cuentame.
-Capitan, creo que ya llevo mucho tiempo aquí. Mi señor me pidió que regresará rápido y creo que no podré cumplir su pedido- evadió la pregunta.
-Y se me hace que tú señor espera que hoy sus hijos me encuentren, no yo a ti.
-Asi es capitán. Lo buscan en el pueblo.
-Me aburre su presencia. Todos ellos son aburridos y el único que puede solucionar eso es mudo y perdió la memoria.
-Debe de ser feo eso.
-Feo se queda corto. Todos esperan mucho de ese chico y también, no creo que el vizconde pueda educar bien al chico. El chico estuvo acostumbrado por años a aprender a ser un mosquetero. Y el vizconde jamás demostró interés, si supiera hacer algo aparte de mostrar su fortuna. Que no es suya, me sorprendería- dijo el capitán viendo al lago. El como varios de los mosqueteros huían mucho de los Musset.
-Mi señor cree que todas las desgracias de esa familia pueden ser por esa vida- contesto Dastan pensando en cómo trataban de hacer como si los mosqueteros no existieran.
-No me sorprende. El hombre muere por ser mosquetero, el chico sale herido por ello y luego la mujer por enfermedad. Las desgracias siguen a esa familia y luego hay que sumarle que el vizconde jamás entendería todo lo que fue antes de el, todo.
-Mi señor hace lo que puede- defendió Dastan a su padrastro pensando en cómo su vida antes era de lujos y poder. Además de que se sorprendió de defenderlo.
-No se muy bien que piensas, sin emociones se me complica. Pero me doy cuenta que le tienes como odió, no lealtad.
-No es odio- susurro el chico. Aunque no sabia bien que pensaba de su padrastro, sabía que no era odio. Nunca ha sentido odio por nadie y menos alguien como Gustave.
-Que bien, personas como el no merecen el odio de los demás. Solo logras que se sientan más.
-Tengo cosas que hacer y se me hace tarde- repitió el joven viendo el sol.
-¿No te gustaría cambiar de señor? Dudo que seas su esclavo, puedes cambiar de señor- le ofreció el capitán dejando al chico sin saber que hacer.
-No me siento capaz de aceptar esa oferta. Pero aún así gracias- dijo el chico tratando de evitar llorar cerrando los ojos.
¿Podía dejar todo? Dejar la casa donde se crío, a sus seres queridos, en manos de los Musset.
-La oferta sigue en pie y Pierre si necesitas algo búscame- sonrió el capitán.
-Mi señor espera que hoy vea a sus hijos y mañana mi señor estaría encantado de verle en casa- soltó el muchacho.
-Ire al pueblo entonces y veré si ellos pueden hallarme. Si no pasado iré a verlos y espero verte- acepto el capitán.
-Dudo que pueda encontrarme. Tengo muchos deberes que hacer.
-Hay veces en que siento que de todo ese lugar eres el único que puede entenderme con totalidad. Dastan se ve peor que los Musset- dijo el capitán preparando todo para marcharse.
-Por lo que oí el chico perdió la memoria. Puede que un día logré recuperarla.
-Yo siento que hay algo más, pero bueno… adiós Pierre fue un gusto encontrarte. Prometo que no saldrá nada de lo de hoy, bueno en si no nos he delatado- sonrió el capitán y monto su caballo.
-Gracias capitan- se despidió Dastan y el capitán se marcho, dejando al chico con dudas y sin moverse unos instantes. Instantes que se cortaron cuando recordó que tenía trabajo y se apuro. Rogando que el capitán encontrará a los chicos y que los distraigan lo suficiente como para que no llegarán antes que el.
Pero aún así el se apuro al buscar la comida y encontrando moras, flores y hiervas comestibles. Para después rápidamente regresar a casa.