Y casi un mes paso de eso, mientras la clase de Renoir seguía un día cualquiera, Dastan optó por limpiar la biblioteca. La cual estaba entre sus obligaciones y también necesitaba un lugar para pensar.
Lo que hizo que al empezar a trabajar las lágrimas corrieran por sus mejillas y si aparecía su padrastro estaba seguro que no podría ocultarle su pesar para nada. Ni aunque lo intentará, por lo que rogó que el no apareciera.
-Por eso digo caballeros que es necesario cambiar todo de nuevo. Eric no tiene remedio- soltó el profesor Petit a sus compañeros cuando entraron y el chico se congelo. No sabía que hacer sería la primera vez que estaría en el mismo cuarto con alguno de ellos y sin alguien que le pueda causar problemas, desde lo del te y las galletas.
-No creo que se pueda hablar así de eso- dijo asustado Moreau.
-¿Porque?- preguntó Petit y tanto Cluzet como Moreau señalaron a Dastan.
-Que grata sorpresa Pierre. Ya tenia mucho que no te podía saludar- sonrió Petit deseando que el chico cooperará, cosa que se veía que iba a costar. Si es que se lograba concretar.
-Pierre buenos dias- sonrió Moreau entrando al plan de Petit.
-¿Hoy te toco aquí por lo que podemos apreciar?- preguntó Cluzet casi obligado a entrar al juego de sus amigos. Casi porque también tenía curiosidad en ver qué pasaba y que respuestas daba el chico.
Y así tardaron un rato, ellos tratando de entablar una conversación con Dastan y el intentar calmarse y sin contestarle a ese trio. Aún cuando deseara hablar con ellos bastante.
-De seguro sabes que es de mala educación no contestar- demandó Cluzet serio al ver cómo el chico ni intentaba mostrar que les ponía algo de atención.
-Bastante mala educación diría yo- le siguió Petit serio, deseando hablar con el chico que defendió a Gustave muy educadamente y a la vez de una forma que mostraba que había algo más en la relación de ese par.
-Habla hijo- insistió Moreau, pero con la misma respuesta, ninguna.
-Pierre ve a otro lado, más tarde regresa y termina aquí. Aunque para mí este lugar está impecable- demandó Gustave asustando a todos, haciendo que el chico ahora sí no supiera que hacer.
-No lo repetiré, no te quiero por aqui- demandó, y Dastan como respuesta asintió y se marcho.
-Deben de dejarlo solo, ya vieron que no desea hablarles. Dejenlo en paz- soltó Gustave y se marcho hacia donde su hijastro fue. Dejando a los maestros con más preguntas que respuestas.
-¿Que te dije de esto?- le tomo el brazo a Dastan cuando lo encontró, haciendo que esté volviera a llorar.
-Contesta- le apretó el brazo.
-No hice nada, lo prometo. Ni les contesté nada- soltó el chico tratando de evitar mostrar su malestar.
-No te creo- lo atrajo hacia él quitándole la capucha por el movimiento.
-Dilo ante mis ojos- demandó Gustave serio.
-Mis... Labios... Estaban... Sellados... Mi señor- dijo sintiendo el rostro húmedo.
-Ni mis hijos tienen el permiso de llorar. Así que tú deberás de no mostrarme esto, tú ni mereces tener sentimientos.
-Lo siento.
-Mirate- le tomo la barbilla y vio su lado malo.
-Eres un monstruo, tu no mereces nada, mereces vivir en la calle o hasta morir. No se porque te sigo dejando estar aquí... Puede que sea porque me resultaste útil al final después de un poco de ayuda. No se- le soltó serio haciendo que el chico cerrará los ojos y bajara un poco el rostro.
-Me darias pena, pero sinceramente me da igual tu miserable vida. Vuelve a trabajar y tapate esa cosa que tienes como rostro- lo soltó y el chico se puso la capucha y corrió para desaparecer de su padrastro.
-Vuelvan a trabajar- demandó Gustave a todos los sirvientes que estaban presentes.
-Que vuelvan a trabajar- demandó enojado y todos volvieron a lo que estaba haciendo. Y demostrando que gracias a lo que pasó en la biblioteca no se encontraba de buenas para nada.
Cuando Dastan huyo de su padrastro sin pensarlo fue directo a los establos donde se hizo bolita y empezó a llorar. Y lloro hasta que quedó inconciente, despertando hasta muy entrada la noche, con la cabeza adolorida y sintiendo las secuelas de tanto llorar.
-¿Y si me marcho de aquí?- soltó al aire viendo a los caballos.
-Se que se los prometí a todos, pero ya no aguanto. El... No se cómo aguantar mas- bajo la mirada.
Pudo aguantar por años a su padrastro y todo lo que conllevaba eso. Aún cuando una parte de el le pedía que se marchara y buscará a los que concideraba sus tíos. Pero siempre ganaba esa parte que le decía que se quedarse y que aguantará todo por sus padres y la vida que perdió hace tanto que la sentía como un sueño o deseo lejano. Y aunque al inicio intento mejorar su situación, con el tiempo ya no sabia que más hacer y hasta perdió la fe, haciendo que cada día se sentía más una sombra de lo que era antes y quería ya salir de eso.
-Ayudenme- soltó con los ojos cerrados como rezando. No sabía a quien le pedía ayuda, solo sabía que quería que alguien le ayudará.
Y se quedó un rato así hasta que ahora sí se quedó dormido.