La semana siguiente Jules evitaba tanto a su padre y a su hermano, tanto que ya no se encontraban. O si lo hacían, Jules simplemente se iba por otro camino. Hasta a las clases simplemente asistió a una de cada una. Si alguien le quería hablar, también se marchaba incluyendo a Dastan, Amelie y hasta a Klaus. Haciendo que todos se preocuparan.
En las mañanas se iba muy temprano a caballo, tanto que nadie sabía a qué hora iba y regresaba a casa después de la hora de comida. Para después encerrarse en su cuarto el resto de la tarde y dormir ahí también. Haciendo que fuera aún más imposible encontrarse con el.
Aunque el único que pudo saber lo que pasaba era Dastan, ya que hubo un tiempo en el que él hacía algo similar. Llenarse tanto de trabajo y esconderse que nadie lo podía encontrar. Si se encontraba con alguien simplemente ni ofrecerle una mirada.
Sabía que el motivo de todo eso era o su madre o lo que Amelie al par de días le contó, preocupada. Lo que hizo que un día esperara que Jules llegará de su paseo, tranquilamente en el establo. Todo mientras los demás seguían con sus vidas, un día que su padrastro no lo viera en la comida dudaba que sería un problema y más en estos días.
-Jules- lo saludo cuando estaba dentro del establo, mientras el estaba cerca de la puerta. Pero solo consiguió nerviosismo de su hermanastro.
-¿Me podrías seguir?- pidió y de nuevo silencio.
-Tomare eso como un si, sígueme. Si no me sigues veremos si soy capaz de atraparte- le advirtió, salió del establo y empezó a caminar un poco. Para después volterse y ver a Jules siguiéndolo decaído, lo que hizo que rogara que su plan funcionará y siguió caminando a su destino.
-Se como te sientes, yo hace unos años estaba igual que tú. Creo que ya sabes a qué me refiero- empezó recordando su pasado.
-Bueno, el punto es que... Me preocupas, bueno nos preocupas a varios- dijo cuando ya visualizaba la puerta.
-Jules- paro cuando llegaron, no quería abrir esa puerta. Sería la primera vez que vería el lugar con tanta luz que podría ver todo lo que había ahí adentro.
-Entremos- se obligó a abrir y al ver el lugar, no sabia que hacer.
-Tu cuarto- dijo Jules sus primeras palabras de está semana que no eran susurros. Estaba sorprendido, el espejo roto, la sangre de tiempo en el piso, el lugar se veía que tenía años de no sentir el sol de esa forma. Pero se veía algo limpio y ordenado.
-Cuando tu padre me trajo aquí, prácticamente quería hacerme sentir tan mal que le encantaba venir a verme todos los días, solo para restregarme todo lo que perdí y en qué me convirtió. Eso con el tiempo se hizo tan distante que me di cuenta, que ahora yo era el que me lastimaba.
~Fueron años, años en los que esté lugar se mantuvo tan oscuro que me hacía sentir tan mal, que empezaba ahora a huir de aquí y eso que no veía nada. Esté lugar lo odiaba porque me hacía sentir mal y ahora al verte... Me doy cuenta que tú estás igual.
-No entiendo- admitió Jules admirado por el lugar.
-¿Cuántos días llevas sin comer bien? O de plano sin comer- pregunto Dastan y cayeron lágrimas de los ojos de Jules.
-Se seguro desde el domingo, en el desayuno- contesto Dastan, todo gracias a que Amelie le mantenía informado y el era quien atendía a su padrastro en las comidas.
-¿Cuál es tu punto?
-No quiero que termines como yo, mira este lugar. Mírame, puede que me veas diferente a la realidad, como todos. Pero la verdad otra- dijo tomando la mano de Jules y la paso por sus clavículas. Tan marcadas que eran prácticamente imposibles de evitar que se noten. Y no solo eran estás las que se podían sentir. Prácticamente podría haber hecho eso en cualquier parte de su cuerpo, pero esas para el eran algo tranquilo.
-Jules, lo que tú estás pasado. Yo lo pase por años, luego con tu padre y Eric la cosa era peor. Habían veces en las que ellos no me dejaban comer o simplemente querían hacerme sentir peor que nada.
~Por eso tú tienes una ventaja, Gustave te ama. Puede que sean diferentes ambos, tan diferentes que sabes que esperar de el porque lo conoces, pero el no sepa porque te alejo- dijo pero al ver que Jules se empezaba a marear lo ayudo a sentarse.
-Gracias.
-Procura no desmayarte, pesas más de lo que yo puedo aguantar.
-Me duele la cabeza- se quejo.
-Es normal, no has comido bien en días y de seguro has forzado a tu cuerpo, además de claro no descansar bien- se sentó a su lado.
-Ya no puedo mas- dijo Jules sintiendo como todo su cuerpo le exigía descansar.
-No te duermas Jules, no te duermas- le pidió Dastan asustado, pero no lo escuchaba y cerró sus ojos. Dejando a Dastan preocupado e inmediatamente corrió por ayuda, con lágrimas en los ojos.