Círculo de venganza

Cap. 4.- El señor de la muerte

-- Nueva York, 25 de septiembre de 2018 --

Dentro de la casa Spector existía un cuarto con una particularidad muy extraña: era una habitación sintiente que tenía vida propia. Esta habitación se encontraba en el edificio más alejado de la mansión; y cuando Reese se dio cuenta de esa existencia, simplemente la relegó al olvido por considerar que no le sería de utilidad y la dejó a la intemperie.

Sin embargo, habría alguien que la rescataría de la decadencia para sus propios propósitos.

Al amparo de la noche, el joven se acercó al edificio que originalmente había sido pensado para ser una cripta familiar mirando a su alrededor, tenía la forma de averiguar si lo estaban siguiendo sin llamar la atención, pero aún así ninguna precaución estaba de más. Iba vestido de forma casual: jeans de mezclilla, camisa blanca, zapatos de vestir y una chaqueta de cuero negra; y llevaba una mochila de maletín colgada del hombro. Era alto, de constitución menuda, piel morena y cabello negro; sus ojos oscuros recorrían el lugar mientras avanzaba hasta llegar al edificio, una vez allí apoyó las manos en la puerta y susurró:

—Soy yo, Lily, abre la puerta.

La puerta se abrió accediendo a su petición y el hombre entró rápidamente, recorriendo ahora el interior de la habitación con la mirada. Lo que antes era una fría y polvorienta estancia se había convertido en un agradable sitio decorado con un tapiz simulando piedra, una pequeña sala, una mesa larga de comedor rodeada por seis sillas y estantes repletos de libros con todo tipo de temas, además de una cocineta empotrada en una esquina y una alacena donde se guardaban diversos muebles. El muchacho se sorprendió de haber sido el primero en llegar y dejó la mochila sobre la mesa disponiéndose a preparar algo en la cocineta.

Su nombre era Carter, y era el primero de los hijos de Reese.

*****

- 6 de mayo de 1992 -

Reese daba vueltas de un lado a otro fuera de la habitación que compartía con una de sus esposas mientras esperaba. “Esto no debió pasar”, pensaba con cada vuelta que daba. “Debió haberse cuidado mejor. Debimos cuidarnos mejor”. Un alarido de terror retumbó por toda la casa y antes de que Reese entrara a la habitación la puerta se abrió. El ama de llaves, una mujer llamada Meridian, salió. Era una mujer canosa de piel lisa que parecía tener todos los años del mundo, con facciones afiladas que le daban un aire de mujer estricta a pesar de los coloridos pero sobrios vestidos que usaba. La mujer dirigió a Reese una mirada de reproche y anunció sucintamente:

—Fue un bebé sano.

Dicho esto, se fue. Reese entró a la habitación y lo primero que llamó su atención fue el cadáver momificado al lado de la cama, después dirigió su mirada al lecho, donde Alexandria reposaba con un bebé dormido en brazos. La mujer se dedicaba a arrullarlo torpemente mientras tatareaba una canción de cuna.

—Hay que deshacernos de eso —dijo Alexandria sin mirarlo.

Reese tardó unos segundos en comprender que se refería al cuerpo de la mujer que había tenido el infortunio de tomar en brazos a su hijo, y asintió.

—Me encargaré de ello —dijo.

Fue entonces que Alexandria lo miró. Sus ojos brillaron acusadoramente y dijo:

—¿Qué haces ahí parado? Ven a ver a tu hijo.

“No estoy listo para esto”, pensó Reese mientras se acercaba a la cama. “Ninguno de nosotros los está”. Sabía que con el primero vendrían otros más, y ahora no quedaba nada más que pudiera hacer. Nada más que recibirlos y prepararlos para que fueran sus herederos.

*****

El pequeño Carter recibió todos los privilegios que le correspondían como primogénito. Sin embargo resultó ser un niño tranquilo y sereno que no solía causar problemas; no lloraba mucho y de no ser por las excesivas atenciones que Reese y Alexandria le dedicaban cada que aparecía nadie se hubiera dado cuenta de su presencia.

Tal parecía que el rey estaba encantado con su primer hijo, a tal grado que dispuso que el pequeño sería intocable. El niño no podía ser herido de ninguna forma, los sirvientes estaban obligados a obedecer sus órdenes y ningún habitante de la casa, incluyendo a sus madrastras, podía tocar a Carter. Cualquiera podía pensar que, dadas las circunstancias, el chico crecería siendo un niño arrogante y malcriado, pero la realidad fue otra: era amable y trataba con gentileza a los demás, de tal suerte que se ganó el cariño de todos aquellos a su servicio. Las atenciones de su padre fueron siendo más escasas en los años venideros, al contrario de las de su madre, que se mantenían igual.

—Tienes los rasgos de tu abuela —solía decirle algunas veces. Después su mirada se ensombrecía para añadir—. La odiaba, pero en ti su aspecto resulta adorable.

Carter había visto una foto de su abuela con anterioridad y lo único que tenía en común con ella era la piel morena y los ojos oscuros, por los demás había heredado casi todo de sus padres, por lo que no entendía porque ella le decía algo así y con el tiempo dejó de darle importancia, sobre todo porque sus responsabilidades le demandaban toda su atención y no podía preocuparse por nada más que no fuera relevante. En cuanto tuvo la edad suficiente para andar de pie sin perder el equilibrio, Reese comenzó a entrenarlo para que supiera pelear.

—Algún día heredaras el reino de la muerte —decía—. Tienes que estar preparado para ello. Tienes que aprender a defenderte.

A Carter no le llamaba la atención el arte de la guerra, pero aún así aprendió diligentemente y con rapidez. Él no era tonto, era consciente del desprecio con el que los delegados del inframundo lo miraban, sabía que odiaban a su padre y ese odio se extendía a él también pese a que apenas era un infante que no podía hacerles ningún daño. No dudaba que todos aquellos que iban jurando lealtad a su padre lo asesinarían a la primera oportunidad, por eso se esforzaba en practicar todo lo que aprendía; porque sabía que llegaría el día en que lo necesitaría. Su verdadera pasión era la lectura, y le encantaba quedarse leyendo por horas, disfrutaba del tiempo que pasaba en la biblioteca acompañado por Gunther, el mayordomo que servía a su familia desde antes que su padre naciera.



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En el texto hay: misterio, sobrenatural, venganza

Editado: 04.01.2024

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