-- Nueva York, 22 de octubre --
Raven se agitaba en un sueño inquieto.
No era la primera vez que visitaba sitios desconocidos para ella en el mundo de los sueños, pero esto era distinto: se encontraba en lo que parecía ser un salón antiguo y oscuro, donde no había puertas ni ventanas y las paredes eran de un tono pálido, similar al de un pergamino viejo. La incómoda sensación de no estar sola dentro de ese sitio tan opresivo le invadió y sus ojos verdes recorrieron la estancia con aprensión; una luz apareció iluminando brevemente la habitación para después sumirla en la penumbra.
—¿Hola? —llamó la chica.
Se sintió estúpida al instante. En las películas siempre había silencio tras esa pregunta, y aunque tampoco podía decirse que esto fuera la vida real, no esperaba que pasara algo realmente importante… pero pasó: al contemplar una de las paredes, Raven vio a una chica recargada en ésta, y dio un respingo ya que ella no estaba allí antes… ¿o sí? Que no la viera hasta ese momento no significaba que no estuviera allí desde el principio, ¿verdad?
—Ten cuidado —dijo la recién aparecida con un suave acento japonés.
La pelirroja la observó con detenimiento. Era delgada, de largo cabello color caoba que llevaba suelto y que acentuaba la palidez de su piel, las facciones delicadas de su rostro y sus ojos claros. Llevaba un sencillo vestido negro que le llegaba hasta la rodilla, una chaqueta de cuero negra y botas altas. La chica abrió la boca diciendo algo más en el momento que un extraño zumbido llenó la habitación, impidiendo a Raven escuchar sus palabras, al tiempo que la luz llenaba su campo de visión devolviéndola al mundo real.
—¡Raven! ¡Despierta!
Lyra estaba sobre ella sacudiéndola levemente con preocupación, provocando que Raven se incorporase de golpe al creer que había pasado algo.
—¿Qué? ¿Qué pasó? —preguntó.
—Era justo lo que iba a preguntarte —dijo Lyra—. Estas hecha un desastre y me costó un mundo despertarte.
—Tuve un sueño muy extraño.
Raven se frotó los ojos y se levantó de la cama. Al verse en el espejo, notó su cabello enmarañado y suspiró; pensando en que le iba a costar un mundo desenredarlo, pero eso no era importante en ese momento. Entonces, de la nada, miró a su hermana con el ceño fruncido.
—No me despertaste solo para ver cómo estaba, ¿verdad? —inquirió.
—No —dijo Lyra, sonriendo—. Tenemos una reunión.
*****
—Es una broma, ¿no?
Carter negó con la cabeza. Raven miró a sus hermanos en busca de algún indicio de que hacían un chiste, pero no la hubo: Anette y Gareth permanecían serios mirando la mesa y Kyle miraba por la ventana, vigilante.
—¿Con la de cosas que se nos vienen encima su preocupación es una piedra? —soltó Raven.
—Es que se trata de algo más que una piedra —dijo Anette—. Mírala con atención.
Raven se acercó a la mesa, donde descansaba una piedra marrón de bordes irregulares. Era inusualmente grande, pero más allá de eso parecía no tener nada destacable… un momento, había algo: sobre la superficie rugosa se distinguieron una serie de líneas rectas, muy rectas como para ser naturales y se dio cuenta de qué se trataba.
—Esas son palabras —dijo al fin.
—Sí —dijo Gareth.
—Y están en latín.
—Sí.
—Y no podemos tocarla.
—No.
Esa piedra era en realidad una bomba de presencia, la cual era capaz de materializar una legión de espectros caóticos con solo ser tocada. Realmente iban en serio con eso de querer matarlos… aunque había una cuestión en el aire: ¿Quién la había mandado?
—Los magos de Kaosa no pueden hacer eso —dijo.
—No —coincidió Lyra—. Y tampoco hay rastros de magia primigenia.
—Y se resiste a la telequinesis —dijo Carter.
Raven volteó hacia Kyle, que seguía con la mirada pegada a la ventana; como si algo afuera ocupara su atención de manera más apremiante que la roca sobre la mesa. La chica se acercó a él para ver que era tan interesante y se asomó; en el exterior una horda de espectros con aspecto decadente rodeaba la casa desde la acera, expectantes. Su ansiedad podía olerse a kilómetros y eso era lo que mantenía tenso a Kyle, que veía una trampa doble materializándose ante sus ojos.
—Están esperando —dijo—. Intentarán entrar en cuanto la bomba se active.
Kyle volteó hacia Carter y Lyra con gesto serio y preguntó:
—¿Qué vamos a hacer?
Los mayores intercambiaron, una mirada consultándose entre sí el siguiente paso a dar. Cuando parecieron estar de acuerdo Carter anunció:
—Voy a salir fuera. Kyle, tú y Gareth vendrán conmigo mientras las chicas se encargan de la cosa en la mesa.
—Bien.
Gareth estaba pálido pero asintió con resolución. Los seres de afuera eran almas atrapadas dentro de cuerpos putrefactos y él era el más capacitado para desvanecerlas, pero aún así tenía miedo. Kyle volteó a verlo con los ojos púrpuras, sonriéndole con calma a pesar de estar canalizando su miedo.
—No te preocupes, Carter y yo te protegeremos —dijo.
Gareth asintió de nuevo y los tres salieron. Las chicas las siguieron con la mirada hasta que cruzaron la puerta y después voltearon a la mesa, observando la piedra.
—Bien… ¿quién quiere hacer los honores? —dijo Anette.
—Yo lo haré —dijo Lyra—. Escuchen atentamente, esto es lo que vamos a hacer.
*****
—Gareth, quédate en el centro. La entrada de Limbo se encuentra paralela a ese punto por lo que te será más fácil conectar con el Nexo.
El menor asintió con la indicación de su hermano mayor. Carter volteó hacia el extremo más alejado de la casa, donde se encontraba Kyle con gesto serio y los ojos aún púrpuras.
—¿Sabes qué hacer? —le preguntó.
Kyle levantó la mano alzando el pulgar. En ese momento, los espectros se abalanzaron sobre el lugar cruzando la verja en una estampida letal. Carter se arrodilló en el suelo, manipulando la composición molecular del mismo; con lo que la primera horda se hundió hasta la cintura como si hubieran pisado arenas movedizas y fueron pisoteados por sus compañeros. Gareth juntó las manos murmurando algo en ruso y los espectros maltratados se desvanecieron.