Círculo de venganza

Cap. 7.- Ajuste de cuentas

-- Tokio, noviembre de 1877 --

El hombre corría por una calle solitaria. Su uniforme del ejército estaba rasgado y manchado de sangre; con su brazo derecho sujetaba su brazo izquierdo, que colgaba lánguidamente y del cual rezumaba un líquido rojo.

Había perdido sus armas, y por eso huía. No tenía pensado morir; había sobrevivido por poco a la rebelión de Satsuma, se había salvado por poco de la ejecución luego de dejar el campo de batalla y al contrario de su señor, Sato Yamamoto, no marchó a buscar a los pocos traidores que permanecieron en la provincia mientras su causa fenecía.

Había sobrevivido a tantas cosas como para permitir que ese ángel de la muerte convertido en mujer le quitara la vida.

—¡Tú vendiste a los clanes traidores! —le acusó la chica antes de atacarlo.

Claro que eso era relativo, pensaba el hombre. Él solo había dado información  a quienes lo pedían, no era tanto como venderla. Para la chica, sin embargo, era diferente. El hombre se detuvo a mitad de la calle. Una figura de negro se había materializado frente a él cerrándole el paso, por un momento lo único visible en ella fueron sus ojos azules hasta que un pálido fulgor reveló sus armas. El hombre entró en pánico al verla.

—¡Yo no fui! —exclamó, retrocediendo—. ¡Yo no vendí al clan que te interesa!
—¿Qué has dicho? —increpó la figura.

El hombre se permitió esbozar una leve sonrisa.

—No juegues conmigo, mujer —dijo—. Todos saben de ti, eres la que quedó viuda antes de casarse.

El hombre prorrumpió en sonoras carcajadas que se convirtieron en alaridos de dolor cuando la mujer se abalanzó sobre él encajándole las cuchillas que portaba. Ambos cayeron al suelo y la mujer retiró una de las cuchillas para apoyarla en su cuello, de modo que un solo movimiento bastaría para cercenarlo.

—Dime lo que sabes —demandó—. ¡Ahora!
—¿De verdad quieres saberlo?—preguntó el hombre—. Puede ser que no te guste la respuesta.

La mujer presionó haciendo un leve corte en el cuello, harta de sus evasivas, y el hombre soltó un gemido de dolor.

—¡Esta bien! —exclamó—. ¡Está bien! No soy yo el que buscas, yo no hice nada. Pero el que lo hizo era alguien cercano a ellos.
—¿Quién?
—No lo sé, pero era muy cercano. Lo que te estoy diciendo es que el clan Higurashi tenía un traidor entre sus filas. ¿Ya estás contenta, Sachi Tanabaka?

Sachi apretó los dientes con rabia y degolló el cuello del sujeto. Ahora que había admitido conocer su identidad, no podía dejarlo con vida o de lo contrario la pondría en evidencia y eso sería muy problemático. Escuchó pasos acercarse y en ese momento dos policías se acercaron a investigar lo que ocurría alertados por los vecinos que habían escuchado los gritos del muerto. Sachi salió corriendo antes de que notaran su presencia y se fue de ahí.

*****

La familia Tanabaka se había asentado en una amplia casa situada en una de las calles más concurridas de la ciudad de Tokio. Era una de las pocas familias ninja que había permanecido intacta desde el periodo Sengoku, y sus líderes habían sido tanto fieles servidores como hábiles estrategas, era por eso que sus consejos eran solicitados por diversos gobernantes.

Tokutato Tanabaka era miembro de la corte del emperador, por lo que a Sachi no le sorprendió ver algunos guardias imperiales fuera de su casa, rodeando la construcción que flanqueaba la entrada de la misma: un arco de dos columnas con dos travesaños perpendiculares en la parte superior de color bermellón. Al lado de cada columna se encontraba una estatua de un zorro, uno masculino y uno femenino. Ambas figuras plasmaban al animal sentado con una joya y una llave, lo cual convertía a la casa en un modesto santuario al dios Inari.

La presencia de los guardias era un contratiempo para Sachi, puesto que no podría entrar por la puerta principal sin levantar sospechas, por lo que decidió entrar por la puerta trasera, avanzó con sigilo hasta llegar a su cuarto y se desvistió rápidamente poniéndose un kimono, al tiempo que guardaba su túnica y las armas que ésta llevaba. Una vez allí, comenzó a reflexionar.

Si bien el traslado de su familia a Tokio había frustrado en un inicio sus planes, el haber notado que gran parte de los que habían abandonado la rebelión, y de los que habían sobrevivido a los juicios y ejecuciones se habían establecido en la capital, fue lo que la convenció de que podría salir adelante. Durante los días siguientes al funeral de Reijiro, sus últimas palabras habían dado vueltas en su mente como un mantra: “tenías razón”; y aunque en un principio no tenía idea de a qué se refería; lo supo rápidamente el día que se marchó de Satsuma. Ella había ido al sepulcro de su prometido para despedirse de él y vio a Tatsu frente a la lápida, con la cabeza gacha como si estuviera rezando, al notar su presencia éste levantó el rostro y se inclinó en una reverencia.

—Lamento tu pérdida —dijo con voz suave—. Es una pena que esto haya pasado.

Sachi agradeció sus palabras con una leve reverencia, sin decir nada, y Tatsu añadió:

—He venido a despedirme. Un asunto familiar requiere mi atención en Sakai y debo marchar con premura. Tengo entendido que tu familia también se marcha, ¿no?
—Así es —vonfirmó Sachi.
—Es una verdadera pena. Por lo menos Reijiro estará al lado de sus padres.

Tatsu se despidió cortésmente y se alejó a buen paso. Sachi lo siguió con la mirada antes de acercarse al haka y arrodillarse frente a éste, dejando una rosa blanca. A ella nunca le había agradado el maestro de su prometido, no sabía decir porque pero su instinto le advertía que algo no marchaba bien con ese hombre, como si detrás de su cortesía se ocultara algo más profundo y de algún modo peligroso. Algo malévolo y despreciable.

Sin embargo, la única vez que intentó hablar con Reijiro al respecto, solo obtuvo negativas de su parte alegando que su padre había confiado en Tatsu y él confiaba en su criterio añadiendo que, hasta el momento, no había razón alguna para desconfiar; de modo que antes de morir su prometido le diera la razón a ella le desconcertó en un inicio. Después comenzó a sospechar que Tatsu hubiera tenido algo que ver en el ataque y eso le suscitó una duda: ¿por qué? ¿Qué ganaría Tatsu traicionando a Reijiro? ¿Cuál sería su motivación? Fue en ese momento que se propuso llegar al fondo del asunto y obtener algunas respuestas; si él había tenido algo que ver con lo sucedido, ella lo pondría en evidencia. No iba a ser algo sencillo, pero al menos tenía a alguien de su lado.



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En el texto hay: misterio, sobrenatural, venganza

Editado: 04.01.2024

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