-- Nueva York, 10 de noviembre de 2018 --
Lyra bajó al vestíbulo encontrándose con sus cuatro hermanos, que la miraron con preocupación.
Desde que regresaron del inframundo dos semanas atrás, se había instalado una tensa rutina entre ellos. Lyra pasaba gran parte del día en el piso de arriba con Carter, purgando su organismo de la magia caótica con la que aquel espectro rezagado lo había infectado mientras Kyle, Raven, Anette y Gareth esperaban en el vestíbulo a que ella bajara. La preocupación por su hermano mayor era tan grande que se olvidaron de la amenaza que se cernía sobre ellos luego de su incursión.
Esta vez, a diferencia de los días anteriores, Lyra les dio una buena noticia.
—Está fuera de peligro. Se pondrá mejor en un día o dos.
Una sensación de alivio se apoderó de los cuatro chicos, al menos su hermano estaría a salvo dentro de la casa, y con eso volvió la certeza olvidada de que la seguridad de su refugio era temporal. ¿Por cuánto tiempo podrían confiar en la estabilidad de la mansión?
—Escúchenme atentamente —dijo Lyra—. Hemos estado aquí por dos semanas y el mundo comienza a sospechar, por lo cual creo que lo mejor es que tratemos de retomar nuestras rutinas.
Los chicos iban a protestar, pero la mujer continuó elevando la voz para que no la interrumpieran:
—Mientras más tiempo estemos aquí será más obvio que no queremos ser vistos y nos vendrán a buscar. Es posible que en este momento la normalidad de Lurra sea nuestro mejor camuflaje… espero.
—Eso no fue muy esperanzador —dijo Gareth.
—¿Y qué propones hacer? —preguntó Raven.
—Llamé al director de la escuela de Carter hace un par de semanas para avisar que está enfermo —dijo Lyra—. También llamé al hospital, al circo local y a la escuela, de modo que a ustedes cuatro los esperan hoy. Annette, Gareth, tienen que ponerse al corriente con sus estudios así que deberán tomar clases de refuerzo. Kyle, tú tienes una función dentro de una semana y debes entrenar. Raven, te esperan en pediatría. Eso es lo que van a hacer.
—¿Qué hay de ti? —preguntó Anette.
—Yo intentaré averiguar algo entre las cosas de papá. Hay una larga lista de gente que quería verlo muerto, así que empezaré por allí —dijo Lyra—. ¿Alguna otra pregunta?
Nadie dijo nada más.
*****
Kyle acompañó a Anette y Gareth a la escuela mientras que Raven se dirigió al hospital. La chica creyó que le costaría concentrarse, debido a lo sucedido, pero el trabajo fue tan intenso que no tuvo tiempo de pensar en nada que no fueran sus pacientes en tratamiento. Por primera vez desde que todo esto había pasado, se desconectó de la situación en la que se encontraba, de modo que cuando salió del hospital al terminar su turno estaba más relajada, algo irónico tomando en cuenta el ritmo de su profesión.
Sin embargo, su estado de relajación se evaporó cuando notó que había alguien siguiéndola. Su perseguidor era esquivo, pues se movía con rapidez inaudita para evitar su mirada, pero podía percibir su esencia de muerte primigenia impregnando todo a su paso. Raven sopesó sus opciones: ya fuera que la estuviera siguiendo el sujeto que buscaba o uno de sus sirvientes, podía seguir el rastro que percibía a ver hacia dónde conducía y obtener algunas respuestas, incluso podría terminar con este asunto de una vez… o podía fingir que no había notado nada e irse a casa tranquilamente. No tenía ninguna certeza de que fuera seguro, y ya tenían suficiente con Carter en cama como para que ella se metiera en más problemas. Lo más seguro era que se tratara de una trampa así que lo mejor era ir a casa y hacer como que nada pasó. Sí, tal vez era lo mejor.
Raven notó como el ser que la seguía se dividía en dos, luego en cuatro, dispuestos a atraparla. Pues bien, no se los iba a dejar tan fácil, si querían pelea ella se las daría de buen grado; pero lo primero era alejarse de la gente que les rodeaba, así que avanzó con rapidez para llegar a un sitio menos concurrido. Al llegar a Central Park, se dirigió a uno de los senderos apartados que solían ser usados por ciclistas y corredores muy experimentados, lejos de la vista del público.
Mientras avanzaba, Raven tenía la sensación de ser conducida a una trampa, y tal presentimiento la hizo mirar alrededor. Se había internado tanto en el bosque, que todo rastro de la civilización había sido consumido por los árboles; la chica se tranquilizo diciéndose a sí misma que solo debía cruzar la cerca de árboles para regresar al parque, pero aún así el sentimiento de haber metido el pie en una ratonera permanecía en su mente; por más que intentaba repetirse que aún tenía algo de control sobre la situación.
Se escuchó el crujir de una rama al romperse, y Raven volteó en la dirección de la que provenía el sonido; en ese momento una raíz la hizo tropezar, pero no cayó al suelo, la chica notó como una hiedra se enredaba en sus tobillos elevándola de tal modo que su cabeza se golpeó con la raíz que la había hecho caer. Estando allí colgada, Raven luchó por no perder la consciencia, recordando como su madre la mantenía despierta a la fuerza en sus entrenamientos nocturnos; se esforzó por traer a su mente todas esas sensaciones para no sucumbir a la tentación de dejarse llevar por el sueño. Sin embargo, se espabiló completamente cuando vio a Reijiro aparecer frente a ella, Raven hizo ademán de materializar su arma pero Reijiro se adelantó haciendo brotar de la tierra dos hiedras que aprisionaron sus manos impidiéndole moverse.
—Ahora no hay nada que puedas hacer —dijo.
—No estés tan seguro —dijo Raven chasqueando los dedos.
Una llamarada azul se encendió de la nada carbonizando las hiedras, con lo que Raven aterrizó en el suelo, incorporándose en el momento que Reijiro arremetió contra ella usando una naginata. Raven hizo un desplazamiento hacia atrás evitando el arma al tiempo que materializaba su espada para hacerle frente.