-- Nueva York, 12 de noviembre de 2018 --
Los hermanos Spector se reunieron en el interior de la habitación Lily. Habían pasado allí los dos últimos días reuniendo toda la información que poseían hasta el momento, tratando de darle sentido a lo que estaba pasando.
—¿Tuviste suerte con los posibles sospechosos? —preguntó Carter a Lyra.
—Nada —dijo ella con frustración—. La mitad eran humanos normales que intentaban quitarle la empresa y que, evidentemente, no hubieran podido hacer nada contra él.
—La otra mitad no poseía nada de muerte primigenia ni nada que les pudiera ayudar a sortear las defensas de la casa —intervino Gareth.
—En resumen, es un callejón sin salida.
Carter suspiró, desesperado. Había pasado casi un mes desde la muerte de sus padres y estaban lejos de encontrar al culpable. Sin embargo, no se permitió mostrar esa desesperación, y preguntó a sus hermanos menores:
—¿A ustedes se les mencionó la presencia de un visitante?
—No —dijo Anette, luego frunció el ceño y añadió—. No directamente. Catalina solo mencionó a un “él” pero no entró en detalles.
—Michael dijo lo mismo —dijo Raven—. Dijo que alguien se le había presentado para ofrecerle su apoyo y así pudiera usurpar el trono de Infernua.
—Pensó en él cuando lo mencionó —intervino Kyle—, aunque no pude ver gran cosa: solo una figura menuda envuelta en una túnica con capa…
—… que le cubría el rostro —le interrumpió Lyra—. Fue lo mismo que yo vi. Creía que era por mi telepatía imitativa.
—Pues sea quien sea, sabe ocultarse bien.
Los hermanos se quedaron en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Gareth chasqueó los dedos asaltado por una idea repentina.
—Este sujeto… —dijo, atrayendo la atención de los demás—. ¿Podría ser Reijiro?
—No, es muy alto para encajar con el recuerdo —dijo Kyle ensimismado y frunció el ceño—. Ese tipo es raro.
—¿En qué modo? —le preguntó Gareth—. Sin contar el hecho de que no tiene alma.
—Su mente parece muerta, pero su cuerpo sigue vivo y sufre por ello. Además… me dio la impresión de que su esencia estaba dividida, como si estuviera en dos lugares a la vez. ¿Eso se puede?
—Eso implica un manejo de la nigromancia muy avanzado —respondió Carter, inusualmente preocupado—. Un nigromante puede encerrar un alma en un objeto inanimado y usar una pizca de ésta para reanimar un cuerpo.
Raven dio un respingo con la mención de la nigromancia.
—¡La advertencia de la chica! —exclamó.
—¿Qué chica? —preguntó Anette mientras Lyra ponía los ojos en blanco.
— Raven soñó con una chica —dijo.
—No fue un sueño —replicó Raven—. Okey, sí, la vi en un sueño, pero apareció en el mundo real. Ella me advirtió de…
—¿Cómo sabes que no fue una alucinación?
—¿Estás insinuando que estoy loca?
—¿Qué te dijo? —intervino Kyle para evitar que pelearan.
Ambas lo miraron y Raven respondió:
—Ten cuidado con el nigromante.
De nueva cuenta se hizo el silencio, el cual fue roto por Carter.
—¿Qué nigromante? —preguntó—. ¿Tatsu?
—Es el único que conocemos —dijo Raven encogiéndose de hombros.
—Eso no quiere decir nada —replicó Lyra—. No podemos emprender una persecución contra alguien solo por una alucinación.
—¡No fue una alucinación! ¡La vi dos veces!
—¿Cómo explicas que solo tú la has visto?
—Porque la primera vez estábamos en medio de una trifulca y la segunda vez…
Raven se detuvo de golpe, recordando el enfrentamiento de días atrás.
—Reijiro también la vio —dijo, y una sonrisa se formó en sus labios, añadiendo—. Ella me salvó y él la vio, no solo eso, ¡la reconoció! ¡Ellos se conocían desde antes! La nombró Sachi, tal vez pueda…
De repente, la temperatura de la habitación aumentó drásticamente y un libro aterrizó violentamente en la mesa abriéndose en una página determinada. Cansada de ser ignorada por los telépatas del sitio, Lily había decidido hacerse notar y al instante Carter, Lyra y Kyle se ruborizaron.
—Lo sentimos, Lily —dijo Kyle—. Prestaremos más atención la próxima vez.
La habitación volvió a su temperatura normal y los chicos se dirigieron a la mesa, observando el libro. Lo primero que llamó su atención fue una fotografía en blanco y negro de una familia japonesa: un hombre de aspecto severo y una mujer de facciones rígidas se encontraban de pie, mientras que sus tres hijas estaban sentadas frente a ellas; una chica esbelta y elegante, una muchacha atlética y sobria y; una chica menuda y sencilla veían a la cámara con una seriedad no exenta de arrogancia. La imagen ocupaba casi toda una página a excepción de un pie de foto. Anette desvió la mirada hacia este y leyó:
—“Tokutaro y Kikuno Tanabaka, miembros de la corte imperial, posan junto a sus hijas Reiko, Sachi y Tomiko en lo que sería su último retrato familiar”. Vaya.
Raven dio una palmada de alegría al tiempo que soltaba una carcajada y exclamó dirigiéndose a Lyra:
—¡Te lo dije!
—Esta muchacha se ve muy triste —dijo Anette examinando la foto.
Los otros cinco chicos se acercaron y constataron que, en efecto, Sachi transmitía una tristeza y una amargura que fácilmente podrían contagiarse con solo mirarla. Tras asegurarse de que la página de al lado no contenía información pertinente, Anette pasó la hoja para cambiar de página.
—¿Qué libro es este? —preguntó Kyle.
—“Tragedias misteriosas de la historia”, creado por el brujo de la tristeza de nombre desconocido —respondió Gareth. Al notar la cara de asombro de sus hermanos se encogió de hombros y añadió—. Cuando era niño me gustaba leer algunas partes. Era reconfortante ver que existió gente peor que yo.
—Ese es un sentimiento muy snob.
—Ya lo sé, Kyle, déjame en paz.
Anette tomó el libro y lo colocó a una posición más alta, de modo tal que solo ella veía el interior. Era una costumbre que había tomado para evitar que la gente espiara lo que leía.