Arenas Holográficas
TODAS LAS mañanas me despierta la misma pesadilla, estoy en un planeta devastado por una especie de explosión termonuclear. Exactamente, estoy sobre un risco, en lo que parece las ruinas de una vieja civilización del desierto. Un astro rojizo alumbra el lugar con un tono mate, todo parece haber sido sepultado por un oleaje de arena ardiente. Escucho unos pasos acercarse. Alguien que parece conocerme se acerca angustiado, su mirada parece regocijarse a mi encuentro. Creo reconocerlo de igual manera, pero no es alguien familiar; al menos, alguien que yo recuerde. Es un joven, de aproximados dieciséis años, estatura mediana, cabello áspero, tan oscuro como el carbón. Tiene un ligero corte en su ojo izquierdo y está sangrando en su brazo derecho que lleva recostado al tórax y sostiene con su otra mano. Intento socorrerlo, da la impresión de que es alguien importante para mí, porque me preocupo en gran manera por lo que le ocurre. Él está tan mal herido que parece perder la conciencia y se arroja al suelo. No desfallece sin antes, mencionar un nombre.
–Es K.
En este momento suelo despertar, justo minutos antes que los sensores de cuarto se activen, entonces cierro los ojos e intento recostarme un rato. Es entonces cuando veo estos ojos grises. Parecen mirarme desde lo profundo de un oscuro túnel… Él está ante mí con su particular cabello blanco; desordenado. Unas siluetas oscuras que salen de sus hombros parecen sostenerlo en el aire. Me mira de manera frívola mientras empuña sus manos, veo como se dibujan sus venas en sus brazos fuertes. Entonces parece dispuesto a lanzarse sobre mí, no lo duda. Se arroja como un felino enfurecido enseñando sus garras. Es en este instante en que el sueño trasmuta el lugar. Lo veo atreves del vidrio del laboratorio tres, golpeando la pared de cristal. Despierto sobre saltada, con la respiración discontinua, me llevo las manos a mi garganta al sentir que me falta el aire. Mi dispositivo esta alumbrando y pita como loco. El aire es escaso, pero intento expirar con mayor fuerza, lo suficiente para llenar mis pulmones. Me pongo en pie un poco alterada y marcho camino a las duchas.
Siempre supuse que se trataba de K, pero había ciertas dudas. Mucho más al no poder considerar aquella primera impresión de él en el laboratorio, como una prueba fiable de su apariencia. Aún estaba atolondrada con lo de la hibernación y en mi sueño lo único claro eran los ojos de aquel chico que parecía flotar en el cielo como un ángel; aunque puedo decir que por la fuerza malévola de su mirada daba la impresión de que se tratase de un demonio, de uno muy hermoso.
Las arenas holográficas parecen haber iniciado. Un inmenso panel se desprende de la pared frontal que está sobre el estribo. Jira en una especie de brazo robótico y activa una inmensa pantalla holográfica que desciende lo suficiente para fijarse por encima de nuestras miradas. El logotipo de Cirox logra apreciarse en un fondo blanco, las letras negras, cursivas, permiten resaltar la X incendiada en una especie de fuego fosforescente que aviva la imagen. Las fotografías de los jefes y los integrantes de la escuadra C-8 y F-2, que han sido las seleccionadas para la apertura, comienzan a visualizarse, una a una, en la inmensa pantalla. Los integrantes de la C-8 van apareciendo al lado izquierdo y los de la escuadra F-2 van al otro lado. Luego hay una impresionante toma aérea del coliseo, las gradas parecen estar atestadas, las arenas holográficas nunca han atraído a tantos espectadores como esta vez. Quizás, los cambios en las normas y la publicidad han causado el efecto esperado en Cirox. Las escuadras salen a la arena, primero veo aparecer a los chicos de la F-2, seguidos por los de la C-8, algo confusos y pasmados, estas serán sus primeras arenas holográficas para los segundos. Creo reconocer al menos a dos de los integrantes, Iam, de la escuadra F-2, Ec-Nock 6, y Dalia, escuadra C-8, también Ec-Nock 6.
Esta es la primera vez que veremos a un equipo en acción, otra novedad en las reglas. No está de más analizar sus habilidades y fortalezas, podemos chocar con ellos en las jaulas y será de utilidad estudiarlos a todos.
En las pantallas chicas, las que rodean la sala de transición, podemos apreciar tomas variadas, de ángulos distintos; e incluso, podemos notar que algunas precisan cubrir a un participante en especial. Mientras los chicos hacen honores a los espectadores en las gradas, la voz de William Daz, el animador extrovertido de Cirox hace su aparición en un acto grotesco que se roba el espectáculo. Todas las cámaras enfocan la plataforma de presentación; es una especie de sep donde William hace sus numeritos anormales que parecen encantarles a los republicanos.
–Bienvenido a Cirox. –Una voz tan atrofiada como el personaje– oooox, –prolonga su grito intentando imitar un eco tan patético como su cara. Daz, es un hombre desgarbado y de facciones largas. A muchos les divierte, pero a mí en lo particular me produce repugnancia. Luego corre por la plataforma y salta dos veces, en un tercer salto intenta congelar una pose tan ridícula como su sombrero y su bigotito vino tinto, en una expresión de asombro.
–Les presento aaaaa –extiende su grito y en este preciso momento agudiza su voz imitando un sonido feroz– Moriam –mientras con las manos abiertas de par en par, le entra un temblorcito a su cuerpo que entrecorta su voz como si estuviera perdiendo el aire.
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Editado: 10.08.2018