Cita a ciegas para San Valentín.

Capitulo 1

14 De Febrero. 

    El día tan esperado y anhelado del año para mí, se había convertido en un simple día más del calendario. Deje de contar las horas que me separaban de la cita nocturna y en su lugar comencé a contar cuanto dinero tenía disponible en mi tarjeta destinada a las compras del supermercado y calculé cuántos tarros de helados podría comprar para superar la depresión. ¿Se podía estar deprimida por una relación que nunca comenzó? La respuesta: Sí, sí se podía y yo lo estaba.  

    Cuando llegué a mi casa, fui recibida alegremente por el cachorro Labrador que había comprado para Jackson y eso solo fue como si me hubieran hecho sal en la herida. Acaricié al pequeño peludo y mire sus hermosos ojos cafés; en ellos solo había lugar para amor y bondad. Ahora estaba preocupada de quién sería su nuevo dueño y si lo trataría bien como él merecía.  

-Lo siento, pero se suponía que estarías bien cuidado por Jack, pero al parecer él ya está comprometido. 

    Suspiré y el cachorro lloró al tiempo que lamía mi mano y movía su rabo alegremente. Miré el reloj de la pared junto a un cuadro familiar tomado la navidad antes del accidente de mi hermana mayor. Ella estaba sonriendo de una manera tan radiante y en su mirada se podía ver que le importaba muy poco la opinión del mundo sobre ella. Siempre había sido así de liberal con su pensamiento y accionar; “Si no haces lo que tú quieres y en cambio haces lo que los demás esperan que tú hagas, entonces jamás serás feliz y nunca saldrás de la rueda del roedor.” Es lo que solía decirme cuando le preguntaba porque actuaba así, como si nada de lo que pensaran los demás le importara.  

    Suspiré con cansancio y estaba a punto de bajar los brazos y no ir a mi cita, pero entonces mis ojos regresaron una vez más a la fotografía familiar y luego a la que había junto a está. En la segunda, solo estábamos nosotras dos en una fotografía de hermanas. Sophie sonreía tan fresca y alegré; con todo una vida por delante, solo que se extinguió con apenas 24 años cuando un borracho se saltó el rojo del semáforo y arrollo su auto; lo aplasto como si solo fuera una hoja de papel que luego de jugar a hacer origami se convirtió en un acordeón. Cuando supe la noticia sentí mi corazón resquebrajándose y creí que también moriría por la agonía y el dolor; en su funeral solo hubieron personas que hablaron bien de ella, pero ninguno que la conociera tan bien como yo. Sabía sobre sus sueños, su primer beso fugaz, su primer amor y desamor, su primera vez e incluso con quién fue, sabía sobre su primera cerveza, sobre su amor platónico, que era lo que más amaba y eso era algo que no estaba oculto para nadie; lo que más amaba era la vida y vivirla. También sabía sobre su mayor miedo y temor; morir sin lograr cumplir sus metas, dejar sueños inconclusos.  

    Una lágrima afloro en mis ojos mientras la mirada de mi hermana conectaba con la mía y supe de inmediato que si no iba a esa cita a ciegas, ella no me lo perdonaría.  

-Incluso cuándo no estás, logras que sienta tu reproche. 

    No sé porque me quedé esperando una respuesta si una foto no podía emitir palabras. Tomé aire con impulso y luego abrí los ojos con una gran sonrisa en mi rostro sin sentirla enteramente genuina, pero ya lo lograría.  

-¡Está bien! ¡Iré a mi cita a ciegas! 

 




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