Para cuando llegué a casa estaba exhausta y solo tenía deseos de bañarme e irme a la cama. Deposité la caja con cuidado sobre la mesa ratona de la sala decidiendo que la abriría una vez estuviera cómodamente envuelta en mi bata de noche.
En el baño, el vapor de la bañera empañó el espejo de cuerpo completo impidiendo que lograra ver mi reflejo. Envuelta en la toalla, pasé el reverso de la mano y limpié el espacio necesario para ver mi rostro. No era una mujer excepcionalmente linda; mi cabello castaño oscuro era ondeado, mi rostro un tanto redondeado, nariz pequeña, labios regulares y lo más atractivo era mis ojos celestes, pero las pecas sobre mi nariz les quitaban encanto a ellos también. Por más que las cubriera con maquillaje, ellas se asomaban igual.
-No tengo oportunidad con ese hombre ¿Por qué creí que sí?
Entre en la bañera queriendo sacar todos los pensamientos de mi mente y así dejarla en blanco, no quería pensar en nada por unos cuantos minutos. Esos “cuantos minutos” se convirtieron en una hora y media remojándome como si fuera un pez; cuando me asomé fuera de la tina, mis pies y manos habían envejecido dos décadas, o más.
-Y eso que salí porque el agua ya está fría.
En mi cuarto el reloj de la mesita de noche me mostraba los números en rojo burlándose de mí: 01:15 de la madrugada. A esa hora ya debía estar en mi cama navegando en el segundo sueño, pero la velada se nos había ido de las manos, luego la caminata hasta la tienda de mascotas.
-Debe ser por eso que Jaspers no quiso traerme él a mi casa. ¡Oh por Dios! ¡Él debió pensar que lo invitaba a pasar la noche en mi casa! Y no en el cuarto de invitados precisamente. ¡Maldición! Debe creer que soy una loca solterona desesperada. No es mentira lo de que estoy soltera, pero de ahí a estar desesperada hay una gran distancia.
Camine de un lado a otro de la habitación mientras en mi cabeza no dejaba de imaginar diferentes escenarios sobre lo que pasaría en la mañana en la oficina, y en todos ellos terminaba conmigo despedida.
-Quizá, debería dejar de ser tan melodramática, después de todo, él no acepto. ¿¡Pero qué estoy diciendo!? ¿Él no acepto? ¡No había nada que aceptar! ¿O sí? Ay dios, debería ver a un doctor, ya hasta discuto conmigo misma. Lo mejor será ir a la cama e intentar descansar. Ya mañana veré lo que pasa.
El reloj ilumino su pantalla burlándose una vez más en mi cara.
-Oh cierto, ya es hoy.
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Editado: 13.10.2024