Mi reacción fue tomar al cachorro en brazos y salir corriendo hacia la salida tratando de alejar al cachorro de la alérgica condición de mi jefe. Si no me despedía por mi estúpida propuesta de que me llevara hasta mi casa, seguro lo hacía por el regalo que le había entregado. Ya podía imaginarme la carta donde me notificaban de mi desempleo: Despedida por atentado hacia su jefe.
-¿Qué haces Beca?
Jaspers me sorprendió justo cuando estaba por abrir la puerta con un inquieto peludo en brazos.
-¡Dijiste que eras alérgico! Así que estoy alejando tu kryptonita para que estés bien.
-¿Mi kryptonita? – Dijo mientras se reía de forma divertida. Había escuchado y visto reír a mi jefe más en estás últimas horas, que en todos mis años trabajando para él.- Tu ¿Siempre exageras así las cosas?
-¡No estoy exagerando! ¿O si? ¡Por favor no me despida! ¿Lo dije o lo pensé?
-Definitivamente lo dijiste.
-Ay dios.
-Ya, cierra la puerta y suelta a Max.
-¿Max?
-Si. Su nombre es Max.
-¿Entonces se lo piensa quedar?
-Por supuesto; tu me lo regalaste. Además, que sea alérgico no me impide tenerlo. Si, admito que me tomaste por sorpresa, pero de haber sabido que me regalarías un perro, habría tomado mi medicina.
-¿Entonces tiene solución?
-Siempre y cuando tome mi medicamento, puedo tener contacto con los perros. No es una alergia grave, solo hace que estornude demasiado e irrita mis ojos, pero nada grave.
-Oh, que alivio.
Cerré la puerta más tranquila y solté al pequeño Max para que fuera con su dueño. Jaspers lo subió a sus brazos y en ese momento sentí el irrazonable deseo de ser Max. Quería estar tan cerca como lo estaba él de mi jefe.
-Así que dime ¿Te gusto?
-¿Qué cosa?
-Tu regalo.
-¡Ah! Si. -Dije automáticamente, aunque sabía que estaba mintiendo puesto que el regalo estaba en mi bolso aún esperando a ser abierto. Está mañana lo había puesto allí para abrirlo en la oficina.- Es hermoso. Gracias.
Jaspers me miró a los ojos y por un momento creí ver el sentimiento de dolor en ellos, pero fue fugaz y entonces la diversión los invadió.
-No lo haz abierto. ¿Cierto?
Me encogí de hombros intentando ocultarme, pero era inútil. Me sentí igual a cuando era pequeña y hacia una travesura, pero era descubierta por mi abuela o mi madre y quería negarlo, pero no podía. Era realmente mala mintiendo.
-La verdad; no. Lo siento, quise hacerlo, pero ya no pude e iba abrirlo está mañana en la oficina, pero me informaron de que debía venir a su casa así que ya no pude tampoco.
-Tranquila. ¿Lo tienes aquí?
-Si.
-Entonces ábrelo y será más justo.
-¿Justo?
-Si, tu pudiste ver mi reacción cuando recibí mi regalo, ahora yo quiero ver la tuya cuando abras el mío.
Abrí mi bolso y saque con sumo cuidado la caja roja con el listón blanco.
-Ven, siéntate antes de abrirlo.
Me senté en el sofá grande junto a Jaspers y sentí mi cuerpo hormiguear, pero no sabía si era por los nervios de tener a Jaspers tan cerca o por el anticipo de saber que era mi regalo. Tomé aire y abrí la caja.
Había imaginado un montón de opciones, pero sin duda en ninguna me había imaginado ese regalo. Mis ojos comenzaron a lagrimear antes de que logrará controlarme e inmediatamente Jaspers estaba ahí para consolarme.
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Editado: 13.10.2024