Cita a ciegas para San Valentín.

Capitulo 16.

Lo primero que hice fue buscar una vieja colcha para armarle una cama improvisada a Reina dónde pudiera dormir, aunque algo me decía que no la usaría. Luego fui al refrigerador en busca de algo para que pudiera comer ya que había comenzado a lloriquear y eso no podía permitirlo si quería esconderla de la Sra. Norris.

-Bien. Tenemos pizza de hace cinco días, aproximadamente; una rebanada de pastel de carne y otra de jamón y queso, espero no seas intolerante a la lactosa. También hay restos de pasta con salsa de ayer y creo que un poco de comida china de hace dos días. Vaya, creo que debería limpiar está heladera es un desastre. Seguro que si te doy algo de esto te intoxicare.

Ella inclino la cabeza tratando de comprender mi incesante parloteo, pero ni yo lograba entenderme a veces mucho menos ella.

-Bien, creo que tendré que llamar al delivery. ¿Te gusta el pescado? Podría pedir sushi, aunque no sé si ustedes comen eso.

En eso estaba cuando escuché que alguien tocaba el timbre de mi puerta. Reina se puso en posición de ataque y sus labios se levantaron enseñando sus grandes colmillo. Corrí hasta ella y la calme antes de que comenzará a ladrar y delatara su presencia.

-Por eso los gatos son más fácil de ocultar. ¡Ya voy!

Grité en dirección a la puerta cuando tocaron por segunda vez. Tomé a Reina del collar y la lleve hacía el baño y la encerré allí. Era la puerta más cercana que tenía para ocultarla, solo rezaba porque no ladrara, ni se moviera. Alcance el picaporte justo cuando tocaban el timbre por tercera vez y abrí la puerta de golpe encontrándome cara a cara con Robert.

-Hasta que al fin abres la puerta.

-Lo siento, tenía que….

-Si ya se que estabas ocupada, pero en fin. Te traje esto – dijo al tiempo que me ponía una bolsa de camiseta blanca en la cara y demasiado cerca – considerando tus hábitos alimenticios y tú falta de tiempo, además de la falta de cuidado; supuse que no tendrías nada para darle de comer a tu…. Invitada.

Tomé la bolsa de sus manos y al abrirla descubrí dos grandes bifes de carne perfectamente envueltos y envasados en una bandeja descartable.

-Robert te lo agradezco, pero es demasiado….

-No me iré hasta que lo aceptes. Considéralo un adelanto de mi atención hacia tu nueva compañera de piso. Además, si no se lo das probablemente muera de inanición o peor, comenzará a ladrar y entonces todo el edificio sabrá de ella.

-Sí, tienes razón, pero aún así es demasiado.

-Nada es demasiado para mí nueva consentida. Ella necesita comer bien para mantener su atractivo. Además, mañana le daré un baño con un shampoo especial para que su pelo quede brillante y sedoso digno de una Reina.

En el fondo creí que Reina iba a ocupar el lugar de la familia que nunca logró tener. Aún era joven, pero desafortunado en el amor y en cuanto a su familia cercana…. Luego de que su madre falleció nadie quedó a su lado, todos le dieron la espalda, incluido su padre que no quiso saber más de su único hijo. Así que se encerró en su propio mundo y dedica su tiempo a cumplir sus sueños que alguna vez estuvieron enjaulados. Y ahora, venía yo con Reina y le pedía su ayuda, para él no era un sacrificio sino, un pequeño salvavidas.

-Esta bien – dije con una sonrisa amorosa – dejaré que la consientas, pero te advierto que tendrás que estar ahí para cumplir y atender todas sus mañas y demandas.

-¡Trato hecho!

-Espera aquí, ya vuelvo.

Fui corriendo hasta mi cuarto y revise el placar donde guardaba mis calzados. Cuando encontré las botas les eche un último vistazo y luego las puse debajo de mi brazo.

-Ten, tu pago por adelantado.

Él simplemente se quedó sin palabras cuando le entregué el par de botas. Solo le faltaba saltar en una pata y prácticamente lo hizo mientras se alejaba por el pasillo para regresar a su apartamento.

-Bien, Reina ya tienes tu cena. Al menos hoy, mañana te compraré ración.




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