De camino a la oficina todos tenían sus ojos puestos en mí; estaba más que segura de que la mayoría estaban desesperados por ser yo en ese momento. Toque la puerta antes de entrar y espere a que me dieran el visto bueno.
-Adelante.
Abrí la puerta con cautela. Jaspers estaba sentado detrás de su escritorio con los brazos cruzados sobre la mesa, sus hombros estaban tensos y sus ojos verdes disparaban dagas en todas direcciones, pero por sobretodo a la bella mujer que estaba sentada frente a él. Su larga melena dorada caía en una suave y sedosa cascada, sus ojos color cielo me miraron analizándome de arriba abajo y supe por su sonrisa sínica que para ella valía lo mismo que un escarabajo bajo la suela de sus caros zapatos de vestir. Si Robert estuviera presente, estoy segura de que le habría dado un infarto por la pésima combinación de su atuendo, bolso y calzado, incluso yo, que soy el desorden andante y que lo más fino que guardo en mi guardarropas es un vestido de noche para ocasiones especiales que compre en rebaja por una costura abierta sé con solo verla; que su gusto en moda es pésimo.
-Lo siento – me disculpé con Jaspers por la interrupción – pero traje el café que el señor me solicitó antes.
Jaspers elevó una ceja a modo interrogativo a su invitado el cual pareció incomodarse, por un momento me sentí mal por él.
-Gracias Srta. Flinch es muy atenta por traer el café al Sr. Helmont, aunque, como mi abogado personal debería ser consiente de que asuntos tan urgentes, serios y personales no son propicios para pedir un café. Así es como los empleados logran entrar a interrumpir la reunión y luego los detalles discutidos en esta oficina se pueden… filtrar.
Yo mire a Jaspers un tanto desconcertada, si no había entendido mal y estaba demasiado segura de que no lo hacía, él me estaba señalando de chusma y soplona. Puede ser que fuera culpable de la primera acusación, pero la segunda estaba totalmente fuera de lugar. Además ¿A dónde se había ido el hombre amable y atento?
-Disculpe Sr. Conelly por la desafortunada y fuera de lugar interrupción. Me iré de inmediato y una vez más, lamento haberlos molestado.
-Si querida. Vete, es lo mejor para todos. Además, mi esposo y yo… es decir; mi ex esposo y yo tenemos asuntos pendientes.
Samantha me sonrió diabólicamente y tuve que contener los impulsos de arruinar su estupendo cabello arrancando un mechón de su cabeza.
-De hecho – dijo de repente Jaspers – la Srta. Flinch debe quedarse, después de todo es mi secretaria personal y confío plenamente en ella para que tome nota de lo que se pacte en esta reunión y sé con certeza que ella no dirá ni una palabra de lo que aquí se diga.
-Por supuesto que no señor, yo no sería capaz de tal cosa.
-Pero si hace unos minutos dijiste que era una irresponsabilidad de parte de tu abogado el haber dejado entrar a un empleado a la reunión por un café.
-Si, es cierto, pero me refería a que en la empresa hay empleados a los que les fascina el chismerío barato, pero no es el caso de Beca.
-¿Beca? – Samantha pronunció mi nombre con tal desprecio que estoy segura de que me lanzo 10 maldiciones en el proceso. - ¿Desde cuándo hay tanta confianza con tus secretarias cariño?
-¿Desde cuándo le otorgue yo el permiso para que se dirija de esa manera hacia mi persona, Sra. Müller? Además, quiero corregir algo que dijo hace un momento: yo no soy, ni seré, su ex esposo. Estuvimos comprometidos, pero jamás nos casamos por lo que no corresponde la palabra “esposo”. Hágame el favor de no confundir las cosas ¿Quedó claro?
Ella se hecho hacia atrás en su silla como si la hubieran abofeteado en el rostro, pero estaba segura de que las palabras de Jaspers le habían dolido más que diez bofetadas juntas y no era para menos. Qué estés coqueteando con tu ex luego de engañarlo y este te trate de usted y por tu apellido no es algo bonito.
-Ahora que las cosas fueron aclaradas me gustaría continuar con la reunión. Helmont ¿Cuál es tu opinión respecto a esto?
El abogado se aclaró la garganta antes de hablar y me miró unos segundos y luego a Jaspers buscando su aprobación una vez más antes de hablar y él asintió convencido por lo que Helmont habló y yo tomé una libreta y una pluma de mi bolsillo. Si Jaspers quería que tomara nota entonces debía hacerlo y eso es lo que tenía a mano para hacer el trabajo.
-En mi opinión le recomiendo que acepte tenerla a su cuidado. Después de todo, no estamos cien porciento seguros de que sea suya o no, pero en el caso de que si lo sea, entonces lo mejor es que este bajo su cuidado. Podemos hacer una prueba y si está es negativa entonces podrá proceder a juicio o arreglar las cosas fuera de tribunales como la Sra. Müller prefiera.
-¿De verdad están poniendo en duda mi palabra? Si digo que es de él lo es y listo.
Jaspers no pudo contenerse y comenzó a reírse mientras negaba con la cabeza y con sus dedos comenzó a jugar con él bolígrafo. Conocía esa reacción y no era buena señal; era un tic que le había detectado cuando comencé a trabajar para él. Cuando algo le molestaba, frustraba o no salía como él deseaba, comenzaba a pasear el bolígrafo por entre sus dedos con gran habilidad y luego de unos minutos la bomba explotaba. Te diría en la cara lo que estabas haciendo mal o lo que le molestaba quisieras o no. Me preparé para escuchar a un Jaspers muy enfadado.
-¿Me estás tomando el pelo? ¡No me jodas Samantha! Luego de que me estuviste engañando por quién sabe cuánto tiempo y que me plantaras en el altar ¿Aún quieres que confíe ciegamente en tu palabra? ¡Por favor! ¡Solo un imbécil y que no deseara ver la realidad lo haría! Pero afortunadamente yo no lo soy. Estuviste con ese tipo más de 4 años porque hay que contar el tiempo en el que me engañabas con él, rompiste una relación de años lo dejaste todo por él y ahora que se canso de ti; vuelves a aparecer en mi vida. Y no solo eso, sino que dices que tuvimos una hija de la cuál jamás me hablaste sino hasta ahora que ese tipo rompió contigo. ¿De verdad quieres que crea ciegamente que esa niña es mía? No, no lo haré. Pero tampoco soy tan cruel para dejar a una inocente y pobre niña a su suerte y menos si existe la más mínima posibilidad de que sea mi hija. Haremos las pruebas de ADN correspondientes y hasta que estén los resultados ella se quedará conmigo, pero tú, tú no la verás. Entiende que hasta el momento en que se aclaré la situación tú renuncias a todo derecho de acercarte o interactuar con ella a excepción, claro, a través de un celular. No quiero que la utilices como pretexto para entrometerte en mi vida nuevamente. Y menos como un medio para manipularme.
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Editado: 13.10.2024