Cita con el destino (y con mi ex)

Aventura salvaje con abrazos forzados

Capítulo 5:

Regla número diez: nunca subestimes un reto del programa “Cita con el destino”, especialmente si implica caminar por un bosque que parece salido de una película de terror.

Regla número once: si tu ex insiste en aceptar el reto, asegúrate de tener un plan de escape.

—Emma, será divertido —dijo Liam, con su típica sonrisa traviesa mientras nos daban las instrucciones del programa.

—Divertido dice él… “divertido” como cuando tu ex te quema un sartén en la cocina, ¿verdad? —respondí, cruzándome de brazos y levantando una ceja.

—Bueno, no prometo incendios esta vez —replicó, fingiendo inocencia.

Finalmente accedimos a participar. La actividad: una excursión por el bosque con mapa y GPS proporcionados por los organizadores. Una “prueba de confianza” según ellos.

—Perfecto —susurré mientras subíamos al sendero—. Perdidos, mojados y con mi ex. Mi vida amorosa tiene un gusto impecable.

—No te preocupes —dijo Liam, tomándome del brazo para cruzar un tronco caído—. Si nos perdemos, siempre podemos contarlo como material para tu artículo: “Cómo sobrevivir a tu ex y a la naturaleza hostil”.

Al principio todo iba bien. El sol se filtraba entre los árboles, el aire olía a tierra mojada y a aventura. Pero pronto, el GPS decidió tomarse vacaciones. La señal desapareció, y con ella nuestra seguridad.

—Genial —dije mirando la pantalla—. Estamos oficialmente perdidos.

—Eh… al menos no hay zombis… aún —contestó Liam, con un intento de humor que me hizo rodar los ojos.

—Ah, claro, “aún no”. Eso me tranquiliza mucho.

Mientras tratábamos de encontrar el camino de regreso, escuchamos un crujido detrás de nosotros.

—¿Escuchaste eso? —pregunté, ya nerviosa.

—Probablemente solo un ciervo —dijo él, aunque su tono no sonaba tan confiado.

—Un ciervo… de tres metros con dientes gigantes —susurré, y Liam rió.

Y entonces lo vimos.

Un oso. Grande, peludo, y claramente con mala leche por nuestra presencia.

—Emma… —dijo Liam, congelado por un segundo—. ¿Qué hacemos?

—¡Corre! —grité—. ¡Es un oso!

—¿Y si nos hacemos los muertos como en las películas? —propuso él, tratando de mantener la calma.

—¡Esas cosas no funcionan, idiota! ¡Correeee! —grité mientras comenzábamos a huir entre los arbustos.

El bosque se volvió un laberinto. Yo tropecé con una raíz y me lastimé el tobillo, maldiciendo cada paso.

—Emma, ¿estás bien? —preguntó Liam, deteniéndose.

—Mi tobillo… creo que me rompí algo, pero no me importa —repliqué, más por orgullo que por dolor.

—No, no, no —dijo él, antes de levantarme en brazos—. Vas a ir en modo heroína accidental de ahora en adelante.

Corrimos hasta encontrar una cueva pequeña donde resguardarnos de la lluvia que empezaba otra vez. Liam me dejó suavemente en el suelo y nos sentamos uno frente al otro.

—Bien… ahora estamos atrapados —dijo él, respirando hondo—. Y yo tengo hambre, frío y miedo de que el oso vuelva.

—Y yo tengo frío, dolor en el tobillo y un ex encima mío —respondí con sarcasmo, intentando mantener la compostura.

La lluvia golpeaba la entrada de la cueva con fuerza, y pronto nos dimos cuenta de que necesitábamos mantener el calor corporal.

—Vamos, Emma —dijo Liam—. No podemos quedarnos helados.

—Ah, sí, claro… abrazémonos —dije, fingiendo resistencia mientras por dentro moría de risa y nervios.

Nos abrazamos, con él detrás de mí, protegiéndome de la lluvia. Intenté mantener mi sarcasmo.

—No te emociones —dije, dándole un codazo leve en las costillas—. Solo es por supervivencia.

—Claro… supervivencia —replicó, con una sonrisa ladeada que delataba que no me creía ni una palabra.

El contacto era incómodo y a la vez eléctrico. Cada roce de sus brazos contra mi cuerpo me hacía sentir cosas que juré haber olvidado.

—Emma… —susurró—. No sé si soy valiente o idiota por estar aquí contigo.

—No te preocupes, Liam —susurré también—. Yo también soy idiota por quedarme.

Y así pasó el resto de la noche: lluvia afuera, frío, risas nerviosas, historias sarcásticas y ese contacto inevitable que ambos fingíamos no disfrutar.

Cuando finalmente me rendí al sueño, mi cabeza descansaba en su hombro, y él me abrazaba con cuidado, asegurándose de que no me lastimara más.

No había luz, no había señal, no había nada excepto nosotros.

Y en medio del caos del bosque, del oso imaginario y de la lluvia inclemente…

Pero pese a todo eso primera vez en mucho tiempo, sentí que todo podía estar bien.

*********♡♡♡♡♡♡♡♡♡*******♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡********♡♡♡♡♡♡

Ahhhh no puedo con estos dos jajaja me muero de verdad? Un oso? Jajaja y Liam con su ¿y si nos hacemos los muertos ? Se pasa de verdad que esto está de locos estos dos son un caso y ya se ganaron mi corazón, no sé ustedes pero amo a Liam y Emma me hacen el día.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.