Capítulo 10:
Regla número quince: cuando digas “no lo volveré a llamar”, asegúrate de no tener el teléfono en la mano.
Había pasado una semana desde el beso.
Siete días.
Ciento sesenta y ocho horas.
Diez mil ochocientos minutos.
Pero, ¿quién está contando?
Yo. Yo lo estoy contando. Como una idiota.
Desde aquel maldito alpinismo patrocinado por el destino y la irresponsabilidad emocional, no volví a ver a Liam.
Ni un mensaje, ni una llamada, ni un meme pasivo-agresivo en Instagram. Nada.
Silencio absoluto.
Y lo peor era que, aunque me moría por escribirle, mi orgullo tenía más poder que mi corazón.
Aun así, cada noche terminaba con el mismo ritual:
Paso uno: abrir el chat de Liam.
Paso dos: escribir algo ingenioso tipo “Espero que hayas aprendido a usar los arneses, Tarzán”.
Paso tres: borrar el mensaje antes de enviarlo.
Paso cuatro: suspirar y preguntarme por qué soy así.
Por su parte —porque lo sé, puedo sentirlo— Liam debía estar haciendo lo mismo.
Puedo imaginármelo, con esa expresión entre frustrado y encantador, mirando su teléfono, escribiendo algo, y luego borrándolo.
Era como si ambos estuviéramos atrapados en una guerra fría emocional, donde la primera persona en escribir… pierde.
La app “Cita con el destino” tampoco ayudaba.
No había nuevos retos, ni notificaciones, ni mensajes de la producción.
Nada.
“Probablemente el algoritmo se rindió con nosotros”, pensé mientras bebía mi tercer café del día.
Pero una parte de mí —la más ridícula y romántica— creía que era una trampa.
Una estrategia para que nos extrañáramos.
Y, diablos, estaba funcionando.
Era lunes, y la oficina olía a estrés y café quemado.
Yo intentaba concentrarme en mi artículo sobre “El amor y la inteligencia artificial”, pero mis pensamientos insistían en desviarse hacia un par de ojos color miel, una sonrisa arrogante y un beso que me había dejado más confundida que una ecuación sin resolver.
—Concéntrate, Emma —me dije en voz baja, golpeando suavemente la mesa—. Eres periodista. Profesional. Independiente.
(¿Y con el corazón hecho papilla? Tal vez. Pero profesional al fin.)
Abrí el documento titulado:
“Cita con el destino: ¿puede una app encontrar tu alma gemela o solo arruinarte la agenda emocional?”
El título prometía, pero mi cerebro se negaba a cooperar.
Cada vez que intentaba escribir una línea, me invadía el recuerdo de Liam sujetándome del arnés, su voz gritándome entre el viento, y sus labios…
“¡No, no, no, Emma, basta!”
Sacudí la cabeza.
Y justo en ese momento, alguien tocó la puerta.
—¿Sí? —pregunté, agradeciendo la interrupción.
Una recepcionista apareció con una sonrisa y un enorme ramo de flores.
—¿Emma Sullivan?
—Eh… sí. —Fruncí el ceño, confundida.
—Entrega especial. ¿Firma aquí, por favor?
Tomé el bolígrafo con curiosidad.
No era mi cumpleaños.
No era San Valentín.
Y definitivamente nadie me había prometido flores últimamente (al menos no desde que uno rompió mi taza favorita).
Cuando la recepcionista se fue, miré el ramo: rosas, margaritas, y una pequeña tarjeta con mi nombre escrito con letra impecable.
Tragué saliva.
No podía ser.
Pero era.
Liam.
Con dedos temblorosos, abrí la tarjeta.
Decía:
“Dicen que las flores mueren rápido… igual que mi dignidad cuando intenté cocinarte en la cabaña.
PD: la rosa más torpe la escogí pensando en ti.”
—L.
No pude evitar sonreír.
Ese idiota.
Ese encantador, insoportable y maldito idiota.
Y, por supuesto, mi corazón decidió que era el momento perfecto para traicionarme y latir como si estuviera en una maratón.
Apoyé el ramo sobre el escritorio y me quedé mirándolo, sintiendo que mi oficina se llenaba de algo que había olvidado: esperanza.
Y fue entonces cuando mi teléfono vibró.
Un sonido que no escuchaba desde hacía días.
Una notificación con ese tono específico.
Miré la pantalla.
Y ahí estaba.
El ícono dorado y brillante de la app “Cita con el destino”.
Mi pulso se aceleró.
Nueva cita disponible.
“El destino cree que aún no han terminado lo que empezaron.”
Tragué saliva.
Miré el ramo.
Miré la pantalla.
Y, sin poder evitarlo, sonreí de nuevo.
—Ay, destino… —murmuré—. No sabes en lo que te estás metiendo.
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Hello, hellooo. De nuevo yo y por supuesto que este capítulo está que arde, la verdad es que este par son un caso, pero los amo ya se ganaron mi corazón y necesito más de ellos jajaja quién se siente igual que yo? Ahora escríbame posibles sucesos que se imaginan que van a pasar en el siguiente capítulo?? Las leo.
Editado: 23.11.2025