Cita con el destino (y con mi ex)

Cielo, caos y una notificación inesperada

Capítulo 16:

Han pasado tres semanas desde aquella locura con la banda y la serenata en plena calle.

Tres semanas desde que volví a decir “sí” —aunque sin palabras, con un abrazo, con lágrimas, y con el corazón latiendo como si tuviera dieciséis otra vez.

Y aunque me prometí que sería cautelosa, que no me dejaría envolver por su encanto de chico encantador con respuestas sarcásticas y sonrisa peligrosa...

Perdí.

Otra vez.

Pero perder así no duele tanto.

De hecho, se siente como ganar.

Liam y yo decidimos empezar desde cero.

Nada de shows, nada de cámaras, nada de citas con desafíos absurdos o pruebas emocionales televisadas.

Solo nosotros.

Hoy era nuestro “día sin plan”.

Y eso, viniendo de mí, era casi una aventura extrema.

—¿Por qué parque? —pregunté, mientras caminábamos por la vereda con dos cafés y una bolsa de galletas.

—Porque los parques no tienen guiones —respondió él, empujando suavemente mi hombro—. Además, quiero ver si puedes estar más de diez minutos sin revisar tu celular.

—Eso fue un golpe bajo.

—Veremos si lo merecías.

Nos tiramos sobre el césped, bajo un árbol enorme que parecía salido de una película.

El sol se filtraba entre las ramas, y por primera vez en mucho tiempo, no sentí prisa. Ni miedo. Ni la necesidad de demostrar nada.

Solo estábamos nosotros, mirando el cielo y riéndonos por tonterías.

Liam decía que las nubes parecían animales deformes. Yo le aseguré que una parecía su ego.

—Eso fue cruel —protestó.

—Realista —contesté.

Me giré hacia él.

Su mirada estaba fija en mí, no en las nubes.

—¿Qué miras? —pregunté, fingiendo desinterés.

—Mi destino —dijo con una sonrisa tan descaradamente dulce que tuve que rodar los ojos.

—Dios, estás insoportable.

—Y tú, adorable cuando intentas negarlo.

Reímos.

Y por un segundo, pensé que así debía sentirse la felicidad: simple, descomplicada, sin tanto ruido.

Hasta que… el universo decidió recordarnos quiénes éramos.

Un sonido familiar rompió el momento:

📱 “Cita con el Destino tiene una nueva propuesta para ustedes.”

Ambos levantamos la cabeza al mismo tiempo.

—No puede ser… —susurré.

—Debe ser una broma —dijo él, buscando su celular.

La pantalla brillaba con ese logo que prometía amor, caos y algoritmos imposibles de entender.

—¿La abrimos? —pregunté, medio divertida, medio asustada.

Liam me miró, se quedó en silencio unos segundos y luego soltó una carcajada.

—¿Sabes qué? No.

—¿No? —fruncí el ceño.

—No. Que se vayan al caño todos. Ya no quiero más apps locas, desafíos, ni pruebas para comprobar si somos el uno para el otro.

Tomó mi mano con fuerza.

—Ya lo sé. Y solo te quiero a ti.

El viento sopló, moviendo mi cabello, y por un instante pensé que el destino también sonreía.

Porque por fin entendí algo:

No se trataba de una app, ni de una cita perfecta.

Se trataba de nosotros. De elegirnos, aun cuando el mundo intentara hacerlo un juego.

Apagué el teléfono y me recosté otra vez sobre el pasto, apoyando mi cabeza en su pecho.

Él pasó un brazo alrededor mío y susurró:

—Si el destino quiere interferir, que haga fila.

Cerré los ojos, sonriendo.

Y ahí, bajo el cielo azul, entre risas y promesas silenciosas, supe que esta vez…

Era real.

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Así se habla Liam jeje y aunque la app (en cierto modo los unió) ya era hora de que dejaran esa loca app de (cita con el destino) a veces se pone súper loca jajaja y bueno ustedes que harían si existiera una app que te da la posibilidad de emparejarte con tu supuesta pareja perfecta, la usarías?




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