Abigail
Me acomodé la chaqueta frente al espejo, salí al balcón asomándome para ver la calle atestada de gente. Agarré la bolsa de tela que había dejado en la silla buscando las llaves del apartamento, di un último vistazo antes de cerrar la puerta y echar la llave, estaba un poco nerviosa por ver la ciudad, tenía la sensación de que si ocurría algo no habría nadie que me ayudara o si veía algo de lo que me gustaría hablar con alguien por horas solo me tendría a mí misma en el reflejo del espejo.
Bajé corriendo las escaleras como si fuera una niña pequeña en un parque, abrí la puerta con entusiasmo dejando que la luz del sol me diera en la cara. Me coloqué la mochila y empecé a andar mirando a ambos lados de la calle intentando recordar y vislumbrar todas las tiendas que pudiera, aunque sabía que tendría que recorrer las calles varias veces hasta que me quedase con las tiendas que había. Busqué con la mirada las librerías más cercanas.
El olor de los puestos me inundaba, recorrí las calles ilusionada por la oportunidad que podría tener en esta ciudad. Me desvié buscando un lugar tranquilo donde sentarse, caminé observando los parques que había cerca de la zona, me impresioné al ver las formas de animales míticos para crearlos, los niños corrían por las escamas del dragón colgándose de las barras de metal que formaban la cola. Me senté dejando la bolsa a mi lado, tal vez era la impresión de un lugar nuevo, pero cada pequeño detalle me fascinaba, pensé en cómo se vería un atardecer visto desde el tejado de mi apartamento.
Busqué el camino más rápido para llegar al centro, quería ver el centro de la ciudad, sobre todo una fuente de la arquitectura clásica que había visto por fotos. El camino más corto era de veinte minutos atajando por callejones, bloqueé el móvil y agarré la libreta que siempre llevaba conmigo, dibujé unas cuantas rayas intentando practicar con mi imaginación, tenía mucha tranquilidad recorriendo mi cuerpo, podía experimentar con las formas abstractas que tenía guardada mi mente sin ser juzgada. Las líneas se entrelazaron para formar un pequeño colibrí, empecé a garabatear dejándolo listo para darle detalles y color al llegar a casa.
Me puse los cascos y comencé a andar hacia el centro de la ciudad donde se iban reuniendo las tiendas una al lado de otra. Entré a una pastelería que me llamó la atención por las guirnaldas de plantas que tenían mezcladas con luces azules, en el interior tenían tres mesas de un tono claro de madera, me asomé al escaparate debatiéndome entre todos los pasteles tan apetitosos que veía, me decidí por dos que me atraían bastante, me guardé uno para más tarde. Le pegué el primer mordisco a la tarta de queso.
" Nuestra favorita"
Me paré en seco disfrutando cada parte, eché la cabeza para atrás pensando que era la mejor sensación que se podía tener en el mundo. Un señor más mayor se chocó conmigo sin querer y empezó a decir algo con gran velocidad, por lo que no entendí nada, aunque me imaginaba que me estaba riñendo.
Caminé durante un rato hasta que llegué a mi destino, me senté centrándome en la hermosa maravilla que contemplaban mis ojos, el único problema que añadí fue la cantidad de gente que se colocaba alrededor de la fuente para echarse fotos, sin embargo, eso no impidió que encontrara un hueco. Saqué de nuevo la libreta, fui mirando todos los dibujos que hice con el paso de los años, recordé lo costoso que fue aprender a dibujar, incluso aun así cada día aprendí algo nuevo, lo importante es que nunca me rendí por mucho que me lo pidieran replicando sobre las malas salidas que tenía el arte.
···
Después de comer en un pequeño restaurante, me encaminé al castillo de los duques de Bretaña, era uno de los monumentos que más quería visitar de todo Nantes. Recorrí las calles con la esperanza de que me diera tiempo a ver más cosas antes de volver a casa, a lo lejos vi alzarse las partes más elevadas del castillo, aceleré el paso casi corriendo. Me detuve admirando el arco de piedra que había antes de llegar a la puerta, pasé lentamente por el puente enfocando mis sentidos en los patos que nadaban en el agua que rodeaba al castillo, me adentré buscando la zona de información y de visitas, hasta que un guardia me paró explicándome que había un evento privado para el que necesitaba entrada, me disculpé apenada volviendo hacia el centro de la ciudad.
Mi mente divagaba mientras iba hacia la siguiente parada de mi salida improvisada, me dejaba guiar por la música que se esparcía por mi cuerpo, me sentía cómoda sin importarme lo que sucediera a mi alrededor. Mi móvil comenzó a vibrar, lo saqué del bolsillo del pantalón y suspiré al ver que se trataba de mi madre, dudé unos momentos si cogerlo o no, pero sabía que luego seguiría insistiendo.
—Hola mamá— contesté con una pequeña chispa en cuanto descolgué.
—Hola cariño, ¿qué tal? — preguntó alegre, escuché ruido por detrás pensando que sería mi hermano o mi padre. — ¿Has terminado de colocar todo? ¿Estás nerviosa por mañana? —prosiguió con su interrogatorio.
Rodé los ojos buscando con la mirada un lugar donde sentarme, caminé unos metros más hasta un banco que había en la acera, alejado de la carretera.
—No te preocupes tanto, terminé ayer de prepararlo todo, así que como no tenía nada mejor que hacer he salido a conocer un poco la ciudad— respondí sacando la libreta para dibujar antes de sentarme en un banco.
— Deberías estar en casa descansando para mañana—.
"Este es el comienzo de una gran charla, intentemos desconectar"
—Cariño, sabes que tu padre y yo no queríamos que fueras tan lejos y menos para hacer esa carrera, vas a acabar sin un futuro que te proporcione estabilidad, deberías volver a casa, aquí hay muchas cosas interesantes que puedes estudiar —explicó dándome la misma charla que en todo el verano, me la había aprendido de memoria. — Por lo menos no eches esta oportunidad a la basura, hemos invertido mucho dinero en esta tontería para que lo fastidies, así que vuelve a casa y duerme bien, mañana tienes que ir preparada. — Dejé de escucharla centrándome en un dibujo antiguo que estaba perfeccionando.