Ciudad de papel

Capítulo 7

Abigail

Coloqué el lienzo al lado de la ventana para que la pintura se secara más rápido, agarré los pinceles que había dejado en el escritorio dentro de un vaso, me los llevé a la cocina para limpiarlos mientras escuchaba la música que sonaba de fondo. Les di con jabón para quitar los restos de pinturas, tiré el agua del vaso para lavarlo y apartarlo a un lado para no utilizarlo para el desayuno.

Me dirigí al baño para preparar unas cosas antes de ducharme, me miré en el espejo viendo el desastre que me había preparado por el cuerpo, tenía la camiseta manchada de acrílico al igual que mis brazos y mi rostro, todo lleno de colores mezclados entre sí como si hubiera estallado una bomba de colores sobre mí.

Cerré los ojos cansada de todo lo que había hecho esos días, cogí la ropa colocándola encima del lavabo. Escuché mi móvil sonar desde el otro lado de la casa, aceleré el paso hacia mi cuarto de estudio, vi el nombre de mi madre en la pantalla.

" Ahora no puedo con esto"

Suspiré cansada, cada vez que me llamaba volvía a tocar el tema de que no iba a tener futuro, incluso a veces me mandaba mensajes para saber qué tal, y sabía que estaba mal, pero lo único que podía contestar era que estaba ocupada, que no podía hablar, al parecer se había hartado de esperar a que la llamara.

— Hola mamá— respondí mientras caminaba al salón para sentarme en una silla de madera y no mancharla.

— ¡Por fin tienes tiempo para tu familia! — exclamó con dramatismo. — Parece que desde que te has ido te has olvidado de que tienes familia—.

— No es eso, solo me estoy adaptando a las primeras semanas— comenté intentando que la respuesta fuera lo más creíble posible, ya que hablar de eso no es que fuera mi tema favorito.

—¿Estarás estudiando, ¿no? —.

— Ha eso he venido, sí— contesté de la forma más calmada posible, quería gritarla y pedirla que me dejaran sola hacer mi vida lejos de ellos, sobre todo si ellos no iban a apoyar nada de lo que hacía con mi vida. — Mamá, tengo que ducharme, tengo trabajos que hacer—.

— Claro cariño— replicó con un tono molesto, pero no tenía derecho a enfadarse conmigo. — Luego me llamas, muchos besos por parte de todos—.

Colgó dejándome con las palabras en la boca, enchufé el cargador en el baño para poner música en el móvil mientras cargaba, iba a salir a por unos materiales para un proyecto que nos habían mandado.

Sentí las gotas de agua caer por mi cuerpo quitando la mayor parte de la suciedad, me enjaboné el pelo recogiéndolo lleno de jabón en un moño para limpiar mi cuerpo, raspé mi piel con fuerza eliminando el resto de pintura. Me quité el coletero dejando caer mi pelo, el agua aclaraba el jabón de todo mi cuerpo, masajeé mi cabello relajándome por unos momentos, hasta que decidí que era hora de salir e irme.

Miré el mensaje que me había mandado a mí misma con las cosas que debía comprar, aunque mientras caminaba por la calle fui añadiendo alguna que otra cosa que me vendría bien para futuros proyectos. Aceleré el paso para volver al apartamento lo más pronto posible para continuar con algunos encargos que me habían hecho por mis redes sociales, necesitaba dinero, quería independizarme de lo único que me ataba a mis padres, el dinero.

Entré a la tienda observando lo que había en las estanterías, agarré algunas cosas antes de acercarme al mostrador para preguntar por lo que me faltaba, la mujer fue trayendo poco a poco las cosas que le pedía. Cuando tenía todo lo que quería, le pedí una bolsa y meter todo.

···

Dejé la bolsa encima del escritorio, me tumbé en el sofá tomándome unos minutos de tranquilidad después de dos semanas, era complicado adaptarse a cambios tan grandes con los que tenía, mi cuerpo pedía un descanso cada vez que pisaba el apartamento, aun así, me tenía que preparar la comida, la ropa, la casa y lo más importante, organizarme para los trabajos y los estudios.

Abrí la nevera buscando algún batido o comida que me diera energía para continuar con mis pedidos, me frustré al ver que tenía que bajar a hacer la compra. Tomé las llaves de vuelta para volver a salir de casa con la idea en la cabeza de que el día no podía ir a peor.

Corrí hacia la tienda más cercana para llegar antes a casa, esquivé a la gente que me miraba por encima del hombro o con amargura por las prisas que llevaba, me paré en la esquina de la calle con la vista puesta en la puerta, respiré hondo antes de volver a correr. Entré a la tienda buscando cualquier cosa, miré la parte de los batidos hasta que vi lo que estaba buscando, elegí unos batidos de frutos del bosque sin pensármelo, los llevé a la caja para pagarlo y volví a correr hasta el piso.

Metí en la nevera los batidos después de echarme un vaso que dejé en el fregadero para lavarlo más tarde.

" Porque es lo único que se nos da bien desde hace unas semanas"

Entré en mi sala de estudio decidida, amontoné algunos papeles para empezar con el boceto de un pedido, me alegré al ver que solo pedía unas cosas muy simples, que significara liberación y que diera rienda suelta a mi imaginación, la verdad es que me sorprendió bastante ya que preferían que me aferrara a un diseño de Internet al que le diera mi toque personal.

Dejé que el lápiz hiciera algunas líneas para inspirarme, pero cada vez que veía las rayas esparcidas solo podía pensar en la nada, borraba, volvía a empezar respirando para no agobiarme y aun así solo sentía una desesperación y un estrés que se adhería a las paredes de mi pecho hundiéndose hacia el suelo.

Tiré los papeles sin darme cuenta, estaba decepcionada conmigo misma, me dejé influenciar de nuevo por las palabras de mi familia, dejaba que entraran en mi cabeza haciéndome creer que no valía para eso, pero lo peor era el odio que tenía por permitirlo, por ser incapaz de crear algo como antes, o tardar semanas, incluso a veces, meses, para tener una idea que no me resultara un desastre.




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