Abigail
Isha hablaba en voz alta desde el salón para que la escuchara mientras terminaba de quitarme la pintura de mis manos, no prestaba atención a lo que me contaba, pensaba en el dibujo que tenía en mente desde hace días después de que Dániel me llevara a aquel lugar.
El recuerdo de abrir los ojos debajo del agua y sentirme como si estuviera a mil metros por encima de la atmósfera, contemplando cada astro que me rodeaba, pero sin duda lo que tenía la necesidad de pintar era sus ojos ambarinos observándome, iluminados por las pequeñas luces que se fundían en su mirada.
Me encaminé al salón donde Isha se encontraba sentada en el suelo apoyando la cabeza en la mesa, la mesa estaba llena de manchas por su trabajo, que se estaba secando al lado de la ventana para que le diera un poco el sol. Ella se giró continuando con su relato, intenté reconectar con la historia para no parecer tan perdida, aun así, tardé un par de minutos en entender lo que me estaba contando.
Me senté a su lado, acercándome a ella para escucharla y centrarme en el mundo real en vez de seguir divagando por mi mente. Me acomodé varias veces la ropa limpia de la incomodidad que sentía al estar en el suelo, continuamos hablando de distintos temas, hasta llegar a nuevos proyectos que teníamos pendientes para el futuro que no se relacionaban con la universidad.
—Abigail, ¿estás bien? Te noto distraída— preguntó con un tono de preocupación, se arrimó un poco hacia mí posando su mano en mi pierna para llamar mi atención.
—Sí, solo estoy un poco liada con algunas entregas, parece que necesito más horas al día para poder tener un descanso— contesté apartando la mirada con una pequeña sonrisa en el rostro.
" Las dos sabemos que él es la causa de que desviemos nuestra atención a otro lado"
No era capaz de aceptarlo para mí misma en muchas ocasiones, hacerlo con Isha era complicado, no tenía tanta confianza con ella como para abrirme de esa manera. Además, que un interrogatorio solo me haría sentir más incómoda respecto al tema.
Suspiró quitando su mano de mí para levantarse a por sus cosas, guardó en una caja los materiales que había utilizado antes de cerrarla y dirigirse a la puerta. La seguí de cerca, abrió la puerta girándose hacia mí con una pequeña sonrisa, me sentí extraña, no era alegría, era aprecio.
— Nos vemos el lunes— contestó dándome un abrazo que me impidió mover los brazos para devolverle el gesto.
Se separó antes de salir por la puerta, caminó por el pasillo unos pasos antes de darse la vuelta y lanzarme un beso a lo lejos, me dejé de asomar cerrando la puerta con rapidez para prepararme, había quedado de nuevo con Dániel en el carrusel para ir a un nuevo lugar del que no me había dicho nada.
Antes de meterme en la ducha decidí llamar a casa para que mi madre me dejara por el resto del día. Después de la última conversación que tuvimos colgué cabreada para no soltar ningún comentario hiriente, no quería explotar con ella, llevaban el dinero que me mantenía, y no creo que decir todo lo que llevaba tiempo callándome fuera la mejor opción para todos.
Agarré el móvil intentando controlar el temblor que me controlaba el cuerpo, apreté el puño contando mientras respiraba lentamente para mantener la calma. Me sequé unas pequeñas lágrimas que se habían escapado de mis ojos antes de llamarle. Sonó tres veces hasta que escuché cómo contestaban desde el otro lado de la línea.
—Hola Abigail, cariño, cuanto tiempo— comentó mi madre quitándome las palabras de la boca, se la notaba entusiasmada, tal vez pensaba que no la volvería a llamar o responder a las suyas.
— Hola mamá, ¿qué tal todo por allí? — pregunté dejando a un lado las emociones que me sobresaltaban por oír su voz.
— Estaríamos mejor si supiéramos algo de ti cielo, estábamos preocupados por no saber nada de ti— replicó con molestia para hacerme sentir mal, como lo hacía antes, desde que tenía uso de razón.
—He estado ocupada con las clases, intentando ser la mejor de la clase para que no me quiten mi beca— contesté lanzándole una pulla cansada de su comportamiento infantil hacia mí.
— Me alegra saber qué haces algo de provecho, aunque aún hay tiempo de conseguir trabajo si esto no funciona— respondió haciendo una pausa donde escuché algunas voces de fondo, supuse que tendrían una reunión familiar.
—Debo colgar, tengo una reunión con algunos compañeros de clase— contesté antes de colgar y lanzar el móvil a la cama, sentí como mis ojos aguantaban el peso del agua para que no se derramara ninguna gota.
···
Dániel me esperaba sentado en el banco donde estaba el otro día, me acerqué alejando las palabras de mi madre de mi mente, pensando que solo lo decía para herirme y que no tenía razón, porque mis esfuerzos habían creados después de años de prácticas todos los diseños que vendía, dibujos que la gente pedía por el trabajo y dedicación que había detrás de ellos.
— Hola Abigail— escuché que decía sin darse la vuelta hasta que me coloqué a su lado, se giró para observarme con precisión antes de volver a hablar. — Te ves espléndida, tan hermosa como el nacimiento de una estrella—.
Me sonrojé un poco sabiendo que no sería capaz de verlo por la oscuridad que nos rodeaba, noté su mirada recorriendo mi cuerpo, sonreí con la poca fuerza que me quedaba dando dos pasos para atrás esperando a que me guiara de nuevo.
— ¿Cómo sabías que estaba detrás de ti? — pregunté mientras comenzamos a andar hacia el carrusel, él tonteaba con las llaves dándoles vueltas entre sus dedos.
— Es como una intuición— aseguró adelantándose a abrir la puerta del carrusel, me quedé callada sin saber qué decir, esperé para adentrarme con él.
— Supongo que hoy nos saltaremos la vuelta por la atracción— bromeó andando hacia la base del carrusel, donde volvió a dar a botones como la última vez, sin saber qué hacía exactamente.