Dániel
— Debes buscar otra forma de contactar con ella, aún no sabemos por qué te buscan— comentó Sea mientras se echaba el café en el vaso.
—Ese es el problema Sea, no puedo contactar con ella, siento la conexión muy débil— contesté preocupado, no podía dejar que les ocurriera nada. — Tengo que intentar ir de nuevo, ya buscaré alguna forma de evitarlos, como la última vez—.
— La última vez casi te quedas atrapado en un mundo en plena construcción— mencionó un poco molesta. — Buscaremos otra forma, pero mientras tienes que dejar de ir al Intermedio— explicó cruzándose de brazos.
— No hay otra manera de llegar hasta allí sin pasar por el Intermedio, debo intentarlo— insistí, me eché hacia atrás en el sillón.
— No puedes correr tantos riesgos, te estarán buscando— aseguró antes de beber un poco de café. — Además si te siguen puedes ponerla a ella en peligro, o a Abigail si te siguen hasta aquí— me quedé callado agobiado, ya la había fallado a ella, no quería hacerle daño a Abigail también.
— La última vez los despisté— volví a repetir.
— Como te he dicho antes, casi te quedas atrapado en la creación de un mundo— declaró. — Puede que seas un ser mítico, pero eso podría terminar mal para ti. — Sabía que tenía razón, pero tenía mucha rabia acumulada, me sentí inútil por no poder hacer nada.
Me levanté para ir a mi habitación a por la llave del carrusel, Sea me miró salir del salón confundida. Escuché sus pasos detrás de mí siguiéndome hasta mi habitación, entré mirando encima de mi escritorio las llaves, abrí los cajones sin saber dónde las había puesto.
— ¿Qué haces? — dijo Sea detrás de mí, se acercó a mí sentándose en el escritorio a mi lado.
— Voy a ir a verla, no me voy a quedar de brazos cruzados— respondí apartando los papeles y la ropa que había.
— No. — Paré de rebuscar mirándola unos segundos, entonces cerré los cajones y me dirigí a su habitación. —¿A dónde vas ahora? — preguntó exasperada.
— ¿Dónde la has escondido? — contesté buscando en las cajas de su estantería, frustrado me giré hacia ella esperando una respuesta.
— Lo siento Dark, pero por ahora no es seguro— respondió alejándose, caminó rápidamente por las escaleras para volver al sofá.
—Sea, por favor no estoy para—.
— No, no te voy a dar las llaves— exclamó interrumpiéndome. — Si quieres ser de ayuda tendrás que esperar, si te pasa algo no podrás hacer nada— explicó más calmada. — Ella vendrá si te necesita. — Dejé de escucharla, abrí la puerta de casa marchándome dando un portazo.
···
Abigail
Isha estaba en mi cama tumbada mientras me ponía un poco de pintalabios. Ella tenía la música puesta mientras miraba las fotos de la gente, me di unos cuantos retoques antes de volver a la habitación.
— Ya nos podemos ir— dije deteniéndome en el marco de la puerta, Isha se giró observándome con la boca entreabierta y con una sonrisa. —¿Qué? — Me reí por su expresión.
Ella se levantó caminando hacia mí, me agarró la mano pidiendo que me girara, di una pequeña vuelta lentamente. La miré con una sonrisa, sentí como la rojez se formaba en mis mejillas, pocas veces había tenido esa sensación, pero me encantaba.
—Abi, no sé cómo lo haces, pero cada día te ves más guapa— comentó alzando la vista hacia mí, bajé la cabeza sin saber qué decir.
Isha agarró su bolso del sofá quitándose las arrugas del pantalón, cogí las llaves de la mesa abriendo la puerta esperándola. Ella salió bajando las escaleras mientras cerraba con llave la puerta del piso.
Isha nos guio por unas pequeñas calles para llegar más rápido al bar que por la ruta que elegí la última vez, los pequeños bares y tiendas que había estaba medios vacíos a excepción de unos pocos que ya se empezaban a emborrachar.
—¿Qué tal con él? — preguntó Isha agarrándome del brazo.
— Dániel es una persona que te atrae, pero no físicamente, sino como si hubiera algo más— expliqué mientras caminábamos.
" Tú y yo sabemos qué es"
— La verdad es que con él me siento muy cómoda, y que puedo ser yo porque sé que no me va a juzgar— le dije continuando la conversación, ella me apretó un poco la mano con una sonrisa.
— Pensé que iba a ser el típico capullo que parece un encanto al principio— declaró con una risa amarga. — Pero el otro día me demostró que no, y las pocas veces que ha vuelto a venir ha sido agradable, por lo menos no habéis estado pegados como lapas. — La di con el codo un poco sonriendo.
Llegamos al centro, la gente estaba sentada en las terrazas o en alguna tienda que hubiera o alrededor de la fuente donde los turistas buscaban algún hueco donde poder echarse una foto sin tanta gente de por medio.
Sentí un golpe en el codo, me giré hacia atrás por instinto, pero me quedé callada al ver a Dániel girarse hacia mí. Se quedó quieto un momento antes de acercarse a darme un beso en la cabeza y a abrazar a Isha disculpándose por haberme dado.
— Kobrilýs— me susurró en el oído, sentí un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo.
— Si quieres puedes venir con nosotras— sugirió Isha. — Íbamos a un bar que está cerca— dijo con una sonrisa maliciosa.
Dániel miró el móvil antes de asentir y caminar detrás de nosotras, le noté un poco apegado al móvil, tenía el rostro tenso, sus labios formaban una línea. Le dediqué una mirada de preocupación a Isha que también le observaba de reojo.
Al entrar nos fuimos a la misma mesa del otro día, el bar estaba bastante vacío, aún era temprano y la gente no había venido. Nos sentamos y unos minutos más tarde el camarero vino a tomarnos la orden.
—¿Y a dónde ibas antes? — preguntó Isha echándose hacia atrás, relajándose en la silla mientras esperábamos.