Abigail
Mi móvil volvió a sonar por tercera vez en toda la tarde, no tenía por qué mirar para saber que era mi madre. Llevaba meses esquivando sus llamadas con excusas de que estaba ocupada, y lo poco que hablaba con ella acababa en discusión por mi "pésima" elección.
Hablaba a veces con mi abuela y mi tía, pero el resto de mi familia no sabía casi nada de mi desde que me fui. Miré el móvil antes de que terminara de sonar, si todo hubiera sido distinto le hubiera cogido la llamada, incluso estaría mirando un vuelo para volver a casa.
Sentí como el dolor de cabeza aumentaba al escuchar el móvil por cuarta vez. Me levanté quitándole el sonido, observé la pantalla unos segundos antes de responder.
— Hola mamá— dije intentando poner una sonrisa, esperando que esta vez no volviera a sacar el tema.
— Hola cariño, ¿cómo estás? — preguntó de forma calmada, me extrañé, pero al notar el tono tranquilo me relajé.
— Estoy bien, estaba estudiando para los exámenes finales— contesté agarrando uno de los folios de la mesa. — Quiero conseguir la mejor nota—.
—Eso está bien, debes estudiar— dijo, escuché como llamaban a mi hermano, escuché como protestaba mientras se acercaba.
— Hola enana— me quedé en silencio al escuchar la voz de mi hermano, desde que me fui no habíamos hablado desde que me fui.
— No soy enana, soy más mayor que tú— sonreí, intenté no llorar porque de verdad le extrañaba, aunque a veces me sacara de quicio. — ¿Qué tal las clases? —.
—Como siempre, mamá no ha dejado de molestarme desde que te fuiste— susurró, me reí al pensar que mi madre estaría cerca sin saber lo que hablábamos.
— Mamá quiere que vengas a casa en las fiestas de Navidad— comentó, me quedé callada porque estuve dudando durante varias semanas.
— No sé si puedo ir, tengo exámenes a la vuelta— expliqué mirando por la ventana, me tapé con la manta dejando los papeles a un lado.
—Venga enana, puedes— escuché un ruido, mi hermano comenzó a protestar antes de oír algo.
—Bueno cariño, te quería preguntar si ibas a venir por Navidad— asimilé que mi madre le había quitado el móvil a mi hermano.
—Buscaré un vuelo para ir lo más pronto posible— contesté suspirando, miré la pila de hojas que tenía que estudiar, pedí perdón hacia mis adentros porque no creía que pudiera ir.
Después de un rato hablando con ella le dije que debía colgar para seguir estudiando, me puso varias pegas intentando que me quedara un poco más, pero al final desistió y colgó.
Me pasé las manos por la cabeza sin saber qué hacer, giré la cabeza viendo la mesa, refunfuñe buscando el móvil con la mano para llamar a Isha y a Dániel. Sabía que él estaría ocupado, pero iba a intentarlo, Isha me respondió al segundo, colgó después de asegurarme varias veces que se daría prisa en llegar, Dániel no contestó, así que le mandé un mensaje para que lo viera más tarde.
Media hora más tarde seguía en el sofá tumbada en pijama con las hojas esparcidas por el suelo, tocaron a la puerta de arriba, agarré la manta arrastrándola por el suelo. Abrí la puerta para encontrar a Isha de pie observándome lentamente hasta llegar a mis ojos, la dejé pasar sin decir nada y ella caminó hasta el sillón sentándose.
Me tumbé en el sofá a su lado soltando la manta, ella observaba los papeles desperdigados por el suelo. Se levantó hacia el sofá, me levantó las piernas moviéndolas a un lado para hacerse un hueco, me miró sin decir nada antes de suspirar.
—Abi, ¿quieres contarme lo que ocurrió? — Me acarició la pierna para que no me estresara, asentí sin saber por dónde empezar. — Podemos hablar cuando estés más calmada—.
Isha se quitó las zapatillas dejándolas a un lado del sofá, me senté y ella aprovechó para estirarse, me coloqué a su lado apoyando mi cabeza en su tripa, me comenzó a acariciar en la cabeza. Cerré los ojos intentando olvidarme del tema, quería volver a casa con mi familia, pero no sabía si estaba lista para enfrentarme a ellos si pasaba algo.
— Mi madre quiere que vaya a casa por Navidad— respondí acercando mis rodillas a mi pecho, me removí girando mi cabeza hacia el techo.
—¿Estarías a gusto al volver a casa? — me preguntó volviendo a la duda que he tenido durante este tiempo.
— No lo sé— susurré. — Quiero volver a casa y discutir por tonterías con mi hermano, quiero volver a abrazar a mi abuela y mis primos— solté dejando que las lágrimas que había acumulado en mis ojos. — Pero no quiero ir allí para estar todo el día gritándonos, además de que tengo que estudiar, quiero demostrarles que se equivocan—.
Isha me abrazó con fuerza mientras yo dejaba salir todas las lágrimas que había acumulado durante tanto tiempo. Estaba exhausta de pelear con mis padres por querer persuadirme para cambiarme de carrera, o que no respetaran ninguna de las decisiones que hice.
Cuando me sentí mejor me levanté alejándome un poco de ella, la miré con una pequeña sonrisa agradeciéndole que estuviera ahí. Ella se levantó y comenzó a recoger las hojas del suelo y de la mesa y a amontonarlas para llevarlas a mi estudio, al volver agarró su bolso.
— Ahora vuelvo, vete eligiendo una película o una serie que te apetezca ver— dijo antes de cerrar la puerta dejándome confundida.
Me eché un poco hacia delante para llegar al mando, traje una manta por si Isha quería, me arropé con la que tenía pasando las recomendaciones buscando alguna que me interesara. Llamaron al timbre, me levanté desganada para abrir la puerta, Isha entró a toda prisa dejándome en la puerta.
Me senté en el sofá viendo por encima lo que hacía, vi como sacaba unos bols y un par de cucharas. Agarró la bolsa que había traído para sacar unas bolsas de chucherías y dos botes de helado, poco a poco las fue llevando a la mesa, sujetó los botes de helado dándome a elegir.