Inhaló todo el aire que sus pulmones pudo almacenar, por alguna extraña razón sentía que no era suficiente, así que volvió a hacerlo un par de veces.
Una vez su cuerpo tuvo suficiente oxígeno, miró hacia todas direcciones con mucho nerviosismo, realmente no entendía nada de lo que sucedía. Su cerebro era incapaz de procesar nada y sus recuerdos eran confusos, al igual que sus pensamientos.
A su lado se encontró con lo que parecía una doctora, un enfermero y una enfermera. El muchacho tenía un ojo morado, la enfermera tenía heridas combativas, solo la doctora se encontraba ilesa a primera vista.
Incluso en esas situaciones, en las que se sentía en peligro podía tomarse la licencia para analizar las cosas.
—Avísale a la jefa que sigue viva... —dijo la doctora en inglés mientras respiraba aliviada y se sentaba en el suelo, paso una mano por su frente. El enfermero salió corriendo de la habitación. ¿quién era la jefa?
—Realmente esta chica se quiere morir —murmuró la enfermera en el mismo idioma mirándola con lástima mientras acariciaba una de sus mejillas con su pulgar.
Trató de hablar, pero no salió sonido alguno de su garganta, cosa que la alarmó. Respiró hondo tratando de estar tranquila, todo le dolía. Se sentía como si que un camión la hubiera pasado por encima, pero podía tolerarlo.
—Hola niña —le dijo la doctora sonriendo—. No vas a poder hablar, tuvimos que hacerte una traqueotomía de emergencia. Estarás bien, al menos si dejas de tratar de morir y peleas por vivir.
Asintió y con un esfuerzo sobrehumano le sonrió, estaba muy cansada, necesitaba dormir. Trató de mirar para abajo, al hacerlo la enfermera guío su cabeza hacia arriba nuevamente. Le tendió un espejo y con el reflejó vio que tenía todo el torso herido.
Miró hacia todos lados, se percató que estaba en una cama de hospital, que había instrumentos de hospital, pero no se encontraba en el hospital. Las paredes tenían un color verde viejo y gastado, había unas manchas de humedad en el techo.
La doctora siguió sus ojos con la mirada.
—Sí, creo que hay que limpiar un poco este lugar, lijar y pintar. ¿Cómo te llamas? —le cuestionó.
"Ariadna" deletreó con sus manos.
Lo único que sabía del lenguaje de señas era el abecedario, en esos momentos se sentía terrible por no saberlo. Quizás así podría comunicarse mejor con el resto, aunque claramente no sabía cómo usarlo en inglés.
Las caras de sorpresa de ambas no fueron para nada disimuladas.
— ¿Sos la chica secuestrada buscada por la interpol? —preguntaron asustadas.
Ella asintió, Alan era de la interpol, así que asumió que movió sus contactos para que rápidamente la buscaran por todos lados. Tenía muchas preguntas: ¿Dónde estaban? ¿Cómo llego ahí? ¿Josefina se había entregado? ¿Dónde estaba Morales? ¿Maira la había encontrado?
Antes de poder siquiera comenzar a hacer gestos para tratar de preguntar la puerta rechinó. Unos pasos retumbaron por todo el salón y una autoritaria figura femenina se hizo presente lentamente.
Era firme, era elegante y cargaba con ella un aire insano que antes no pudo percibir. Había sido ciega, su forma de ver el mundo le impidió ser neutral, que estúpida.
Con un gesto de su arma hizo que las tres chicas retrocedieran y esperaran contra la pared, junto con el enfermero.
Miró en todas direcciones, implorándole a todos los dioses que conocía para que la ayudaran, tratando de creer, haciendo un esfuerzo sobrehumano por tener genuina fe en esos seres fantásticos. Pero no podía, la ausencia de un dios en el cual creer solo hacía que sintiera el miedo más que cualquier creyente.
El pulso de la colorada se alocó, cosa que la máquina mostró haciendo unos pitidos insoportables. Cada paso que daba esa muchacha de cabellera negra hacía que se pusiera aún más nerviosa. Ahora sabía que ella no había logrado escapar de las garras de Josefina... Sino que era su prisionera.
Capítulo 3: Piezas faltantes
La detective Paz miraba con tristeza por detrás del cristal a ese joven inconsciente reposando en la cama. Su pelo alborotado, sus signos vitales débiles. Por primera vez en días lo veía con una cantidad de paz que hacía que entendiera el débil estado mental que tenía el muchacho, quién hacía un enorme esfuerzo por verse fuerte.
Es que no entendía la manía que tenían algunas personas por no llorar, por no flaquear, no le parecía ni normal eso. ¿Por qué tanto perjuicio con caerse? Estar en negación sobre una caída solo hacía que no aprendieras a levantarte.
Quizás solo pudo comprender eso cuando pensó como Lien, haciendo un esfuerzo sobre humano por actuar como él, pensar como él y hablar como él.
<<Debilidad… >>pensó. <<No tengo tiempo para planear mi siguiente movimiento si estoy llorando, no puedo concentrarme en sacrificar lo que debo sacrificar. Si me dedico a estar mal lo único que lograré es perder cosas que no necesitaba perder. No puedo llorar, no puedo tambalearme hasta que la encuentre. >>Se imaginó que él hablaría así.
Eso que pensaba concordaría con su teoría, cada palabra y acción era meditada previamente para que ninguno de ellos se diera cuenta. Y, sin embargo, una parte de ella, se reprendía por no haber hecho nada tan drástico como le habían recomendado. Claramente no entendía lo grave del problema.
Apoyó su mano en el cristal, debía dejar de ser negativa, su Compi se lo habría encargado, ella lo quería mucho, las pocas veces que hablaron de él se veía en su mirada la emoción y el encanto que había causado en ella.
"Estará con sedantes durante un tiempo, esperamos que hasta que su cuerpo esté mejor no pase muchas horas consciente. Está muy débil como para hacer alguna locura" las palabras de los doctores retumbaban en la cabeza de Maira. Las cosas no le estaban saliendo bien ese día, ni esa semana, ni ese mes...
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Editado: 04.12.2020