Aiden cargaba una serie de gruesos libros forzados en su persona y una expresión de desilusión en el rostro incluso estando acompañado de Mary, que para estar en la vecindad de sus cuarentas se mantenía muy bien; no, demasiado bien. Fácilmente pasaría por alguien en empezando sus veintes. Sobra decir, con un aspecto tan fiel a la realidad, Mary ha pasado por cero cirugías.
Lo lleva a uno a pensar qué clase de ungüentos, píldoras y demás productos toma para conservarse tan asombrosamente joven. En otro lugar la llamarían vampiresa, pero en esta ciudad no es la única ni de las pocas.
Tal vez el verdadero vampiro es el mercado pensó Aiden alguna vez tiempo atrás, pero no más. Cosas así se veían todos los días y nadie levantaba una ceja en contemplación. Nada de ese nivel asombraría a los habitantes de esta ciudad.
Esa particular atmosfera que sangraba en las esquinas, de secretos, para los que saben buscar, así como la inquietante sensación de hace un año que solía acompañarlo a todas partes, no está más presente en Aiden.
En una ocasión pocos días de haberse mudado tuvo una pesadilla: En el centro de la cuidad la tenue luz del atardecer que lograba atravesar los rascacielos pintaba de melancolía las calles. Él estaba buscando algo que podía entonces ni podría hoy ponerlo en palabras. Entre las masas de gente apuradas yendo de un lugar al siguiente, un puñado no diminuto de personas de plástico lo miraban fijamente con la misma expresión seria y tiesa, una surreal homogeneidad entre los transeúntes perpetradores de las prejuiciosas miradas.
Los sueños extraños continuaron un tiempo, pero pronto se detuvieron. Era como si su propio inconsciente le dijera que no tenía tiempo para sentirse fuera de lugar con las exigencias académicas de esta ciudad pisándole los talones a cada momento.
Una vez eres parte y asumes tu rol ciertamente te vuelves uno con el lugar y dejas de encontrar extraño las cosas más particulares.
Y así como ese día en que lo inusual se volvió cotidiano, Aiden tenía otras prioridades presentes en su mente.
Más que curiosidad por la chica, lo que colgaba de su persona era indignación que cualquier otro pensamiento.
No habían pasado ni cinco minutos y ya había bloqueado por completo la existencia de ella, había entrado en su propio mundo. Era más fácil lidiar con las emociones así.
–Haa… –Acompañado del suspiro una profunda decepción era la causante de la cara larga, apenas era el primer día y ya fue regañado.
Hace solo unos momentos él y la chica siguiéndoles un poco detrás recibieron una pequeña reprimenda sobre responsabilidad y puntualidad, cortesía de Mary.
Ser regañado el primer día no estaba en su idea de una nueva vida, sentía su futuro ideal resbalándose de entre sus dedos.
¿Cuál es la diferencia a años pasados? Antes o ahora Aiden siempre fue un imán de problemas o directamente creador de estos, pero nunca satisfecho con la naturaleza de los mismos, atrapado en un cicló creado por él mismo, ya que el momento que algo cotidiano intervenía todo se volvía parte de una rutina.
Quiso tomar una actitud de que-me-importismo, pero su cuerpo lo delataba y para empeorar las cosas Mary empezó a darse cuenta que algo había provocado en Aiden un estado de inmersión en sus pensamientos. Opto usar la clásica táctica de hincar heridas por "accidente".
–¿Acaso te quedaste sin palabras y ahora usas tu sucia imaginación luego de ver tan linda chica? –dijo cerca del oído de Aiden al notar la tonta cara que este hacia al pensar.
Esta vez su estrategia se basaba en herir el orgullo de Aiden, fue su profesora todo un año, solo con verlo podía saber que era un virgen puberto sin experiencia alguna.
¿Qué por qué lo hacía? Rumores decían que Mary estaba entrando en la menopausia, eso o quizá su persona punk y delincuente del pasado le susurraba al oído cuando veía a Aiden. Quería molestar un poco al chico.
Definitivamente ella es una de esas profesoras que el momento que empezaron su profesión con las mejores intenciones tuvo una mala experiencia y eso la convirtió alguien que disfrutaba en molestar a sus alumnos, o al menos de eso estaba convencido Aiden, pero no podía estar más equivocado. En su primer día de clases unos chicos terminaron en la enfermería y al siguiente comenzaron a llamarla "Jefa" y las chicas "hermana mayor" de allí en adelante. Por supuesto eso fue antes de que empezara a trabajar en esta institución del mañana.
–N-no es nada, ¡Y NO ES ESO TAMPOCO, GRACIAS!
Después de lo que dijo su profesora, Aiden cuidó de no poner más la misma expresión tonta al pensar. Una mejor alternativa era volver a la realidad, retomó donde lo había dejado antes de refugiarse en la fantasía.
«Ciertamente es extraño, a estas alturas todos los estudiantes ya recibieron la información básica sobre las instalaciones.... Y el tutor a cargo del 2C; es cierto que tiene su fama, pero no lo veía como alguien irresponsable» Pensó Aiden. «No es que me queje tampoco, por supuesto que no, es más, debería darle las gracias por ser tan incompetente y permitirme conocer a alguien tan linda. ¡Así es, más tarde me daré una vuelta por su oficina a agradecerle personalmente!»
Discretamente giró su cabeza para ver a la chica de cabello castaño que camina unos cuantos pasos detrás de él.
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Editado: 03.03.2021