Y así el primer día de clases había acabado luego de un largo y agotador discurso sobre el futuro y otros temas, unos de mucha importancia, otros no tanto; cortesía del rector, y presentación tras presentación de planes de trabajo entre otras inducciones de lo que será el brutal año escolar para los de segundo.
La mayoría de los estudiantes se dirigieron a sus respectivos dormitorios, probablemente a estudiar. El nivel de rendimiento para estar en esta institución era sumamente elevado después de todo.
Entre los ilusos confiados de poder alcanzar al resto estaban Aiden y otros cuantos de sus compañeros quienes decidieron ir a echar un vistazo al distrito comercial para ponerse al día.
Jóvenes de todo el mundo con todo tipo de orígenes eran reunidos y pulidos aquí, incluyendo la clase de Aiden por supuesto, por lo que después de un año ver tanta variedad étnica y personalidades había perdido su encanto.
Era natural que se reúnan aquí toda clase de talentos, incluso en la escuela de Aiden, la cual era de las más normales, después de todo la mejor educación y experiencia podían encontrarse aquí.
Los mejores estudiantes eran fichados desde antes de entrar y para cuando consiguen un título son escogidos para trabajar con las compañías más desarrolladas e importantes del mundo, muchas de las cuales, sus sedes, estratégicamente residían en la misma ciudad.
A unos cuantos metros del grupo un pequeño camión de aspecto robusto se detuvo. El momento que se detuvo seis cilindros bajaron y rápidamente, en cuestión tres o cuatro minutos recogieron los basureros y limpiaron todo desecho que había en la calle mientras la dejan reluciente y con un buen aroma. Incluso eso había perdido su novedad, ese tipo de cosas ocurrían en todas partes a cada momento en esta ciudad.
Sin embargo Aiden se encontraba de buen ánimo, no solo por ver y divertirse con sus amigos, sino por la inclusión de un agente extraño, extraño y fascinante.
No se trataba de nadie más que de Maika, que había causado gran impresión en Aiden, quien por cierto descaradamente volteaba a mirar en su dirección una y otra vez.
Había sido invitada por Blair, la siempre considerada y competente delegada con quién conversaba aparentemente a gusto.
Maika se acercó al grupo al mismo tiempo que una ráfaga de viento cortó entre la multitud, alborotando ligeramente sus, castaños como una nuez, cabellos sobre su dulce rostro.
El antes monótono aroma de la limpieza se volvió una delirante fragancia en presencia de hermosa muchacha. Lo hace pensar a uno: ¿Dónde quedó la feroz mirada que Aiden vio en la mañana? Maika puso sus cabellos en orden con una mano mientras sostenía su falda, solo por precaución, con la otra. Cierta elegancia era saboreada en sus movimientos, nada muy exagerando, pero ciertamente añadía encanto a la escena que los ojos de Aiden consumían sin pena.
–La noche viene, los demonios reirán del pobre durmiendo en la calle dice un proverbio que alguna vez escuché. Debo ir a casa pronto. –dijo Maika, sus palabras cargadas de un ominoso sentimiento, por alguna razón se sentían como una advertencia.
«Qué extraña manera de despedirse», pensó Aiden. Pronto la figura de Maika desapareció en la distancia.
No mucho después, habiendo paseado por la cuidad de estudiantes por horas, los chicos y chicas con un lugar en los dormitorios oficiales habían optado por volver a sus cómodas y cálidas residencias. El único que quedó fue Aiden, buscando un nuevo lugar para comer que Saya le recomendó.
El restaurante estaba en el extremo de la plaza comercial a solo una docena y un poco más de metros del distrito abandonado.
–El distrito abandonado... Entiendo que algunos edificios están construidos con aleaciones sintéticas tan fuertes al punto de prácticamente ser súper bunkers, pero si solo ocupan espacio, ¿por qué aún no los tiran abajo?, es como tener un vistazo a un futuro apocalíptico. Sinceramente me da escalofríos.
La zona no era de su agrado, pero quería ahorrar y comer algo bueno por lo que decidió seguir el consejo de su amigo. Aparentemente el restaurante era en realidad una casa y el primer piso fue remodelado como un acogedor restaurante y este cumplió su propósito, haciéndole sentir como si estuviera de vuelta en casa.
Para cuando termino de comer el cielo naranja del atardecer empezaba a oscurecerse y para su sorpresa vio a lo lejos una figura conocida.
–Huh, ¿Maika?
La chica estaba caminando en dirección del distrito abandonado. Aiden lo pensó por un momento y decidió seguirla solo hasta alcanzarla y preguntar qué tenía que hacer en ese peligroso lugar. Tal vez, como era nueva en la ciudad, sentía curiosidad por el misterioso distrito.
Se convenció de que como su sénior en la extraña ciudad tenía la obligación de cuidar de Maika.
Pensó que tal vez la conducta de la chica de alguna manera estaba vinculado con extraños rumores de gente desapareciendo, algo que menciono el director en su discurso, o puede que estudiantes mayores están intimidando a los nuevos a tener una prueba de valor o peor aún, en algún lugar de esos viejos edificios gente peligrosa trataba con drogas. La imaginación de Aiden voló libremente en la nebulosa de fantasías y hormonas que era su cabeza.
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Editado: 03.03.2021