Ciudad del Alquimista

Consecuencias

No tenía oportunidad alguna, de hecho, ganar nunca pasó por su cabeza, tan solo buscaba una oportunidad para hacerla entrar en razón y que acepte su ayuda. Lo único que podía hacer era esperar a que ocurriera un milagro.

Pero ¿De verdad ocurriría un milagro en esa situación? Y si ocurría, ¿sería a favor de él, quien no importa como lo mires, era un egoísta?

Sobreponerse a la adversidad, conseguir algo con los frutos del esfuerzo, incluso si no es necesariamente con tu propia fuerza, sino la de alguien más prestando la suya; Aiden siempre llamó a eso un verdadero milagro, si así podía llamársele.

No es algo que ocurre porque sí, alguien tiene que crearlos; en eso creía, y ese milagro había ocurrido.

Al ver toda la determinación de Maika para no involucrarlo lo inspiró a ser fuerte, a luchar por ganarse un lugar junto a ella.

Aferrado al trozo de papel que había recogido, Aiden pensó: Si tuviera la fuerza necesaria, podría usarla para protegerla.

Por otro lado estaba Maika, mientras apretaba el gatillo, pensó en cuán arrogante fue al creer que tenía la suficiente fuerza para mantener al resto del mundo lejos y protegerlos del peligro; su fuerza, después de todo, no se demostraba al proteger, sino al cazar.

El papel que Aiden llevaba en su mano tenía dibujado en él un circulo con símbolos bastantes complicados, a ese tipo único de círculo mágico también se lo llama círculo alquímico.

No conocía nada sobre la alquimia, ni su más básica regla: transmutar. Desconocía el conteo y estructura molecular del concreto como para transmutar el suelo a una pared para cubrirse, pero si tenía una orden.

¡Protégeme! ¡Protégeme de la explosión! Aulló en su interior con todas sus fuerzas.

Una tremenda colisión ocurrió y una pared de fuego incendió casi instantáneamente el oxígeno en una parte del pasillo. Del otro lado de la pared de fuego una densa masa negra resistía la presión y las llamas, manteniendo a salvo a Aiden. Justo en el instante en que Maika jaló del gatillo el humo negro se reunió como un escudo entre ellos, recibió el impacto e incluso después de eso protegía a Aiden de la pared de fuego.

Nada sobrenatural pudo atravesar la pared oscura, todo lo que la tocaba era repelido. Más bien, las llamas al contacto con el humo negro no eran extinguidas, eran devoradas, y solo lo que no alcanzaban a devorar era reflejado por la fuerza misma de la explosión que no podía atravesar la pared que creó Aiden.

–¿Pero qué? –Aiden fue el primero en hablar.

La pared de llamas se dispersó unos segundos después, en su lugar todo lo del otro lado ahora estaba cubierto por el fuego que no alcanzó a ser devorado. Maika, habiendo recibido la onda expansiva de la explosión a centímetros de ella, se encontraba inconsciente.

«Espero que no tenga sangrado interno o le falle algun órgano… No, antes dijo que solo me noquearía. Espero que así sea» Pensó Aiden.

Afortunadamente no fue tan afectada directamente por el fuego, seguramente tendría quemaduras de primer o segundo grado, pero todo el daño fue superficial. El único peligro real era que todo alrededor de ella estaba cubierto por llamas. Aiden se apresuró a rescatarla, cuando una sensación extraña recorrió su cuerpo.

–¡! ...¡BUAH!! –Una bola de sangre salió escupida por su boca, sintió como si regurgitara sus propios órganos.

Observó incrédulo la sangre, pero podía sentir que había aún más daño en su cuerpo del que es consciente. Sin embargo no podía detenerse mucho más tiempo, si lo hacía no solo Maika sino él también morirían incinerados. Su cuerpo sacó fuerzas de donde no había y aguantó el dolor hasta sacar a ambos de las llamas hasta uno de los salones y luego del edificio por una ventana.

Las llamas se propagaron tanto que podían verse claramente desde fuera y continuaban aumentando. Los dispersores contra incendios más cercanos ni siquiera tuvieron su oportunidad de actuar, ya que habían sido dañados por la explosión casi inmediatamente.

Los bomberos, policías y los profesores pronto estarían allí también, ¿Cómo exactamente iba a explicar lo que sucedió?, sin importar que mentira dijese seguirán siendo sospechosos de causar el fuego y no tenían forma de probar lo contrario. Por supuesto, explicar lo que pasó no era una opción.

Debía esconderse y rápido. No podía volver a su dormitorio, los encontrarían en el camino y tampoco podría cargarla por tanto tiempo, la única opción que le quedaba era ocultarse en los mismos terrenos de la escuela hasta tener una oportunidad y escabullirse a los dormitorios.

–¡Co-Coughf! –Otra bola de sangre y lo que parecían pedacitos de carne de quien sabe que parte fue escupida por Aiden–. Maldición... Como es duro esto... Como duele...

Recordó un particular incidente de su primer año en esta ciudad, una simple travesura con horripilantes repercusiones: fuego, vidrios rotos, un enorme corredor que no parecía terminar, una carrera contra el tiempo. Era muy similar a la situación actual; por supuesto, en aquel entonces había tenido mucha suerte y no estaba herido como ahora, pero eso no importaba. La situación actual traía una avalancha de fragmentos que creía olvidados y una paleta de emociones displacentras, podía saborearla cada una de las amarguras.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.