Ciudad del Alquimista

¿¡Traición!?

Maika se encontraba en la habitación preparándose para ir a pelear con los monstruos, entre otras cosas como cambiarse de ropa, por lo que Aiden estaba esperando afuera obedientemente. Aparentemente siempre llevaba consigo; bueno, en su bolsillo mágico, un set extra de ropa al igual que su pistola. Al menos eso reconoció Aiden cuando Maika salió como nueva del baño.

La ansiedad por lo que estaba por venir le impidió quedarse quieto. Los pasos de Aiden podían escucharse por todo el segundo piso, cuando finalmente le fue otorgado permiso para entrar a su habitación encontró a Maika sentada en uno de los escritorios, varias prendas, lo que quedaba de ellas en realidad, estaban esparcidos por toda habitación como una escena del crimen y la culpable no parecía darle importancia.

—¡Mi ropaaa!

—¿Esto? Lo necesito para representar los elementos en sus puntos cardinales y activar el hechizo de seguridad, una barrera para que, esta vez NADIE se involucre —dijo Maika mostrando con orgullo su creación, varios muñecos de tela de diferentes colores—. Me falta poco, siéntate por allí un momento. Como decía, los elementos son la primera capa y el cardinal con el que va alineado luego…

Quería dar su opinión al respecto, pero por temor a Maika se limitó a escuchar al principio y luego de unos segundos hasta eso ignoró. Recuerdos difusos del primer encuentro que tuvo con lo sobrenatural y la verdadera naturaleza de Maika vinieron a su mente cuando escuchó la palabra "barrera", los extraños efectos que sintió esa vez fueren el comienzo de todo. Aparentemente lo que preparó Maika es una versión mejorada.

«Grh... No quería aceptar mi ayuda, pero destroza mis cosas y luego se pone a divagar sobre cosas que no entiendo. Después de lo difícil que fue conseguir sentarnos a hablar, al final me trata de esta manera, en serio ella es tan...»

Los pensamientos y acciones de Aiden no correspondían una con la otra en absoluto. Obedientemente hizo lo que le indicaron. Varios minutos pasaron en silencio y Aiden no pudo soportarlo más, decidió tratar de iniciar una conversación, de cualquier tipo, lo que sea estaba bien.

—¿Por qué no tenías más materiales guardados en tu espacio mágico?

—No es la bolsa mágica de doraemon, por supuesto el espacio que tengo es muy preciado y no puedo usarlo con tonterías.

—Ohhh... —Aunque ya sabía el por qué, fingió asombro. No, eso no es del todo cierto. El asombro se debía a la particular referencia a una serie tan vieja que coincidía con su propio gusto de lo retro; pensó, tal vez y a pesar de vivir en mundos diferentes no eran tan diferentes el uno del otro.

Su curiosidad lo incitó a correr un poco de riesgo y ver lo que Maika estaba haciendo tan concentrada. Se acercó sigilosamente para no distraerla, estaba prácticamente sobre ella y Maika aún no se percataba de su presencia. Aiden se posicionó por encima de su hombro y preguntó.

—Por cierto, ¿qué estás haciendo? —dijo casualmente.

—¡WAHHH!

Además de la sorpresa por la repentina reacción, el grito femenino de Maika, que empezaba a perder su encanto por el número de veces que lo ha escuchado en tan poco tiempo y lo fácil que resultaba sacarlo, Aiden recibió un fuerte empujón y encontró a un arma apuntando a su cara.

Con un rostro cubierto con los colores de la sorpresa y enfado, Maika dijo: —¿¡Qué crees que estás haciendo!? No te acerques así nada más ¿¡Eres idiota o que!?

–¡Espera!, ¡Espera!, ¿pero que hice? —Aiden hacia movimientos desesperados con sus manos para persuadirla a no disparar.

Al ver su expresión de terror, al mismo tiempo que apretó fuertemente el mango de la pistola en un intento de controlarse a sí misma, se disculpó con Aiden.

—Lo siento. Ajám… me precipité un poco. —Su forma de hablar había cambiado, esta vez era más gentil y suave, tanto que hacía un poco difícil entender lo que decía.

Aiden secó el sudor en su frente y soltó un suspiro de tranquilidad una vez se sintió a salvo. Esta vez no pudo resistir hacer un comentario. Esas palabras de más le costarían mucho, eso es seguro, su hábito de hablar sin pensar siempre le trajo problemas, y aun así, a sus dieciséis años, no había aprendido la lección.

—En serio, ese hábito tuyo de apuntarle a las personas con un arma no es para nada bueno.

Maika ya se había calmado, pero a causa de esas palabras que claramente herían su orgullo, volvió a explotar.

—¡NO ES UN HÁBITO Y TAMPOCO LO HAGO CON NADIE MÁS!

Su rugido ciertamente se incrustó en los oídos de Aiden, cuando éste pensaba que había terminado recibió uno de los muñecos de tela en la cara.

—¡TÚ SIMPLEMENTE ME SACAS DE QUICIO! —La violenta reacción la había calmado lo suficiente para añadir con un tono normal—. Ahora déjame trabajar en paz, no tengo mucho tiempo.

Aiden se mantuvo callado luego de ese golpe, podía ser tela, pero lo sintió. Durante ese tiempo se cuestionó seriamente si valía la pena arriesgar su vida por ayudar a esa chica.

—Listo, todos los preparativos están completos. Llegó la hora.

Una hora había transcurrido e incluso entonces Aiden continuó callado y obediente. No quería que su vida peligrara otra vez antes de enfrentar a los demonios.




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