Ciudad del Alquimista

Maika contra el irrazonable mundo

Cuatro coloridos muñecos de trapo fueron colocados cuidadosamente de espaldas el uno del otro dentro de un perfecto círculo, que a su vez pertenecía a un rectángulo mayor, y antiguos símbolos fueron tallados nítidamente de alguna manera en el concreto. Cada muñeco encabezaba uno de los puntos cardinales y números "1, 2 y 3" al pie de los mismos, fuera del círculo, excluido, el número cuatro que completaba la formación se encontraba tachado.

Para la alquimista simbolizaba un rechazo de la completitud, dejando intacto lo esencial, lo interno que componía al mundo. Esencialmente separando momentáneamente este espacio de la realidad.

Inyectó gran cantidad de mana en la formación iluminando el circulo con destellos y diminutas combustiones. Los muñecos salieron volando cada una en la dirección correspondiente al elemento que representaba, pronto se perdieron en la distancia.

Con esto todos los preparativos estaban listos. Colocó con cuidado y acarició la llana bincha de plata a un costado de su cabello y salió gallarda al encuentro.

Un fresco viento soplaba en la noche del caluroso verano, sin embargo en la agradable noche a excepción del centro y otras ciertas zonas nocturnas de la ciudad, las calles en su mayoría estaban desiertas.

A pesar que las clases fueron suspendidas por el resto de la semana, los estudiantes aún tenían que estar antes de las 9:00PM devuelta en los dormitorios, Maika sin embargo, no tenía que preocuparse cosas por una revisión sorpresa o nada parecido, pues, así como apareció, podía desaparecer sin aviso y nadie cuestionaría nada. Si había una única preocupación que podría tener ahora, esa sería sobrevivir.

Lo dilapidados edificios hacían del escenario para el vals que estaba por comenzar pronto. Cual palco de un teatro abandonado, los mugrientos orificios que alguna vez fueron ventas parecían puertas un infierno desde el cual imps y demonios por igual reían y bebían expectantes del destino de la solitaria chica de fr��gil apariencia.

Maika se encontraba en medio de una larga calle del distrito abandonado rodeada por viejos edificios, viendo al cielo, o siendo más precisos, examinando los pisos altos de los edificios.

—Debería haber despertado para ahora. –Una pizca de soledad escapaba al semblante de la cazadora.

Estaba por supuesto pensado en el chico de cabello alborotado. Ese tonto que en lugar de temblar bajo sus sabanas y pedir ayuda sus ojos brillaron y extendió su mano.

Poniendo todo en consideración había hecho no solo lo necesario, pero también lo correcto. Y eso era precisamente lo que la martirizaba, sabía que había hecho lo correcto, pero una parte suya se ahogaba en culpa y arrepentimiento.

A la par que bajó su cabeza posicionaba su brazo derecho a la altura del hombro y su mano con la palma abierta tomando la forma al sujetar una pistola.

La pulsera con el colgante de pata se sacudió en el viento. En medio de ese torrente de sentimientos, Maika forzosamente expulsó todos esos pensamientos de su consciencia.

No podía darse el lujo de distraerse en esta situación. Soltó toda la presión de su pecho en un solo suspiro y vistió su convicción una vez más. Su intensa mirada era prueba de ello.

Una fuerte brisa antinatural, contraria a la de antes, cargada de un espeluznante sentimiento vino de unos metros adelante y se extendió por su cuerpo.

—Por fin llegaron, es de mala educación hacer esperar a una dama —dijo Maika, ojos fríos y serenos—. Bueno, al menos son buenas presas, en ese aspecto los complementos, si están todos juntos no tengo que ir a cazarlos uno por uno.

Tres criaturas humanoides, de figura deformada, ninguna tocaba el suelo directamente, estos flotaban a pocos centímetros del suelo. El esplendor espiritual que emanaba de los tres casi podía ser cautivador, excepto por sus deformes cuerpos con jorobas en la espalda alta que parecían estar a punto de reventar.

—Lo sabía. Mi suposición era la correcta, no puede controlar los homúnculos por mucho más, un ataque con toda su fuerza es la única opción que le queda.

Una de las criaturas, la de la derecha, cargó a una velocidad increíble hacia Maika. A medida que se acercaba su forma iba cambiando en algo aún más repugnante. La deformación en su espalda explotó, entre la sangre seca y piel, alas se extendieron, opacas y carentes de vitalidad, como las de un dragón que murió hace mucho tiempo. Pero no la tomó desprevenida, su mano estaba sujetando el mango de su arma.

Disparó tres balas en un instante, una a cada uno, el monstruo que cargaba hacia ella cambió de dirección sin ningún segundo de retraso y los otros dos evadieron sin problemas las balas.

Explosión tras explosión resonaban en la noche. De no ser por la barrera que había puesto antes el departamento de seguridad interno ya estaría aquí vistiendo powersuits y una docena de drones de combate con la mejor A.I. capaz de lidiar con cualquier situación, excepto quizás ésta, en la que se encontraba Maika, luchado contra verdaderos monstruos.

Las criaturas se movían a una velocidad abrumadora, pero Maika siendo una simple humana les siguió el ritmo a la perfección, lo cual era mucho más sorprendente. De hecho, era ella quien controlaba el ritmo, en ningún momento permitió que se acerquen demasiado, siempre manteniendo una distancia prudente.




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