Ciudad Desconocida

Capitulo#6 Un misterio.

 

En cuanto descendimos examiné la espalda de Lionel. El fluido viscoso salpicó su espalda, descubrí con horror. Le ayudé a quitarse su chaqueta de cuero, lugo la camisa y se quedó con la franela. Parecía que no llegó hasta allí, por suerte.

Descendió el conductor del vehículo. Era un hombre alto, musculoso y muy imponente.

—Presten atención un momento, nadie se mueva de aquí. ¡Esperen por mí! Trataré de no demorar mucho. Volveré por ustedes. No hagan ruido y no llamen la atención dentro de lo posible.—ordenó y se marchó en el mismo vehículo. Llevándose con él al hermano del sujeto que explotó porque nunca descendió. Nos encontraábamos resguardados en una especie de túnel que parecía en construcción. Me acerqué a la mujer con la niña y le pregunté.

—¿Que es lo que está pasando? ¿Porqué explotó ese hombre de una forma tan extraña?

—No lo sé. Nadie sabe lo que está pasando...

Por alguna razón no le creía del todo pero intuía que no nos iba a decir nada así que cambié de pregunta.

—¿De qué o de quién huyen ustedes?

—Del comando superior. 

—¿Que es eso?

—Son los que mandan en esta ciudad.

—¿Que ciudad es está?

—Parlavent.

¿Parlavent?

—No conozco una ciudad de mi país que se llame así.

—Está ciudad no pertenece a tu país.

—¡Ah, no!, ¿y entonces a cuál?

—No pertenece a tu mundo.

Me quedé estupefacta.

—¡Eso no pude ser posible!—la miré con atención, no parecía estar mintiendo. Tampoco era momento para bromas, tuve que reconocer.

—¿Dónde estamos entonces?

—No puedo decirte.

Perfecto, te lanza una bomba y después del desastre se retracta, demaciado tarde nena, ironicé. Esto cada vez se ponía más increíble e inverosímil. .

—¿Puedes ayudarnos a salir de la ciudad?

Eso era lo más importante. Debía olvidarme del resto y enfocarme sólo en eso. De lo contrario enloquecería.

—No estoy segura..., pero haré todo lo posible.

—Puedes explicar cómo piensas hacerlo?

—No puedo, tienes que confiar en mí.

¿Confiar? ¿Con tanto misterio al rededor? No podía ni aunque quisiera. Pero por lo visto no me quedaba de otra. Tenía que seguir a esta mujer. Era nuestra única esperanza. Miré de reojos a Lionel, él estaba conversando con un señor mayor. Su rostro se veía cansado. Tenía arrugada la frente. Me imaginaba su tormento, era el mismo mío. Lionel era mi pilar de apoyo en esta situación tan crítica, creo que sin él ya me abría derrumbado.

—El hermano nos mintió...

Llamó mi atención ese comentario que hicieron muy cerca de mí. Puse toda mi atención en la respuesta.

—No era la primera vez que aparecían los síntomas. No debía explotar tan pronto si hubiera sido verdad.

—¿Qué tiempo demoran en hacerlo? ¿Cómo lo saben?—me metí en la conversación por impulso.

Los hombres me miraron con caras de pocos amigos.

—No te conozco. No tengo porque darte una respuesta.—contestó mordaz uno de ellos.

—Denme una respuesta por favor—supliqué—Estoy perdida y atemorizada. Jamás he estado en esta ciudad, nunca antes se los juro. No entiendo que está pasando. No conozco a nadie y no sé cómo salir de aquí.

Los hombres se espantaron, sus ojos se abrieron mucho y retrocedieron un paso, al parecer por instinto.

—¡Es imposible salir!

Sentenció el de la derecha.

¡¿Imposible?! Me alarmé

Sí entré tiene que haber una salida. Ninguna ciudad puede estar completamente aislada, eso si es imposible. Además, si había una entrada esa era también una salida. Razoné. Por alguna parte entramos por allí saldríamos, me propuse. Tenía que sacar a mi madre de este sitio a como diera lugar, aunque fuera lo último que hiciera en la vida.

—Ninguna ciudad puede estar completamente aislada.—objeté.

—Esta sí. Solo pueden salir los del comando superior y solo el personal autorizado.—volvió a hablar el mismo de antes.

Estaba cada vez más traumatizada. De una vida normal, común y corriente como cualquier persona pasaba a esta situación. Parecía que estuviera en una película de terror, misterio y suspenso. Pero para mí desgracia todo era real. ¿O quizás habría muerto y estaba en el infierno? Todo era posible.

—Señor dígame algo..., yo vivo en Boston... 

Estaba aturdida y no sabía cómo organizar o expresar todas las cosas que tenía en la cabeza. Eran tantas dudas que no sabía por dónde empezar así que me decidí por decirle de dónde soy, así podrían ayudarme a regresar con más facilidad.

—¿En dónde?

—En Boston, pertenece a estado de Massachusetts, en EE.UU. 

—No conozco ninguno de los lugares que mencionas.

—¿No conozco esos nombres?

—Ni idea...

Negaron todos.

—¿Nunca los han escuchado?

Negaron nuevamente.

—¿Nunca han oído mencionar a los Estados Unidos de América?—insistí incrédula.

—No, nunca.

El resto negó con la cabeza una vez más.

¡Eso era imposible! No teniendo en cuenta de que ellos vivía en una ciudad tan abanzada cómo esta. Me vino a la mente las palabras de la madre.

Está ciudad no pertenece a tu país.
No pertenece a tu mundo.

—¿En qué planeta viven ustedes?—No parecían personas incivilizadas o incultas. ¡Qué demonios! ¡De verdad tenían que pertenecer a otro mundo!

—En el Planeta Arrit.—respondió uno de los sujetos.

¿Planeta Arrit? Cada vez entendía menos.

—Esta ciudad no pertenece a tu país. No pertenece a tu mundo.—habló otro.

Un frío repentino me heló el cuerpo. La comprensión llegó a mi mente. Estaba en un lugar desconocido para la humanidad y por lo visto incomunicado. ¿Esta sería la famosa área 51? Era la única explicación razonable que encontré. Cálmate Adamaris. Todo tiene una explicación lógica. Solamente yo no la sé. A lo mejor todas estas personas se escaparon de un hospital psiquiátrico. ¿Pero y las personas que explotaban? ¿Porqué lo hacían? ¿Que explicación lógica tenía eso? La que estaba mal era yo. No quería creer lo que estaba pasando aún con tantas evidencias. Mi mente se negaba.




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