Dentro de la Contracción
—Date prisa, Cass…
El poco oxígeno dentro de la mascarilla me resta movilidad. Hemos escapado justo antes que Epsilon llegara a la puerta oeste. Apenas podemos ver entre la niebla de sílice y los tintes escarlatas de cientos de cuerpos calcinados.
—Es aquí. Sube tú primero.
Elijahium se esfuerza por que mis pies alcancen los herrumbrosos escalones hacia el bunker de la Citizen. Conseguimos cerrar la compuerta antes de que la contracción pare el tiempo y lo único que sea visible sea la oscuridad.
—Sube a mi espalda, Cass. Si Evian tenía razón debe estar más adelante.
Obedezco escuchando el pitido de la mascarilla. No sé cuánto me queda pero no es mucho tiempo. Ser un “niño de cultivo” trae más consecuencias que beneficios. Por años enteros mis tejidos han sido modificados y extraídos. Por años enteros, Elijahium, Evian y Max me han acompañado en cada dolorosa sesión.
«Lo estás haciendo de maravillas Cass, piensa en todas las personas que podrás salvar con tu sacrificio.»
Eso me decían cada vez que el dolor se hacía insoportable al tratar de neutralizar los efectos de la niebla sílice. Quizás por eso la radiación no me aterraba tanto como a Elijahium. Mi cuerpo y mi mente se habían acostumbrado tanto a la “extracción” que ya no concebía una jornada sin aquel molesto proceder.
Finalmente escuché el clic de una puerta metálica. Las luces nos cegaron antes que veinte pares de ojos nos recibieran en el rellano.
—Bienvenidos al Nivel Ocho, hijos de la Citizen.