Después del impacto
¿Qué nos queda después de una supernova? ¿Esperar por otra clase de milagro? ¿Continuar a la deriva en medio de los restos de chatarra de lo que fueron las Nueve Ciudades? ¿O simplemente desear que exista otra oportunidad del lado reverso de la Grieta?
Todo lo que tengo que ofrecer son preguntas. No importa cuántos muros y salones mentales haya construido. No importa que haya jurado ante los ojos grises y apagados de Hoope que seguiré adelante. La poca esperanza que habitaba en mí se ha ido con las llamas de Epsilon y los gritos de los insurgentes en la Torre Blanca.
—Aquí queda otra persona, Liliath.
Escucho mi nombre a través del ruido de los rescatistas que los sobrevivientes de Abalon han designado. Asiento limpiando la herrumbre de las rodillas de mi túnica.
—Llévenlo a la segunda sección.
Susurro evitando levantar la lona que cubre aquel cuerpo casi calcinado en su totalidad. Una bóveda silenciosa se filtra por la compuerta del trasbordador. Vagamos como las patas de un extraño monstruo hacia aquella mancha verde que se sale de los confines de la arquitectura mental.