Ciudad OnÍria

NO ME DEJES CAER

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Despierto en mi cama. Ell está a mi lado, me observa sonriente manteniendo la compostura, le devuelvo la sonrisa. Me incorporo un poco y bebo agua que me acaba de ofrecer con una pastilla para los dolores. Para ser sincera, pensé que me encontraría peor:

—¿Estás mejor?—asiento.—Deberíamos ir a un hospital.—niego.

—Nada que no se pase con un par de anti inflamatorios, el orgullo duele más. ¿Price?.

—Está en la hermandad a salvo por el momento, aunque visto lo visto no creo que dure mucho.

—Bien.

—Después de esto que acaba de pasarte, Price no puede quedarse quieto.

—Lo que me temo es que lo dejen quieto.

—Ahora lo debes estar odiando aun más. Mira como te dejaron por su culpa.

—Él no tiene la culpa.—Ell me mira extrañado.—No me mires así. Vale, se metió con la gente menos indicada, pero que vayan de matones no es culpa se Price.

—Ahora sí que me sorprendes. ¿Te volviste su protec-tora?

—No es eso.—Ell espera alguna clase de explicación.

—No lo odias.—sonrío.

—Creo que no podría odiar a nadie. Eso no significa que quiera ser su amiga, eso jamás pasará.

—Sin embargo quieres ayudarlo.

—No, le dije que no habría una tercera. Simplemente me limito a informarte para que tú lo hagas.—sonríe.

Que sea imbécil es culpa suya, lo admito, pero que aquella gente se creyera con derechos de destruir al prójimo no lo era.

—Espero que después de esto escarmiente.—conti-nua Ell.

—¿Qué crees que puedan hacerle?.

—Son mafiosos. Nena, no esperes nada bueno. Creo que por primera vez siento miedo por él.—se me revuel-ve el estómago de pensarlo, salgo corriendo al baño. Ell corre tras de mí, sujeta mi cabello para no mancharlo. Era lo más parecido a un hermano mayor que tenía. Si aquella mafia era tan cual se mostraban en algunas de las pelis que había visto, era completamente acojonante.

Lo miro pensativa. Debo darle el recado lo antes posible. Esto tenía que solucionarse lo antes posible, no podemos dejar que esa mujer se salga con la suya:

—Ell, hay que hacer algo.

—Eso suena a multitud.—me dedica una sonrisa retorcida.

—Lo hago por ti, como siempre.—miento.

—Sabía que me dirías eso. Gené, ¿tanto te importa?.

—Quizás más de lo que me atrevería a admitir.—con-fieso, Ell esconde una pequeña sonrisa de satisfacción.

—Pero no quieres que esto salga de aquí, ¿me equivoco?

—Así es. Lo único que conseguiría es más daño.—asiente. Sabía que Ell me entendería.

—Por cierto, Chris me dijo que te ofreciera disculpas por todo lo ocasionado. Y eso que aun no sabe esto.—me indica apuntando mi cara.

—¿Tan mal me veo?.—hace un gesto retorcido.— Vale, sí —sonrío.

—¿Qué pasó, nena? Cuéntame todo con exactitud.

—Vinieron buscándolo, pero sabían que no estaba aquí. Es lo que más me jode. Me dieron un recado para ti.

—¿Y porqué a ti?.—me levanto y lavo la cara.

—No lo sé.—me encojo de hombros.—supongo que soy el único vínculo entre ambos. Eso me pareció enten-der.—volvemos a mi dormitorio.

Le explico lo ocurrido y concluyo dándole dicho mensaje. Ell se levanta totalmente cabreado, golpea fuertemente la pared, me duele más a mi que a él. Cuando la ira se apodera de Elliot es mejor no ponerse en su camino:

—Tengo que irme. ¿Estarás bien?.—asiento.

—Sé que es estúpido, pero prefiero ir contigo.

—No pienso meterte más en esto. No voy a permitir que vuelva a pasarte algo, además… mírate.

—Ell, puedo defenderme, incluso puedo hacerlo con vosotros, lo sabes.—niega en rotundo, me doy por vencida a ese respecto.—Y ¿cuál es el dichoso sitio que Price “sabe”?.

—Es cerca del mirador, pero la parte donde nadie va nunca. No creo que lo conozcas. De hecho muy pocos lo conocen.

«Obvio que nadie va nunca» eso pensé yo cuando Ethan me llevaba a ver las estrellas…nuestro rinconcito.

—Ethan me llevaba allí.—comento. Ell parece sorpren-dido.

—¿Ethan? Ese sitio es el escondite de Price, siempre lo ha sido, y por lo que veo también de Ethan.

—¿El escondite?.—asiente.

—Algún día, cuando pase todo esto creo que alguien que ambos sabemos debería explicarnos ciertas cosas.

—¿A ambos?.—Asiente.—Espera, y ¿qué tienen que ver Ethan y Price?.—Me da un beso en la frente y sale en busca del problemático de Chris sin decir una palabra más concerniente al tema.

No lo detengo, ahora había cosas más importantes en las que pensar, las aclaraciones vendrían después. Debía hacer algo al respecto y rápido, antes de que aquella barbie matona acabara con todos y cada uno de sus allegados.

 

Pasaron las horas, y no pude dejar de darle vueltas a lo que podría pasar con Chris y seguramente de rebote a Elliot, tenía la certeza de que lo acompañaría, ¿podría soportar el quedarme quieta y no hacer algo?. Estaba a media hora de la pactada, sin más, me cambie, agarré la bici y pedaleé hasta quedar muy cerca del lugar, aparcan-do lejos de donde pudiera ser vista, una persona con mis peculiares dones no estaría de más en esta reunión.

Llego con pasos taimados guiándome por las voces que parecían a punto de prorrumpir en una discusión. Agazapada entre los árboles lindantes a los coches, observo la escena con suma atención y en el más estricto silencio. La rubia obviamente no estaba sola, –eso sabía-mos que sería así– cuento entre ocho y diez hombres similares a los que habían irrumpido en mi casa, los harían trocitos en el mejor de los casos. Chris por su parte, efectivamente está solo con Elliot –quien sabía que no lo dejaría solo–, lo que me hizo imaginar que el estúpido de Price era mejor de lo que pensaba al no querer involucrar a nadie más. Se me encoge algo en mi interior al ver la absurda desventaja. Pongo máxima atención en la discusión, pero no llego a escuchar con claridad, hasta que la muñeca mafiosa estalla en berridos:



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En el texto hay: amor, magia, ángeles

Editado: 09.01.2022

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