Ciudades Flotantes

Capítulo 10

Después de reunir a los miembros faltantes. El hijo de Neo lleva consigo varios carruajes con escuadrones de ciudadanos que logramos rescatar en nuestro último encuentro.Hemos decidido tomar un viaje directo al reino de Orión. Esperemos poder convencer a Angelo de que se una al lado correcto para poder salvar a Ari.

— ¿Cuál es el plan Ice?— dice Buster.

— Al llegar al reino tendremos que atacar con lo que tenemos— digo.

— No podremos, no tenemos nuestras armas aún y solo ataques de cuerpo no será suficiente — dice Buster

— Tendremos que hacer el esfuerzo— digo.

— Nuestro ejército está listo— dice Neo.

— Esto será como en los viejos tiempos— digo.

 

Llegamos a la calle principal de la Isla central, en medio del castillo del rey Ike aguarda por nosotros. Necesitamos llegar al muro interno y luego  con el equipo escalar hasta llegar a la entrada principal, tendré que pensar sobre la marcha.

 

— Llegando a las afueras del muro interno— dice Neo. 

 

En ese momento frena la carreola y todos se bajan a luchar. El equipo y yo usamos los arpones para clavarlos en la parte más alta y así poder escalar con la cuerda. En ese momento vemos cómo los guardias se acercan con ballestas y comienzan a disparar. Utilizamos nuestros escudos de poder para poder protegernos temporalmente, el muro es muy grande, unos doce metros de altura, pero nuestra fuerza descomunal nos permitirá avanzar lo más rápido posible.

— Ice, cuidado— dice Neo.

Los soldados nos lanzan flechas con bombas para poder acabarnos.

— Me encargaré de ellos — digo.

 

Suelto la soga y uso el hechizo de congelación temporal en dónde una fina capa de hielo paraliza a los soldados y luego seguimos escalando.

— No tenemos mucho tiempo— digo.

 

En ese momento llegamos a la cumbre del muro y podemos ver el reino y con ellos a Arthur, Elías y Emilio. 

— Maldición— digo.

— Sepárense—  dice Neo.

Me voy con mi fiel compañero Buster para entrar un cuarto. Toma la primera espada del estante y está listo para pelear. Nuestras armas puede ejecutar las cartas, una espada ordinaria sólo podrá adaptar lo que nosotros queramos y no dará mucha fuerza.

— Listo— dice Buster con una sonrisa.

 

Salimos del cuarto y comenzamos a pelar. Utilizando mi tridente logró atravesar varios guardias, Buster solo logra desarmarlos y aventarlos uno contra otros. 

— ¿Cómo en los viejos tiempos?— digo.

— Solo que tenía mi espada — dice Buster bromeando.

Llegamos a una zona en la cual solo hay ballesteros, así que tendremos que usar una protección, mi escudo de hielo será fácilmente quebrantable y tenemos un posición muy arriesgada, nada que nos proteja para arrastrarnos. 

— Necesitamos algo que distraiga— digo.

— Usaría al dragón neblina, pero sin mi espada no lo puedo invocar— 

 

Varias flechas podrían asesinarnos y no tenemos muchas opciones. En ese momento dan un mensaje por un expansor de sonido.

— Ríndanse, están rodeados y no podrán cumplir su cometido— 

— Necesitan ayuda— dice una mujer misteriosa.

— Al demonio— digo.

— Tranquilos, muy pronto sabrán quién soy— dice ella.

No es Ari, reconozco su voz y esperamos que sea de fiar. Usa sus manos para crear un escudo que nos protege.

— Corran — dice.

 

Buster y yo pasamos sin ningún problema. Nos tomamos un respiro y ahora si nos damos el tiempo para conocerla.

— ¿Quién eres?— digo respirando tranquilo.

— Quién le dio sus poderes— dice ella.

La capucha cae lentamente a sus hombres y nos damos cuenta que es una mujer que jamás había visto.

— Soy Atlas—

— Espera ...— dice Buster.

— Es un placer conocerlos Guerreros, son iguales a sus padres— dice.

— Pero tú estabas ...—

— Simplemente me capturó el rey y me mantuvo prisionera hasta que logre escapar, pero después nos presentamos, tenemos que ir por mi hija— dice.

— Espera, Ari es tu hija — digo.

— Sí, después les explico— dice.

 

En ese momento nos lleva a otro cuarto y encontramos nuestras armas.

— Mi hermosa espada y la de los demás— digo.

— No sé preocupen los enviaré a sus compañeros— dice.

— Te extrañe— dice Buster sentimental.

— Sabes dónde están los amuletos— digo.

— No, sería bueno saber donde están— dice Atlas.

— Los llevaré con ellos— 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.