Ciudades Flotantes

Capítulo 15

(Perspectiva Ice)

 

Creo paredes de hielo para contener la furia de esta bruja, poco a poco activo mis habilidades, pero ella parece tener una forma de contraatacar.

— ¿Qué necesitas de mí?— digo.

— Tus poderes— dice.

 

En ese momento las ramas subterráneas se convierten en manos y me capturan. Uso mi cuerpo frío para poder destruirlos, pero solo consigo que se hagan más fuertes.

— Tridente— digo.

 

Sí así es , todos los guerreros tenemos la habilidad de llamar a nuestra arma y que nos ayude con ataques de cortadas múltiples. 

— Es inútil— dice.

 

En ese momento utilizó la fuerza de mi cuerpo y brazos para liberarme y seguir corriendo, veo por el rabillo de mi ojo que se enoja y me comienza a perseguirme.

 

(Perspectiva Buster)

 

— ¿Quién es tú hermano?—  dice Neo.

— Cuándo recibí el don de los dragones,él tuvo que buscar otra forma de obtener poderes. Un brujo le enseñó lo que sabe, al pasar de los años este brujo iba a morir de una forma misteriosa. Le entrego el don de la hechicería y continuar con su legado. Si hay alguien que puede ayudarnos es él y está en la tercera isla —  digo.

— No tenemos otra opción, si queremos rescatar a Ice— dice Atlas.

— Hay un problema y es qué para que nos ayude debemos combatir— digo.

— Espera qué ...— dice Atlas.

— Mi hermano me desterró de mi pueblo y para que regrese debo de enfrentarlo, si queremos que nos ayude, es posible que tenga que enfrentarlo— digo.

— Tienen que tener rivalidad de hermanos justo ahora— dice Angelo.

— No me veas así, siempre quise hacer las paces, pero su ego y envidia jamás dejaron ver que sigo siendo su hermano— digo.

— Bien, es nuestra opción más viable— dice Atlas.

— Crea el portal, iré solo—  digo

— Iremos contigo— dice Neo.

 

Atlas crea el portal que lleva al lugar que una vez fue mi hogar, al traspasarlo puedo ver el hermoso paisaje y también las casas que fueron remodeladas. No sé si la gente me recuerda o si apenas saben que estoy vivo.

— Está más hermoso de lo que pensé— digo.      

Caminamos hasta entrar a la parte principal del pueblo, veo como la gente sigue en sus asuntos, pero parecen que saben quien soy yo. Veo a la señorita que atiende un negocio de frutas y verduras, jugaba con ella cuando éramos niños y ahora es una adulta.

— ¿Dónde está?— dice Atlas.

— Siganme— digo.

 

Angelo y Bolgan se entretienen en ventas de ropa y también de armas. La tercera isla siempre fue el mejor lugar para ir de luna de miel o incluso para pasar un tiempo fuera de casa, los caballeros del puño de plata no fueron tan duros con esta gente, al parecer no les interesa esta parte del sector.

— Llegamos— digo.

— Esta casa está mejor que el resto— dice Bolgan.   

Doy un toque con mis nudillos.

— Se abrió la puerta— dice Angelo asustado.

— Ya te acostumbrarás— digo.

 

Al entrar a la casa podemos ver a un grupo de jóvenes hechiceros sorprendidos cada uno con un arma y con lo que parece ser pociones y cartas. Las cartas que uso para combatir fueron hechas por mi hermano, siempre le dije que los dragones era lo que me identificaba, antes de partir con los cinco guerreros el me diseños unas cartas de dragones cuando éramos niños, al recibir mi don la magia hizo que estas cartas dibujadas en papel me sirvieran como armas para defender.

— ¿Quién interrumpe mi clase?— dice un hombre con capa larga.

— Buscamos al hechicero más poderoso de este pueblo— dice Atlas.

— Lo que quiere decir es que buscó a mi hermano, Darkos— digo.

— Eres el hermano desterrado — dice el hombre de capa larga.

— Darius deja de joderme y llama a Darkos— digo.

— Lo conoces— dice Neo.

— Darius es el hermano que nunca tuvimos y era uña y mugre con mi hermano— digo.

— Veo que ser enojado e insolente no ha desaparecido de ti— dice Darkos.

— Veo que mi hermano aún sigue enojado— digo.

 

De frente puedo ver a mi hermano, más grande y más viejo de lo recordaba.

— ¿Qué quieres Buster?— dice Darkos.

— Terminar lo que tuve que hacer hace cinco años— digo.

— Antes de comenzar con el juicio, dime tus razones. No desapareces y apareces solo por una simple razón — dice Darkos.

— Necesito encontrar a mi amigo que está perdido en el bosque flotante—   digo.

— Necesitas que te transporte— dice Darkos.




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