Clan Dracul: amor prohibido - Libro 1

Capítulo 1

Katherine

Esos malditos murciélagos. Otra vez se metieron en mi alcoba. Claro, eso pasa por dejar siempre la ventana abierta, pero estoy harta. Me obligan a salir de mi ataúd, a levantarme del descanso para sacarlos, como casi todos los días.

—¡Largo de aquí!

Exclamo, y con mi telequinesis lanzo todo lo que encuentro a mi paso. Uno de ellos sale volando por donde entró, pero el otro se queda, para seguir perturbándome.

—¡Dije que largo!

Insisto, pero el animal ni se inmuta.

—Ya me hartaste. Siente un poco de dolor.

Sentencio, mirándolo fijamente sin parpadear. El murciélago lanza un chillido agonizante y cae al suelo, sin vida. Una sonrisa sádica se dibuja en mi rostro.

—Creo que hoy cenaremos murciélago frito.

Murmuro, agachándome para tomarlo de las patas.

—¡Nana!

Grito.

En un instante, Tatiana Rusember aparece en la habitación. Es mi nana, la ama de llaves del castillo y un pilar en mi vida. Es una vampira impura, convertida por mi padre en el año 898 d.C. cuando la encontró moribunda de tuberculosis. La trajo al castillo para que trabajara para nosotros. A sus 1.167 años, sigue siendo una mujer alta y elegante, con las mismas arrugas que adornaban su rostro cuando mi padre la salvó.

—¿Sí, mi niña?

Pregunta, y al ver el murciélago en mis manos, tuerce los labios con resignación.

—Otra vez se metieron.

Responde con fastidio.

Le entrego el animal, y ella lo recibe sin problema.

—Ponlo en la despensa, esta noche lo cenaremos.

—Como digas, mi niña.

Me sonríe y sale de la alcoba con la misma rapidez con la que llegó.

Miro el reloj en la pared. Son las 4 de la tarde. Odio levantarme tan temprano del ataúd después de pasar toda la noche cazando. Me arrastro con pereza hacia el baño, que también es mi vestidor, para elegir mi atuendo del día.

Me miro al espejo, pero, como es de esperarse, no hay reflejo. Maldigo en silencio, deseando poder ver cómo me queda la ropa. Mi elección es un conjunto completamente negro: una minifalda de la que cuelgan dos cadenas plateadas, un top que apenas cubre mis pechos, unas botas altas que llegan por encima de la rodilla y una chaqueta ancha a juego. Me encanta el estilo rockero, aunque no pueda verlo en el espejo. Solo puedo esperar que me quede bien.

*

*

Mi padre y mis hermanas ya deben de estar en el comedor, aunque sinceramente no me importa. Sin embargo, el hambre es una necesidad imperiosa para un vampiro. Al entrar en el gran salón, mis fosas nasales se ensanchan, deleitándose con el exquisito aroma de mi plato favorito: cola de ratón ahumada, tostadas negras con mermelada de fresa podrida y sangre tipo A+ para beber. Mi nana, siempre sabe cómo consentirme; no es ningún secreto que soy su favorita, la hija menor y la que más ha sufrido la ausencia de mi padre.

Cinco pares de ojos me escanean en cuanto tomo asiento.

—¿Por qué me miran? ¿Tengo algo en la cara?

Pregunto, levantando una ceja mientras devoro una cola de ratón.

—No vives sola, jovencita.

Suelta mi padre, Lucian Dracul, el temido Conde Drácula. Como siempre, mi padre es un fastidio.

Ruedo los ojos.

Lucian Dracul, el vampiro más temido de todos los tiempos, es un lord pura sangre de 1.323 años. Nació en el año 700 a.C., hijo de Vlad Tepes y Elizabeth Bathory, y nieto favorito de Vlad II Dracul. Es un hombre que se ha enamorado cinco veces, y de cada una de esas relaciones nacimos mis hermanas y yo. Todas nuestras madres murieron; la mía, al parecer, era mortal.

—Ya entendí. Buenos días, hermanas. Buenos días, padre.

Digo con un suspiro.

—¿Feliz?

Pregunto, dirigiéndome al jefe de jefes.

Aprieta los dientes, furioso. Soy su dolor de cabeza, el único ser que no le teme. Me sobreprotege y, al mismo tiempo, me ignora, lo que me da la libertad de actuar como se me antoje con él y con mis hermanas.

—Tengo un comunicado para ustedes, hijas mías.

Anuncia de repente.

Mis hermanas dejan de comer, una señal de que yo también debo hacerlo, por desgracia.

—¿Padre, tiene que ser ahora?

Pregunto con fastidio.

Levanta una ceja, dándome a entender que sí.

—Entonces, habla rápido, tengo hambre.

El hambre que sentía ha crecido.

—Cuidado con tu altanería.

Sus ojos color miel se vuelven instantáneamente negros. Sé que es mejor callarme si no quiero que me encierre en mi alcoba por un siglo entero.

—Su tío Paul me ha llamado. Necesita de su ayuda.

—¿Para qué?



#394 en Fanfic
#1221 en Fantasía
#737 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: vampiros

Editado: 06.12.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.