Clan Dracul: amor prohibido - Libro 1

Capítulo 3

Katherine

De los mortales que tengo ante mí, mi mirada se detiene en uno en particular. Un chico con una belleza tan irritante como su arrogancia. Su sonrisa, aunque perfecta, no me engaña. Con su cabello rizado, ojos color esmeralda y un rostro que parece sacado de un cuadro de ángeles, es demasiado atractivo. Sus grandes músculos no hacen más que alimentar mi imaginación sobre el resto de su cuerpo. Es mucho más alto que yo y su mirada desprende un egocentrismo que le resta puntos. Es, sin duda, un niño de mami, consentido y caprichoso.

Su presencia se siente como un reto, y mi experiencia con Erick, mi primer amor, me advierte que él es exactamente el tipo de mortal que debo evitar.

—Este será su nuevo hogar —anuncia mi tío Paul, presentándonos la mansión. Era grande y ostentosa, pero no como el castillo que es el triple de esto.

—Es una morada muy acogedora —dice Perrie, con su habitual entusiasmo por cualquier novedad.

Un chico rubio de ojos azules, muy guapo, la mira con extrañeza. ¿Cómo se llama este? No me acuerdo, ni me interesa saber.

—¿Qué miras? —pregunta Perrie, seca.

—¿Morada? —contrapregunta el rubio, enarcando una ceja.

—Sí —responde mi hermana, otra vez con sequedad.

—Es una palabra que no se usa —se mete un chico con el mismo color de ojos miel que yo (solo que los míos brillan más), un aspecto israelí y un nombre que tampoco puedo recordar.

—Nosotras lo hacemos, ¿algún problema? —Le respondo con dureza, defendiendo nuestras costumbres.

—Mejor no entremos en controversia —interviene mi tío Paul, interrumpiendo lo que podía haber sido una discusión que habría aliviado mi aburrimiento.

—Vamos a sentarnos —continúa, y todos obedecemos, moviéndonos a la amplia sala.

La mirada de Henry, alias, el niño de mami, me tiene exhausta. Me estoy mordiendo la lengua para no soltar la grosería que se merece.

—Queridos chicos —dice mi tío, mirándonos uno a uno—. Como ya lo saben, mis sobrinas presentes, serán parte de su cuerpo de seguridad. Eso quiere decir que no se van a despegar de ustedes ni un minuto. Serán sus sombras, y estarán día y noche viendo que nada les pase.

—Nada nos va a pasar —dice el niño de mami, con arrogancia—. Estamos bien sin más gente que nos proteja, contigo es suficiente.

—Son muy famosos, lo que implica que deben tener todo tipo de seguridad —le responde mi tío Paul con firmeza—. Se irán acostumbrando a esto les guste o no.

—Entendido —responden ellos al unísono, aunque se les notaba la incomodidad.

—Prosigo —sigue mi tío, y nos mira a todos—. En esta carpeta sabrán quién se hará cargo de ustedes.

Les entrega una carpeta que contiene cinco fotos e información de nosotras. Los chicos la abren sin protestar.

—Pero, qué gran noticia —dice Henry, y su mirada se posa directamente en mí. Desearía poder leer sus pensamientos, pero se me hace imposible. Esto es muy extraño; solo me pasa con Logan. No debería pasarme con otro hombre.

—Estaremos muy cerca —me comunica el niño de mami, con una mirada pícara.

—No se emocione mucho —le respondo, levantando una ceja—. Puede que lo proteja, pero eso no quiere decir que estaré 24 horas del día pegada a usted.

—Eso lo veremos, gatita —Me guiña un ojo, coquetamente. Idiota.

—Henry y Katherine, las discusiones las pueden dejar para otro día —nos regaña mi tío Paul.

—¿Quién dijo que estamos discutiendo? —Le pregunto, con una ceja levantada y la inocencia fingida.

—Katherine, no empieces —me mira serio.

¿Ahora qué dije? Me encanta hacer enfadar a los demás.

—¿Que no empiece con qué? —pregunto, sintiendo una sonrisa involuntaria formándose en mis labios—. No estoy diciendo nada.

—Katherine, te lo digo una vez y no lo vuelvo a repetir: aquí no vas a hacer lo que haces en tu casa; así que haz silencio para que podamos continuar. —Me habla con seriedad, su mirada me incomoda.

—Disculpa, tío Paul. Ese acto no se volverá a repetir —digo con una pizca de sinceridad.

—Disculpa aceptada —responde, y su mirada vuelve a los demás.

—Danielle, serás la encargada de proteger a Lalo —dice.

—No te preocupes, tío Paul. El señor Pons está en buenas manos —responde Danielle con su dulzura innata.

—Esperemos que sí —le dice el tal Lalo mirándola fijamente.

—Bárbara, óyeme bien, jamás te vas a despegar de Nicolás —le advierte mi tío.

—Su protección está en mis manos —responde Bárbara, y Nicolás la mira coquetamente. Suspiro con pesadez.

—Eso quería escuchar —dice mi tío con una sonrisa.

—Eleanor, te encargarás fielmente de Luis —continúa.

—Más que encantada. Para eso vine, para proteger a toda costa —contesta Eleanor con gran encanto, cosa que logra fastidiarme.

—Me encanta escuchar eso, mi querida sobrina —dice mi tío. Se nota que es su favorita.



#2607 en Fanfic
#9623 en Fantasía
#3288 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: vampiros

Editado: 27.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.