Katherine
Para evitar dejar sospechosos o rastros, decido usar mis poderes. Con mucho gusto, creo una bola de fuego con mis manos y quemo los cuerpos, reduciéndolos a cenizas. Luego, con una bola de agua, apago lo que queda de las llamas.
—No fue correcto lo que hicimos. Si nuestro padre se entera, nos castigará por siglos.
Dice Danielle, nerviosa.
Pongo los ojos en blanco. Si padre supiera todo lo que hago, me castigaría por toda la eternidad.
—Lo teníamos que hacer, ¿acaso querías morir de hambre?
La miro con desafío.
—Pues no, pe...
Intenta decir, pero la interrumpo.
—¡Pero nada! Son los mortales o nosotras.
Miro a las demás, que asienten en silencio.
—Ahora, regresemos a la casa. Tenemos que empezar a cuidar a esos niñitos.
Hablo con sarcasmo.
Veo que el rostro de Perrie se transforma. Ha tenido una visión.
—Perrie, ¿Qué pasa?
Pregunta Eleanor, mirándola con atención.
Trato de leer los pensamientos de Perrie y no veo nada. Se me olvida que mi familia usa lentes de contacto trasparentes para evitar que les lea la mente.
—Tenemos problemas.
Perrie habla finalmente. Su rostro se endurece. Esto no me gusta nada.
—¿Qué tipo de problemas?
Pregunto, con desespero. Si pudiera saber lo que está viendo.
—Tuve una visión que nos puede meter en serios problemas. Hay una fiesta en la mansión.
Suelta de golpe.
—¡Por Drácula! Estoy segura de que esos niñitos hicieron eso para sacarnos de esa casa.
Digo furiosa.
—Si mi tío Paul se entera, nos matará, literalmente.
Habla Bárbara, y la preocupación en su rostro hace que nos preocupemos aún más.
—Vámonos ya para allá.
Ordeno como si fuera la hermana mayor.
*
*
La música se escucha cada vez más fuerte a medida que mis hermanas y yo nos acercamos a la mansión.
—Van a destruir la casa. Nos están metiendo en serios problemas.
Afirma Perrie, con la voz llena de preocupación.
—Esos malcriados me la van a pagar. Se han metido con las equivocadas.
Digo, mis colmillos salen sin pedir permiso.
—Van a cavar su propia tumba.
Añado, sintiendo la adrenalina correr por mis venas. Eleanor me toma del brazo, tratando de detenerme.
—Hermana, ¿Qué piensas hacer?
Pregunta Danielle.
—Ya verán.
Respondo, con una sonrisa maliciosa.
Nos acercamos a la mansión, que ahora parece un burdel. Hay mortales borrachos, e incluso algunos tienen relaciones sexuales a la vista de todos. Mi mirada se detiene en el DJ, y una idea cruza por mi mente.
Mis hermanas me siguen, y me acerco al DJ con la intención de tomar el control.
—Muévete.
Ordeno sin expresión alguna.
—No sé quién eres y no me voy a mover.
Responde con un tono de arrogancia.
—Que te muevas o te vas a arrepentir.
Digo, acercándome a él.
Mis ojos se vuelven negros, y el miedo se apodera de él. Se va apresuradamente, dejándome el control de la consola.
—¿Qué vas a hacer?
Pregunta Perrie, intrigada.
—Voy a arruinarles la fiesta a los niñitos.
Contesto con una risa burlona.
—Tengo algo mucho mejor para arruinarles la fiesta.
Interviene Bárbara con una sonrisa.
—¿Qué cosa?
Pregunto con intriga
—Esto.
Responde, sacando una pistola de su espalda.
—¿De dónde sacaste eso?
Pregunta Eleanor, con sorpresa.
—Lo encontré en el cuarto del tío Paul. No pregunten qué hacía allí.
Dice rápido antes que le preguntemos que hacia allí.
Agarro la pistola, la reviso, y una sonrisa maliciosa se dibuja en mi rostro.
—Katherine, ¿Qué piensas hacer con eso?
Pregunta Danielle, con los labios torcidos.
—Esos chicos no saben con quién se han metido. Me la van a pagar.
Digo con los dientes apretados.
Doy un paso adelante, y le doy la orden a Bárbara de que pare la música. Todos se quejan. Alzo la pistola, y disparo dos veces hacia el techo. Todos se asustan, y se quedan en silencio.
—¡Todos se largan de aquí!
Mi voz se amplifica por el poder de la electricidad, un gran trueno se mezcla con mi voz. Los invitados salen corriendo, dejándonos solas con los causantes de todo el alboroto.
* * * * * *
Harry
Un ruido fuerte, parecido a un disparo, se escucha y el momento de pasión con Taylor se interrumpe.
—¿Escuchaste eso?
Pregunto, separándome de ella con el ceño fruncido.
—No, mi amor, no escuché nada.
Responde, encogiéndose de hombros.