Clan Dracul: amor prohibido - Libro 1

Capitulo 15

Katherine

—¡Lárguense de aquí, no son bienvenidos! —Ellos están con una sonrisa bastante cínica, para decir verdad. Mi paciencia se agotó.

—Veo que sigues siendo la misma maleducada de siempre —me dice Lana.

—¿Qué hacen aquí? —apreté la mandíbula, sintiendo el filo de mis colmillos amenazando con salir.

—Solo vinimos a visitar a las hermosas hijas del conde Drácula —dijo Stefan. ¡Ay no! Por un segundo vi la cara de los chicos, y es de confusión total.

—No sean hipócritas. Sabemos que solo han venido a espiar. —Me pregunto cómo habrán conseguido la dirección.

—¿Espiar nosotros? Nada de eso, querida —esta vez habló Viorica.

—Chicos, ya dejemos de ser "amables" —hizo comillas con los dedos—. Digamos de una vez a qué venimos —Ion habló ahora último.

—Hablen de una buena vez —rogué internamente para que mis colmillos no me traicionen.

—Nos hemos enterado que te has involucrado sentimentalmente con un mortal. —Lana señala a Henry, que la mira confundido. Mi expresión ahora es difícil de explicar, una mezcla de terror y furia. —Las leyes vampíricas son para cumplirlas —se acercó a mí—. Al primer momento que nos enteremos que te has involucrado nuevamente con ese mortal —volvió a señalar a Henry—, no dudaremos en matarte o, más bien, a ambos. —Hizo una sonrisa, la odio.

—A él no lo van a tocar, o sufrirán las consecuencias. —Mis colmillos no aguantaron más y salieron sin importarme nada. A la vez que mostré mis colmillos como posición de ataque, ellos hicieron lo mismo, y mis hermanas, al ver eso, no se quedaron atrás.

—Si no quieres que tu amorcito salga herido, harás lo que decimos —advierte Stefan—. Por segunda vez sales viva; la próxima, no dudaremos en matarte.

—Seré la primera en clavarte una estaca de plata —me dijo Lana—. Vámonos, chicos, ya cumplimos con advertir. —Caminaron hasta la puerta y salieron de la casa.

Escondo mis colmillos después de tranquilizarme un poco. El silencio es ensordecedor. La cara de los chicos ya no era de confusión; ahora era de susto y horror.

—Son vampiras —habló Lalo, el miedo reflejándose en sus ojos.

—Sí —Danielle se acercaba a él, pero este retrocedió—. No les haremos daño.

—Pero ¿cómo? Esto es mentira, ¿Cierto? —pregunta Nicolás, muy rápido, buscando una negación que no vendría.

—Jamás mentiríamos con algo así —dijo Bárbara—. Somos hijas del conde Drácula. —Parece como si se estuviera contando una leyenda.

—¿Desde cuándo? —me preguntó Henry, bastante serio. El pánico ya no estaba; solo quedaba la rabia y la traición. Creo que lo perdí.

—Yo, desde hace dos siglos y medio, y mis hermanas más que eso —digo, mientras siento unas punzadas en la garganta.

—Me he metido con una anciana —dice Harry con asco. Siento un dolor agudo en el pecho, peor que el golpe del edificio.

—¿Por qué no nos dijeron la verdad? —pregunta Luis, saliendo de la tensión que hay entre Henry y yo.

—Es algo difícil de creer para los mortales —comenta Eleanor—. Somos los depredadores más peligrosos del mundo. No podíamos dejar que nos descubrieran —esta veía a Luis.

—No confiaron en nosotros —ahora habló Zack—. Hemos pasado mucho tiempo juntos; no nos debieron ocultar lo que realmente son.

—Tienen que entender la situación donde estamos —dijo Perrie—. Una de nuestras leyes es no decir nada a ningún mortal. —La cara de decepción de cada uno era muy entendible. Podría detener el tiempo y retrocederlo para que esto no pase, pero no lo haré, ya que esto se veía venir.

—No quiero saber nada de ustedes —Henry habla con mucha seriedad. No tiene ningún tipo de expresión, y eso es lo que más duele—. Y mucho menos de ti —me mira, y es la mirada más fría que jamás he visto.

—Chicos —empecé a decir—, no es para tanto... ¿O sí?

—¿Qué no es para tanto? —Henry dio un paso hacia mí—. Todo lo que nos han dicho es una completa mentira. Todo este tiempo estuvimos con unas desconocidas —se acercó más—. Como se dice: de lo bueno no dan tanto. Eso es lo que pasó contigo, eres una completa mentira.

—Todo esto se puede solucionar —le dije, a punto de quebrarme.

—¿Y cómo? —Se empezó a alterar—. ¡Ahora entiendo tantas cosas! —Negaba con la cabeza—. Es mejor que te vayas y no regreses. No me das miedo; más bien, me das asco. —Cada palabra era como de odio.

—No diré más nada —suspiro—. Me iré. De todas formas, ya no vivo aquí —me alcé de hombros—. Ya me doy cuenta que siempre traigo problemas. Lo mejor es que me desaparezca de sus vidas por un buen tiempo. —Empiezo a caminar, pero me detuve en la salida de la sala—. Hermanas.

Estas me miraban con tristeza. Quisiera decirles que se vayan conmigo, pero ya tienen una vida aquí, una vida que yo no puedo tener.

—No se preocupen, que nos volveremos a ver. Me tomaré unas largas vacaciones para mí. Chicos —ellos me miraron, menos Henry—, están con unas vampiras muy poderosas, pero eso no quita que las protejan —les sonreí.

—Y Henry —sigue sin mirarme—. Sí, soy vampiro, tengo 242 años, hija menor del gran Conde Drácula. Ese se metió con una mortal, haciendo que saliera la más grande ley de los vampiros: al tener una hija, esta saldría con ocho poderes, lo cual indica que no puede involucrarse sentimentalmente con ningún mortal. Si se incumple esto, será sacrificada —suspiro con tristeza—. Esa vampira soy yo, por eso mi comportamiento contigo, pero la última vez no aguanté, y pasó lo que pasó. —Mis hermanas y los chicos nos miraban confundidos. —Lo último que tengo para decirte es que gracias. Pasé un momento maravilloso que durante toda mi existencia jamás había tenido. Ojalá encuentres a una mortal que te ame como yo lo empecé a hacer. —Me di vuelta—. Adiós. —Lo dije sin mirar a nadie, para luego retirarme de allí con mucha dignidad.



#2607 en Fanfic
#9623 en Fantasía
#3288 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: vampiros

Editado: 27.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.