Clan Dracul: Lazos sangrientos - Libro 2

Capitulo 6

Aranza

Una de las cosas que detesto de mi eternidad es la impaciencia. Es un veneno lento que me consume. Mando hacer un trabajo con Henry, el único ser al que le concedí la inmortalidad con “consentimiento” y este se demora más de lo pensado. Necesito saber si al fin está muerta la estúpida de Katherine Dracul. Es algo que quería hacer desde hace décadas y hasta ahora puedo hacerlo. En la primera fallé al dejarla en coma, pero esta vez nada va a fallar. Henry tiene que venir con buenas noticias, eso lo tengo que celebrar a lo grande. Con su muerte, el clan Dracul se vendrá abajo, y yo, Aranza, me levantaré como la reina de los vampiros.

Se siente como Henry sube las escaleras de la casa. Escucho cada paso, cada crujido de la madera. Me levanto del ataúd, la tela negra de la pijama se desliza de mi cuerpo, mi sonrisa de victoria ya se forma en mis labios. Miro hacia la puerta, a los segundos se abre, y mi sonrisa se desvanece al verlo. Agacha la cabeza, su postura es de derrota.

—Lo siento, Aranza, pero no pude.

Solo bastaron esas palabras para llenarme de una rabia hirviente. El aire en la habitación se vuelve denso, cargado con mi frustración. Las paredes tiemblan levemente.

—¡Solo te pedí una cosa, solo una, y me vienes con un chorro de babas! —Mi voz es un látigo, llena de veneno. Podría llenarlo de mi sustancia para matarlo por no haber hecho lo que le pedí, por su debilidad, pero todavía lo necesito. Aún me es útil.

—La vi tan frágil que me entró la culpa y no pude. —Se excusa, con la voz apenas audible, como si eso fuera a tranquilizarme, a borrar la imagen de mi derrota.

—Definitivamente eres un idiota. —Aprieto los dientes. La frustración me carcome. Él es un instrumento, no un amante. —¿Todavía sientes algo por ella? —La pregunta es un dardo. Espero que no. Él no puede amar a esa estúpida Katherine. Él es mío.

—No siento nada por ella. —Dice, nervioso. Demasiado nervioso.

—¿Estás seguro? Tu rostro dice lo contrario, Henry. Te conozco mejor de lo que crees. Esa culpa en tus ojos... es por ella.

—Ha pasado mucho tiempo, ya no siento nada. Katherine es mi pasado. —Su voz es más firme esta vez, pero sé que miente.

Voy a darle el beneficio de la duda, por ahora. Necesito mantenerlo bajo mi control.

—Bien. —Me acerco a él, mis movimientos son felinos, calculados. Lo tomo de las manos y lo llevo a una silla cerca de mi ataúd, donde siempre nos "consolamos". Me siento en sus piernas, mis ojos clavados en los suyos.

—Todo esto me dejó con un estrés en el cuerpo, ¿Me ayudas a quitármelo? —Le beso el cuello, saboreando el pulso frío de su yugular de vampiro, haciéndolo jadear. El deseo que siento es por el poder, por el control, por la sumisión de Henry.

—Aranza, sabes que no me puedo resistir. —Su voz es un gemido.

—No lo hagas. —Toco su miembro por encima del pantalón, haciéndole saber que quiero un buen sexo con él. Para eso es que me sirve, mientras él esté entre mis sábanas, será mío. Siempre mío.

* * * * *

Henry

Tengo que ingeniármelas para que Aranza no se dé cuenta de que le miento. Pueden pasar siglos y nunca dejaré de amar a Katherine Dracul. Ella es mi ancla, mi fuego. Y ahora, después de verla tan frágil, tengo claro que la tengo que recuperar como sea. No solo a ella, a mis hijos y a todo el clan.... me hacen mucha falta.

Desde que Aranza me convirtió, esta me hizo sentir que le debía lealtad. Me lavó el cerebro con promesas de poder y venganza. Ahora, con Katherine de vuelta, no sé cómo salir de esta sin que Aranza me quiera matar. Sé que la única forma de mantenerme vivo es parecer sumiso.

—Henry, querido. —Me saca de mis pensamientos, su voz melosa y peligrosa.

La miro incorporándome en el sofá para ponerme los pantalones. Ella me observa con esa mirada de dueña, de depredadora satisfecha.

—Me vas a ayudar a hacer algo, te guste o no.

¿Ahora qué me pedirá? Es la reina de las fastidiosas. Eso me recuerda a mi ex-novia Tatiana, la cual desapareció sin dejar rastro, aunque Aranza me juró no tener nada que ver.

—Como no pudiste matar a la estúpida de Katherine, harás algo mucho mejor y divertido.

—¿Cómo qué? —Le sigo el juego, esperando que sea un simple trabajo de espionaje o algo por el estilo.

—Vas a secuestrar a sus hijos.

Si todavía fuera mortal, estaría más pálido de lo que estoy ahora. El corazón que no me late parece caer al estómago. En definitiva, me metí con una desquiciada, y es la hora de salir de aquí.

—¡¿TE VOLVISTE DEMENTE?! ¡NI ESTANDO LOCO HARÍA SEMEJANTE ESTUPIDEZ, SON MIS HIJOS! —Le grito fuertemente, levantándome de golpe del sofá. Mi furia, contenida durante meses, explota. Ya eso colmó mi paciencia. La línea se cruzó.

—No es ninguna estupidez, piensa bien. —Se acerca con intención de tocarme el pecho, de usar su sensualidad para calmarme, pero me alejo de ella. —Se los quitas a su mamá y me los traes para que formemos una familia. Eso es todo. —Dice, con una calma espeluznante.

—¡ESTÁS DEMENTE! ¡NO SÉ CÓMO ME METÍ CONTIGO!



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En el texto hay: vampiros

Editado: 28.11.2025

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