Clandestino el último exorcismo

CAPITULO 4 Rotundo cambio

Repasé mi cuerpo repetidas veces en el espejo, observando el cambio de uniforme al convertirme ahora en una rezadora potencial, y clavé la vista en el yabot blanco del cuello, sujeto a la chaqueta sin mangas, de color celeste con bordes dorados, largo hasta mi cadera con corte en V. Aunque, además del yabot, no pude evitar dejar de mirar la parte delantera de la chaqueta, donde caía otro corte en forma de cruz repleto de símbolos dorados. Aquel detalle me recordó al conjunto de los exterminadores.

Dejé de observar el uniforme y salí de una vez por todas de la habitación, sin rastros del muchacho de ojos verdes, Eloy Nolan.

Giré sobre mi eje, buscándolo con la mirada. Por haber rechazado la guía de la academia no tengo la menor idea hacia dónde dirigirme, con el riesgo de quedarme perdida en la enorme y lujosa academia. No es para nada como la anterior, ni siquiera llegan a parecerse. En tanto a la comparación, la academia Sebastian Borg seguiría perdiendo, mirases a donde fuera.

Me moví de manera ligera, caminando entre los rincones en busca de alguna persona con cabello rubio y ojos sumamente claros. Sabía de memoria aquellos rasgos, no podría olvidarlos tan fácilmente, pero lo que no observé realmente es su vestimenta o qué clase de uniforme tiene puesto, para identificar como menos la categoría exorcista.

Rebuscando entre las columnas, hallé a la única persona en el salón principal, supongo que todos están ya en sus aulas.

Con la única intención de preguntarle si conoce a Eloy Nolan, me acerqué y toqué su hombro. Ahora que lo pienso, si no sé cuál es el apellido de quien busco, tal vez no logre encontrarlo… pero de todas formas no hay muchas personas que se llamen Eloy Nolan.

— ¿Sí?

El muchacho se dio la vuelta, mirando mis ojos con tenue curiosidad, esos ojos que ya había analizado cientos de veces, aunque yo tampoco tenía planificado encontrarme con los suyos.

—Peter —Dije en un suspiro, y mi corazón dio un fuerte brinco.

Todas mis extensiones se paralizaron, y el rubor comenzó a aparecer en mis mejillas. La idea de verlo me provocaba pánico, pero el realmente encontrarlo enfrente… esa es otra historia.

—Ha pasado bastante tiempo sin vernos, ¿no crees?

Agaché la cabeza ¿Qué debía contestarle? ¿Que la razón por la cual no había regresado hasta ahora fue porque no quería verlos, principalmente a él?

—Pareces… tal vez, más maduro.

— ¿Tú crees?

Desvió la mirada, tocando su nuca.

Era verdad, está diferente. La última vez que lo vi nuestras alturas eran similares, pero ahora me sobrepasa por varios centímetros. En su barbilla asomaban algunos pelos, pude percibir que no le agrada la idea de tener que afeitarse de forma constante. Pero, por sobre todo, su mirada también cambió y esta vez no logro descifrarla.

—Te ves bien para haber estado en el extranjero.

—También estuve entrenando.

Me mantuve seria y firme en mi posición, pero lo único que considero en este momento es la oportunidad de correr y esquivar esta conversación.

— ¿Está bien el…? —Corrigió sus palabras — ¿Willson?

—Sí, es el único que continúa igual —Respondí con expresión gélida, observando al suelo. Los hechos me dolían, y no podía hacer nada para cambiarlos, y también él lo entendía.

—Grace —Lo volví a enfocar en mi centro de vista apenas pronunció mi nombre —Te he echado de menos.

El rubor volvió a mi rostro, y un cierto brillo de esperanza iluminó mis ojos.

—Ah… ¿Sí? —Tragué saliva —Igual yo.

Levanté levemente la comisura de mis labios, anhelando una segunda oportunidad para tenerlo en mi vida.

—Pensé que gritarías al verme… no me esperaba esto —Confesé, si Peter me estuvo extrañando todo este tiempo, significa que todavía tengo esperanza.

—Lo pensé, en apartarme… Aunque Grace —Esperó un momento, pensando con tranquilidad lo que diría —Sí te he extrañado, pero no podemos evitar que las cosas hayan tomado otro curso —Me miró fijamente a los ojos y desee que no lo hubiese hecho, los míos en cualquier momento desbordarían de lágrimas si esto seguía así —, y ya no será lo mismo.

Dejé de respirar, sintiéndome con impaciencia, ¿Es verdad lo que está diciendo? ¿En realidad está sucediendo esto?

—No lo entiendo.

Solté la primera lágrima, y luego la segunda, y la tercera. Intenté limpiármelas con la camisa, humedeciendo el puño de su manga. Sin embargo las gotas no cesaban y mis piernas temblaban con mayor notoriedad. Lo último que habría pensado al reencontrarme con Peter era hacer una escena donde yo sería el ridículo.

Si todos estos meses no quería verlo era para no toparme con la realidad. Porque como él mismo dijo, ya todo ha cambiado y no seremos de nuevo un grupo de cinco exorcistas adolescentes. Ya no más.



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En el texto hay: angeles y demonios, amor, exorcistas

Editado: 04.10.2020

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