Creí que en cualquier momento me destrozaría y desplomaría en el suelo. Peter no era capaz de articular una sola palabra y se limitó a estar parado enfrente mío con los puños cerrados, mientras yo desbordaba en lágrimas reprimidas, jadeando en medio de un salón de la apática academia , un sitio en especial vacío y repleto de columnas. Los únicos testigos de mi pena.
Cerré los ojos, sin querer mirar al castaño de quien alguna vez me había enamorado. Sin comprender por qué él no hacía nada para aliviar mi pesar, ¿Realmente ya ni siquiera me volvería a tocar, ni un poco?
Estaba en medio de la tristeza y la furia, ambas revolcándose en mis entrañas, hasta que la conmoción fue interrumpida por un tacto desconocido en mi cintura.
—Aquí estabas —Me habían jalado por la cintura hasta chocar con el cuerpo de alguien más. No me interesaba de quién se tratara. Únicamente me invadía el deseo de evitar a Peter a cualquier costo —Te dije que sería mejor idea quedarme esperando en tu puerta.
Levanté el mentón, encontrándome con otros ojos de un brillo verdoso, sofocador. Al igual que la palabra, me quedé sin aliento al verlo. Estaba buscándolo pero no esperaba encontrarlo en este momento. Bajé la mirada, fijándome en Peter otra vez, con su posición a tres cuartos, preparado para irse.
—Eloy Nolan —Pronuncié su nombre, secándome ágilmente los últimos rastros de lágrimas.
Peter, quien ya estaba yéndose, de un instante a otro frena en seco para volver a voltearse y de forma desprevenida realiza una reverencia con una expresión de cierto pánico.
—Lo siento mucho, no sabía... que era usted. De verdad... —Fue interrumpido.
—No tienes que preocuparte —Sonrió, entrecerrando los ojos, parecía una sonrisa honesta, hasta que Peter volvió a mostrarnos su espalda —No te vuelvas a meter en su camino y saldrás ileso —Aquella sonrisa pareció ensombrecerse en cuestión de segundos —Grace Shawin se convertirá en integrante nata de la Élite en... —Pensó un momento, entonces Peter frenó su caminar para oírlo —... unos diez minutos si nos movemos ahora. Así que, nos veremos pronto señor Rendick.
El castaño vestía el uniforme de exterminador, pero no de un color negro, oscuro como los demás, sino de un profundo carmesí. Al parecer no fui la única a la que ascendieron de rama.
Quise moverme y emprender el camino, pero Eloy Nolan continuaba sujetándome de la cintura, aferrándose de sus manos entrelazadas y sin dejarme ir.
—Puedes soltarme ahora, Eloy Nolan.
—No lo haré, así estoy cómodo —Soltó una carcajada y apoyó su mentón en el hueco de mi hombro, logrando percibir su aliento fresco con olor a menta — ¿No crees que encajo a la perfección con tu figura?
Me avergoncé y yo misma me esforcé en salir de su agarre, aunque al fin y al cabo no vio otra opción que ceder.
—Dime a dónde tengo que ir.
—No pienso decírtelo, debo ir contigo como miembro de la élite. Así que tendrás que continuar manteniéndome como tu acompañante.
No dije ningún otro comentario, y desde una distancia comprensiva me obligué a memorizar cada rasgo de su rostro, junto a su vestimenta, de forma tal que no volvería a pasar por lo mismo una vez más.
Traía puesto una especie de sotana negra de cuello alto con la parte delantera abierta, y unas mangas muy largas que tapaban sus manos, rozando con su rodilla. También el traje abarca dos cinturones de cuero al igual que guantes con cordones del mismo material. Únicamente las mangas y una franja delantera de la sotana son de colores celestes, mientras que el resto permanece en un negro oscuro como la noche. Aquellas partes coloridas incluían cellos dorados. Y del mismo color dorado traía puesto un crucifijo más grande de lo normal con joyas incrustadas.
Era sin dudas una vestimenta demasiado extraña como para no haberle prestado atención anteriormente, culparé a su rostro de aquel hecho.
— ¿Me encuentras tan atractivo que no puedes quitarme la vista de encima? —Como si leyera mis pensamientos, su voz me distrajo de las prendas.
Lo fulminé con la mirada, aunque no podía negarlo.
—Nunca había visto tu uniforme —Admití mientras caminábamos.
—Es porque muy pocos llegan hasta este puesto. Soy un sacerdote.
Sólo por eso, tal vez reconsidere ir todos los domingos a misa a partir de hoy.
—Pero no uno de los que ya conoces en las Iglesias comunes, es diferente. Si los exorcistas creerían en la validez de las Iglesias nos obligarían a ir a todas las misas. En cambio sólo van algunos, más bien los que necesitan hacerlo.
—Nunca me había fijado en eso.
—Bien... pero te lo advierto, no vayas a hacerme ninguna broma con viejos verdes, ya hay alguien en el equipo que me tiene hasta la cabeza con ese tema —Rodeó los ojos, y aún con aquel gesto no dejó de verse ni por un minuto atractivo.
Dejó de caminar y se volteó, abriendo la puerta con una mano y extendiendo a la vez la otra hacia mi dirección.
Era una puerta blanca, muy extensa, parecía pesada. Esta se abrió ante mí, dejándome ver a varias personas en su interior que gritaban en coro "Bienvenida". Dirigí la mirada hacia Eloy Nolan, quien me animaba a entrar, y así hice, siguiéndome él por la espalda.
—Bienvenida de vuelta, señorita Shawin —Pronunció el director. Sólo éramos los integrantes de la élite y él, esta vez sin su pareja —Ellos son los estudiantes del equipo élite, trátense bien porque a partir de este momento serán compañeros personales —Pronunció la última palabra con mayor acentuación.