Clandestino luz y sombra

CAPITULO 9 VICTORIA

“(…) Te ahogas y arrastras

Ya no hay opción,

Sigues persistiendo

Como si ya no habría diversión (…)”

(En el borde del precipicio)

Me encontraba sobre algo blando y con uno o dos bultos. Lo primero que hice fue estirar el brazo para ver mi mano ¿Ver mi mano?, ¿Qué sentido tiene?

Recuerdo sangre... sí, sangre en mi mano, y a Peter. Pero, ¿Qué hacíamos? ¿Por qué estábamos luchando? Si eso se supone que hacíamos.

Giré la cabeza hacia un lado y lo vi recostado, durmiendo sobre una cama a mi derecha. Imágenes borrosas me vinieron a la mente, y ahora lo recordaba con claridad. Es patético creer que luchamos para aprobar la materia, sin importar que fuera de la academia nos dejamos llevar hasta el límite. Como si un extraño te dijera que luches contra tu amigo cuerpo a cuerpo. Pero lo teníamos que hacer, nuestro futuro dependía de eso.

— ¿Estoy en el cielo?

Fue lo primero que se me vino a la mente. Podría haber estado allí con las señales de una sala totalmente blanca y recuerdos de sangre.

Peter abrió los ojos, lucía pacífico en sus segundos confundido, sin recordar por un instante al igual que yo.

— ¿Estamos en la enfermería? —Dijo mientras bostezaba. Al oírlo decir esas palabras miré atentamente a mi alrededor y recapacité en la opción de estar vivos.

—Sí... —Afirmé, disminuyendo el tono de voz. Es extraño hablar con él con normalidad. Ahora que lo pienso, nunca estuvimos en un lugar los dos solos.

—Es increíble que hayamos luchado casi hasta el borde de nuestras vida —Habló con ironía. Me sentí culpable porque estaba exhausto, se nota en su voz; mientras que mis heridas sanaron rápidamente. Quizá se deba a los poderes de la elegida, porque si no fuera así ya estaría al borde de la muerte, incluso mucho peor que Peter.

Nos levantamos de las camas, a le dificultaba caminar. Nunca en mi vida había participado en una pelea, aunque siempre deseé participar en una real; para saber cuáles son mis límites. Hace unas horas participé en una y todavía sigo desconociendo cuáles son mis verdaderos límites. Debo entrenar más, mucho más.

Ambos salimos de la sala y nos encontramos con Daisy, Anelis y Nick quienes parecían estar dirigiéndose a la enfermería para visitarnos.

Apenas vernos Daisy corrió hacia nosotros y saltó para darnos un abrazo, colgándose de nuestros hombros debido a su baja estatura. Al hacerlo Peter soltó un chillido de dolor.

—Según parece no fue tan grave, sigue siendo nuestro Peter — Nick entrecerró sus ojos ámbar para sonreír.

—De carne y hueso... aunque con varios moretones y golpes —Dijo Anelis —Todavía me cuesta comprender que la causante de  "eso" fuera Grace —Me miró de arriba abajo —Y no pareces estar muy adolorida que digamos.

Los nervios comenzaban a consumirme, ¿y si descubren el secreto? ¡El director sería el que me mataría! Podría castigarme con incluir muchas más actividades como entrenamiento.

Empecé a temblar levemente, y Daisy (que ahora sólo me abraza a mí), echó todo su peso encima para comprobar si era o no cierto lo que Anelis decía.

Al hacerlo simulé un grito de dolor, procurando que no se notara la imitación.

—Lo siento —Se disculpó Daisy, soltándome y agachando la cabeza.

—No importa —Le sonreí e hice caricias a mi hombro continuando la simulación de dolor.

Todos nos dirigimos a nuestros dormitorios para concluir el día, sin embargo cuando me dirigía al mío una mujer adulta, aparentando tener unos 26 años, apareció al frente nuestro impidiendo que siguiera mi camino.

La secretaria de la academia me envió un mensaje mencionando que debía dirigirme cuanto antes a la dirección.

Ella me acompañó hasta la sala y al llegar a la puerta se apartó, dejándome sola. Decidí entrar, no tenía miedo, al contrario de cuando fui por un castigo.

El director se hallaba sentado detrás del escritorio y cuando me vio entrar me dedicó una cálida sonrisa. Se paró y nos saludamos, como ya habíamos hecho la primera vez que nos vimos, dirigiéndonos por nuestros apellidos.

A continuación me preguntó con tono preocupado sobre cómo me había sentido estos días en la academia, y luego sobre cómo experimenté las actividades de gimnasia. Los rumores de mi gran hazaña corrían por los pasillos.

Al oírme relatarlo se asombró por mi resistencia y experiencia para el combate, me felicitó y esbozó una leve sonrisa como la de antes.

Le alegró que no haya salido herida permanentemente y que sólo fueran por unos instantes. Nos despedimos agarrándonos las manos y me dirigí a mi dormitorio.

Hablar con él me recordó a mi entrada en el mundo de lo paranormal, cuando aún vivía con mis padres e iba a otra academia.

Deseé haber podido hablar más con Tannya, mi preciada y dulce amiga que nunca más la volvería a ver ni escuchar.

Por unos momentos me sentí vacía... fría y amargada de ser quien me tocó ser. Sin embargo me tranquilizó la idea que quizá algún día el destino nos reuniría de nuevo.

 

 

Abrí los ojos por el destello de una luz que molestaba. Me había quedado profundamente dormida. Me levanté, aseé y aun en estado zombie, me dirigí al aula donde estarían mis compañeros. Es difícil tomarme todo esto con calma.

Cuando entré, el curso entero pareció ponerse de acuerdo para ser irritantes por un día entero. Tan sólo entrar al salón (como el profesor de la materia correspondiente de literatura no estaba) decidieron gritar y hacer gestos de celebración ante mi llegada, referido a la victoria de ayer en combate. Más que una victoria, al increíble empate con Peter.

Era de esperar que todos se enloquecieran, nunca habían visto (igual que yo) una batalla tan épica como la que ambos ejecutamos. Era fácil mirar como espectador que participar como luchador, sentir los golpes y resistirlos hasta el final.



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En el texto hay: secretos, amor, exorcistas

Editado: 24.09.2020

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