“(…) El aire se agota, las lágrimas resbalan
Creíste que todo sería fácil,
Pensaste que valdría en vano;
Ahora quieres subir,
Probar avanzar;
Yo te diré que ya diste marcha atrás (…)”
(En el borde del precipicio)
¿Alguna vez desearon ser contenido de un libro, ser parte de su historia? En ese preciso momento no lo había pensado, no lo deseé, pero, de alguna forma, lo hice... me metí al libro.
Sentí a mi cuerpo caer y mi mente apagarse para luego brillar. Esos segundos transcurrieron como horas, horas en cámara lenta. No sentí nada. No vi nada. Y así de la nada, desfallecí. Desfallecí y aparecí de repente en otro sitio con un paisaje diferente.
Sé que ese letargo fue en realidad segundos, pero me parecieron horas... trillones de horas. Es difícil de explicar lo sucedido, ni siquiera entiendo por qué o cómo pasó.
Desperté en una zona aislada, se veía arena sin fin a donde fuera que mirases, era un desierto.
Caminé durante mucho tiempo, bastante tiempo, hasta caer de la nada. Cerré los ojos pensando en que iba a morir. Mi muerte: ser teletransportada a un desierto sin saber por qué. Causas: estaba en el aula leyendo un libro.
Caí rendida al suelo. Imágenes, estas inundaban mi mente. Pero no las imágenes que uno dice sobre ver su vida pasar ante sus ojos a los segundos de llegar al fin. Fue diferente, al menos a mí me parecía eso.
Oscuridad. Luz. Agua. Plantas. Estrellas. Animales. Polvo... Nubes.
No lo entendía. Lo veía, parecía tan real, pero el escenario estaba mudo, repleto de colores silenciosos.
A continuación vi a un hombre caminando con sus brazos y piernas, me observaba con confución. Detrás de él apareció una mujer muy hermosa. Ambos estaban completamente desnudos.
Miré a mi alrededor, allí se encontraba abundante vegetación con animales entre ella. La pureza se percibía a simple vista. Volví a girar sobre mi eje con una sonrisa en mi rostro, era impresionante, pero esa sonrisa se desvaneció al verlos de nuevo.
Aquellas personas ya no estaban a mi lado, sino alejados, muy lejos pero aún alcanzaba a verlos. Estaban con una serpiente y parecía hablar con ellos. No me importó mucho aquel detalle, sino lo que me hizo recordar la situación y el lugar en que me encontraba.
El Jardín de Edén. Adán y Eva. La Serpiente maldita. El Primer Pecado.
Corrí, no tengo idea de por qué, pero lo hice. Corrí con todas mis fuerzas, lo más rápido que pude, pero lo inevitable sucedió todavía más rápido y a medida que avanzaba los pasos mi tamaño corporal se reducía, simulando ser una hormiga corriendo en cámara lenta.
No podía ser cierto, ¡estaba dentro del libro! viviendo ante mis propios ojos el Primer Pecado.
Quería impedirlo a como dé lugar, pero llegué demasiado tarde. Tan tarde que incluso el suelo en donde pisaba ya no era pasto verde. No era nada, tierra seca que luego se fue tornando negra, tan negra hasta llegar a la nada.
Y luego... una piedra, muerte. Humanos, más humanos. Desesperación, horror. Mar, Madera. Torre, envidia. Distintos, confusión.
De un abrir y cerrar de ojos desperté en una sala blanca que ya conocía.
— ¿La enfermería? —Dije, aún confundida. Todo lo que vi pareció un sueño, pero ¿Un sueño pudo mostrarme todas esas escenas? Seguía en desacuerdo conmigo misma.
Escuché a la puerta abrirse, el director estaba allí parado junto a otra persona que lo acompañaba, ¿el profesor Bartolomé?
—Así que regresaste —Habló el hombre de mayor edad.
— ¿Regresar?
Parece como si él conociera mucho mejor lo que me sucede que yo misma.
—Lo que viste no fue un sueño —Esta vez fue el profesor quien abrió la boca, confirmando mi sospecha.
—Esperen un momento ¿Ustedes sabían que pasaría esto? — Dije dubitativa, el director sólo asintió —Pero, no lo comprendo ¿Cómo...?
— ¿Cómo es posible que puedas meterte en un libro? —Me interrumpió el director Willson —Algunos de los profesores con los que ya estuviste te pusieron algunas pruebas para verificar que eres la elegida.
Ahora lo entendía menos ¿Desconfiaban de mí?
—Por ejemplo, el profesor Pedro te puso a prueba usándote con Peter, él puede sentir las presencias poderosas, y te sintió a ti.
<<También sucedió con el profesor Jacobo, su prueba fue que tú fueras la ganadora en aquella pelea, y en cierto sentido lo fuiste.
<<Hasta llegar a este momento, con el profesor Bartolomé. Él te dio un libro hechizado, uno donde sólo tú puedes entrar y maravillosamente pasaste la prueba.
—El libro... ¿Se trataba sobre el principio de los tiempos? ¿Adán y Eva? ¿El Arca de Noé? ¿La torre de Babel?
—Sí, felicidades, recibiste un 10. Antes de desmayarte les dije a todos que para la próxima clase escribieran un argumento sobre el contenido del libro.
Ellos se marchar de la enfermería e imité su acción. El director me había advertido sobre algo muy importante, algunos de los profesores de las siguientes materias me pondrían a prueba. Una prueba que me puede costar la vida.
Me dirigí hacia el comedor para encontrarme con mis nuevos amigos, y al llegar como siempre lo suele hacer, Daisy se abalanzó sobre mí. Tuve que ponerme firme para no caer, aunque no me tomó tanto trabajo ya que Daisy es liviana como la pluma misma.
— ¡Grace! ¿Qué te sucedió? ¿Te sientes bien, estás mejor? — Me bombardeó con preguntas. Estaba gritando pero no lo suficientemente fuerte como para que todos nos prestaran atención.
—Sí, Daisy... ¿Podrías dejar de sujetarme por tan sólo un momento?
Le rogué, traté de decirlo lo más suave posible buscando las palabras precisas, pero no salió del todo blando.