“(…) No quieres pasarlo de nuevo,
No, dices otra vez,
Pues entonces salta,
Otra cosa no tienes que hacer (…)”
(En el borde del precipicio)
La volví a ver, y tal como dije antes, su voz sonaba familiar. Demasiado como para ser real (pero quién soy yo para estar hablando de la cordura). No sólo tenía una voz que me resultaba muy familiar, también su apariencia, la misma apariencia que conocí al momento de nacer.
—Increíble —Solté en seco, y mi voz por poco no fue tapada por la lluvia.
Aquella persona sobre la espada de grandes metros, no era ni más ni menos que… ¿yo?
— ¿Quién eres?
—Tu "yo", como acabaste de pensar.
Se le escuchó hablar más fuerte.
— ¿Pero cómo puedes...?
— ¿...Escuchar tus pensamientos? —Terminó la frase —No tengo tiempo para explicarlo, pero te diré que no los "escucho", los entiendo porque soy tu "yo".
— ¿M-Mi yo? ¿Sabes? ¡Ahora mismo logro entenderlo menos! Peor que menos ¡Nada! Realmente nada.
—No tienes tiempo para enojarte.
Se bajó de la espada, realizando un largo salto para estar parada a mi lado, mirando hacia atrás.
—Ya llegaron.
Simplemente esa frase bastó para que me diera vuelta, mirando a la misma dirección que ella.
— ¿Quiénes son ellas?
Enfrente nuestro aparecieron figuras de colores, moviéndose, peleando entre sí muy ágilmente.
—La pregunta correcta no es quiénes son, sino...
—...Qué son.
—Estás entendido. En fin, aquellas figuras también eres tú.
¿Más como yo? ¡Ya me bastaba con sólo una!
—Pero no somos como una figura sólida. Somos fragmentos de ti, y a la misma vez te damos forma. Resumiendo, tú eres el cuerpo y nosotras los complementos.
— ¿Complementos?
—Somos las decisiones que tomas. Ya sea impulsada por algún sentimiento o cualquier cosa que provoque hacerlas.
—Decisiones...
—Sí, como verás, cada una de nosotras está envuelta con un único color, tanto en nuestra vestimenta como cuerpo.
—Pero... tú no eres de un sólo color.
La volví a mirar, pero esta vez lucía del color ámbar.
—Exacto, ahora logras ver mi aspecto original. Soy tu cordura.
— ¿Qué dices? ¿Cordura?
Asintió.
—Aunque sólo existimos en la mente de la elegida.
—Entonces, ¿Qué es este lugar?
Me parecía incómodo tener que dirigirme a ella como cordura, sonaba extraño, pero no lo diría por temor a armar líos.
Se rió, recordé que puede comprender cómo me siento, y de esa forma sabe qué es lo que pienso.
—Este lugar es tu "mente", estamos dentro del inconsciente —Volvió a reír, era algo extraño escucharme reír a pesar de que no lo esté haciendo.
—Cordura, y si estamos en el inconsciente ¿Por qué aparecieron la doctora y mi madre, además de la psicóloga?
Recapacité que en realidad nunca vi a nadie aparte de ésas personas en estas tres semanas, ni siquiera a mi propio padre.
—Ellas nunca estuvieron aquí, se trataban de otras personalidades. Pero se mostraron de aquella forma porque en aquel momento debías vernos dasí, no podíamos arriesgarnos a decirte dónde estabas...
— ¿Por qué? —Otra vez la volví a interrumpir, e hizo una pequeña mueca.
—Parece que "interrupción" está ganando la mayoría de las batallas —No sabía exactamente lo que eso significaba pero no pude evitar sonrojarme —En fin, fue porque no habías recuperado todo tu vigor. Es más, ella se desmayó y no estuvo disponible hasta ahora.
— ¿Cómo funciona todo esto? —Pregunté.
—Pues... en el instante en que tienes que tomar una decisión, nosotras luchamos entre sí.
<<Por ejemplo, estás en una panadería y no sabes entre qué elegir, mientras tanto aquí, dulce y salado pelean.
Esos nombres me parecieron absurdos.
—Cuando una de ellas gana, eliges lo que ésta desea. Pero si luego de su batalla, salado la sorprende con un ataque consiguiendo tocarla, la batalla empezará de nuevo.
<<Las batallas aquí pueden durar días (si contamos el tiempo como los humanos), pero en su mundo por así decirlo, es cuestión de milisegundos. El objetivo por el cual existimos es luchar para cumplir un deseo.
—Ya veo... ¿Entonces quiénes son ellas?
Señalé a las únicas luchadoras que me permitían ver. Una lucía de color blanco, mientras que la otra, su opuesto, el negro.
—Ellas... la de blanco es tu parte humana, mientras que su oponente es la elegida. En tu mundo estás en un estado de coma porque ellas están luchando, pero advierto que su lucha será infinita, nunca terminarán ni se podrán ir de aquí. No hasta que tú hagas algo.
— ¿Yo?
—Sólo tú puedes ganar esta batalla y así despertar.
— ¿Cómo lo haré?
—Escogiendo. Nuestra vida entera estuvimos haciendo eso por ti, pero ahora tú debes hacerlo por todas nosotras.
— ¿Por qué lo hicieron todo este tiempo?
—Ya lo dije, para cumplir nuestro objetivo.
—Pero tiene que haber algo detrás de eso.
—Esa es la verdad. Sólo lo hacemos para cumplir nuestro objetivo. Sino lo cumpliríamos, el cuerpo terminaría en un estado "vegetal", como lo llaman ustedes.
—Así que lo hacen por...
—Tí.
Lo hacen para protegerme. Lo hacen para salvarme.
—Es verdad... aunque en este momento para poder protegerte sólo tú puedes intervenir. Tomando una única decisión que también nos salvará a todas nosotras.
—Pero ¿Cómo puedo hacerlo? Ustedes son las que hacen las elecciones, yo no puedo...
—Mira, ella... —Señaló al complemento oscuro —Sólo es la que realiza los poderes de la elegida, pero tú eres la verdadera. Sólo la elegida tiene la voluntad necesaria para poder realizar una única opción.