Clandestino luz y sombra

CAPITULO 20 SALIDA

“(…) ¿Qué no es suficiente?

 Están en tu cabeza,

 tu mente ya no te deja razonar

 como tiempo atrás.

 Ya no eres el mismo y lo saben.

 Ya no piensas igual que antes (…)”

(Intentando el vacío)

Estábamos ya en Agosto, de los últimos meses de invierno.

Detesto el invierno, para lo único que es bueno es en crear nieve para así disfrutar haciendo muñecos y ángeles de nieves, sin hablar de las peleas con bolas de nieve… aunque en mi país nunca ha nevado.

Entonces para lo único que está el invierno es morir de frío, enfermarse y no tener ánimos para levantarse de la dulce y cálida cama. Me resfriaría sólo para estar con ella... no, en realidad no tengo muchos ánimos para estar enferma. Me levanté de muy mal humor y lo reconozco bastante.

Me dirigí al aula cuando me encontré por el camino a Daisy y Anelis vestidas con ropa casual, dirigiéndose al exterior de la academia. Por primera vez las veía con ropa ordinaria, vistiendo abrigos coloridos en vez del uniforme ocasional de saco azul marino, camisa blanca y falda negra, al igual que el can-can y los zapatos.

—Oigan... ¿Qué les parece que están haciendo? Alguien podría verlas así —Les advertí y ellas se voltearon.

— ¿Grace? ¡Buenos días! —Daisy destellaba de alegría, y aquella campera polar rosita intensificaba su aspecto tierno.

—Fuimos a tu habitación pero no respondías a la puerta —Anelis agachó la cabeza, disculpándose, y al hacerlo casi se cayó su gorro con pompón.

— ¿Para buscarme? Esperen ¿Por qué están vestidas así? En un rato las clases con el profesor de geografía van a empezar.

Coloqué mis dos brazos en la cintura.

—Grace ¿Acaso nadie te dijo nada?

— ¿De qué me están hablando?

Anelis soltó una carcajada —Estamos en el 15 de Agosto, el día de la asunción de la virgen. Y eso significa que no hay clases.

— ¿No hay clases? ¿Es en serio?

Daisy se sumó a la risa, me hace feliz que se esté integrando al grupo. La primera vez que la vi recuerdo que era muy tímida, y ahora nos habla a todos con normalidad. Igual que yo.

—Es decir que me levanté temprano y vestí el uniforme para nada...

Esto empeoraba mi mal humor.

—Otra razón por la que nos rendimos en buscarte. Para ser precisa sólo tocamos una vez a tu puerta. No sabíamos si estabas despierta... —Daisy esbozó una gentil sonrisa ¿Cómo enojarme con esa criaturita?

— ¿Y… si podían despertarse tarde, por qué están levantadas?

—Daisy quería salir a caminar.

— ¿A las 6:45 de la mañana?

Los horarios de la academia cambiaban dependiendo los días, a veces cursábamos turno tarde y otros a la mañana.

—Es bueno para el organismo —Se excusó la rubia de baja estatura.

— ¿Puedo acompañarlas? ...Para aprovechar que ya me levanté... si no soy un estorbo.

—Claro, no necesitas pedirlo. Eres nuestra amiga después de todo —Anelis sonrió, su sonrisa es encantadora y la de Daisy angelical. Si ambas llegasen a sonreír así cuando pidieran algo, serían imparables.

—Está bien, entonces ¡A la marcha! —Señaló a la puerta del exterior.

— ¡Alto!

— ¿Qué sucede?

—Me tengo que cambiar de ropa... es incómodo salir a caminar con el uniforme puesto, y más con la falda.

—Está bien, te esperaremos aquí.

— ¡Regreso pronto!

A pesar que avisé que regresaría rápido, tardé más de lo esperado en elegir la ropa. Metí ropa limpia y cómoda para salir en una mochila como ellas; así luego de caminar, correr o trotar me cambiaría en algún baño de alguna tienda.

Salí corriendo hacia ellas, tropezando un par de veces.

— ¡Siento la espera!

—No grites, Grace, algunos duermen —Anelis parecía cansada, pero no cambiaría de opinión sobre salir afuera, cuando se proponía algo lo cumple a toda costa.

—Tardaste mucho.

—De verdad, lo siento...

Ellas me sonrieron en señal de aceptar mi disculpa y caminamos en dirección a la salida de la academia.

Hace bastante tiempo que no salía de allí. Lástima que a pesar de eso no puedo visitar a mis seres queridos, ya que si los espíritus o demonios nos ven podrían atacar.

Encontramos la carretera que frecuentan los atletas para salir a caminar. Generalmente no pasan autos por aquí, y es un camino aislado.

Empezamos a elongar como parte del calentamiento.

Anelis reveló la verdadera razón por la cual decidieron hacer ejercicio: Daisy necesita entrenar para no quedarse atrás y ser nada más que un estorbo. Era su decisión y no pudimos hacer nada al respecto. Así que decidimos tomar el camino más largo.

Terminamos realmente exhaustas por el ejercicio, y nos adentramos a una cafetería cercana al final de la carretera. Por suerte nos pudimos cambiar y arreglarnos en su baño. Nos sentamos en el exterior, y de inmediato entregaron los menús. Las chicas querían seguir disfrutando del aire libre, y continuar caminando pese al frío. Terminamos dentro de un parque.

Realmente se estaban divirtiendo, y yo nada más me preguntaba si el director Willson me habría permitido salir de la academia. Tal vez no me avisaron sobre el día libre intencionalmente.

Primero nos subimos a un carrusel, sí... algo infantil pero muy divertido. También a los autitos chocadores, terminé recibiendo todos los choques ya que no conseguí aprender cómo se hacía para conducir y Anelis nos dio una paliza a las dos.

No faltaba subirnos a la montaña rusa, aunque al principio dudaba si realmente acompañarlas allí o quedarme abajo.

Me sorprendió que Daisy soportara las subidas y bajadas continuas, y que al bajar yo fuese la única que devolvió su alimento.

Pasamos la tarde entera dentro de aquel parque de diversiones, sin embargo, Anelis y Daisy querían ir a un juego más: la rueda de la fortuna.



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En el texto hay: secretos, amor, exorcistas

Editado: 24.09.2020

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