“(…) Y tú, sigues conectado,
aislado de todos,
intentando callar las voces
con otras melodías... (…)”
(Intentando el vacío)
Ya habían pasado los respectivos días para el gran baile, el cual se celebrará en uno de los salones que hay en la escuela, uno del que nunca entramos porque es especialmente para los bailes o algún acto de ceremonia.
El primer día que entramos a la academia nos vimos obligados a dejar cualquier rastro de nuestra vida pasada, ni siquiera celebrábamos nuestros cumpleaños.
Supongo que este baile es una forma para despejarnos a todos y disfrutar antes de la gran batalla que se avecina con mi presencia en el campus.
—Grace, ya estamos listas.
— ¿Por qué rayos no tocan la puerta antes de entrar?
—Porque... somos amigas —Daisy inclinó unos centímetros la cabeza.
— ¡Eso no es excusa! ¡¿Qué pasa si me encontraban desnuda?!
—Grace, Grace. Cálmate, no tienes que tener vergüenza, somos mujeres, y nos conocemos.
Mi reputación está en juego, pero lo dejaré pasar esta vez.
—Y Grace, cuida el vocabulario. Acuérdate de que ya no podemos decir insultos.
Cierto, regla básica de un exorcista.
—Que yo sepa la palabra "rayos" no es un insulto u ofensa. Simplemente es un proceso natural... luces en el cielo con extraña forma para ser más concreta.
Le saqué la lengua. Eso tampoco es un insulto u ofensa... verbal. Y terminamos riéndonos. Vaya momento.
— ¿Estás lista?
—Oh, estaba en ello. Me falta arreglarme el cabello.
—Déjame ayudarte.
Y de un segundo a otro Daisy se acercó hacia mí.
—Oh-Oh —Anelis ladeó la cabeza hacia los lados.
— ¿Qué sucede?
— ¿No te maquillarás?
—No.
— ¿Por qué no?
—Porque simplemente no me agrada la idea de ponerme pintura en el rostro.
— ¿Eh?
—Claro, ponerme pintura en el rostro... maquillarme, es lo mismo.
—Pero la pintura de las paredes no es lo mismo que para el rostro.
—Yo nunca dije que me refería a las paredes.
—Sólo déjame hacerlo.
— ¡No! —Me alejé, interrumpiendo lo que Daisy me hacía.
— ¿Qué hay de malo? Tampoco es como si te pintaría como payaso, tengo mucha práctica con estas cosas.
—Es que... no sabría explicarlo. Me da asco cuando me maquillan, es decir... la pintura entra a los poros, el delineador está muy cerca de los ojos y al ponérselo no tienes que pestañar porque si no se arruina o ¡Te pueden clavar la punta del lápiz a ti!
—Así que... para tener que estar incómoda... no, mejor olvídalo.
—Vamos, déjame hacerlo sólo un poco. No te deliñaré o pintaré las mejillas si eso es lo que quieres ¡Pero déjame hacerlo!
Por experiencia sé muy bien que Anelis terminaría ganando, o de no hacerlo me ataría con cuerdas, así que mejor rendirse.
—Está bien...
— ¡Sí! Empecemos.
Me pintó los párpados de un celeste opaco, los labios de rosa claro y una pizca de brillo en las mejillas. Brillo... no me agrada.
A Daisy de vez en cuando se le enredaban algunos dedos en mi cabello. A pesar de ser liso, siempre aparecen nudos allí.
—Listo. Aunque… es una pena, te quedaría mejor con los ojos deliñados, aprovechando tus hermosos ojos celestes —A pesar del cumplido puse mala cara.
—Es verdad... —Daisy acabó con lo suyo y opinó... Rayos.
— ¿Ahora tú también, Daisy?
—Guarda ese mal humor, es hora de ir de fiesta.
Listo, ya no hay marcha atrás... es increíble que aún siga repitiéndome la misma frase una y otra vez desde que Anelis terminó de maquillarme. Aunque... estoy temblando... ¡No sé por qué lo hago!
—No tengas miedo, sólo respira con calma y disfruta el momento ¿Sí?
Asentí con dudas al respecto.
—Nada de respira ni de qué respiras: Yo tengo la solución.
¿Tal vez Anelis fuma hierba y me quiera convidar? Rayos, en qué estoy pensando...
—Oye —Se acerca hacia mí —Sabes que habrán chicas ¿Verdad?
Asentí a lo evidente y millones de veces muy aclarado con todos los detalles por Nick.
—Pues... lo siento por decírtelo y provocarte un choque contra el piso al caerte de las nubes y luego por ponerte en shock al sacarte de la luna.
Y así empieza su gran y enredada cadena.
—Pero, también hay hombres, y algunos son atraídos por mujeres.
Y Peter también es hombre. En vez de darme energía me desmotivó aún más ¿Y el porqué de mi desconfianza? Porque no sé bailar, socializar, sonreir…
Tomé una bocanada de aire y disimulé estar lista.
—Ok ¡Allá vamos! —Las agarré de los brazos y las conduje hacia el salón.
Una vez adentro se escuchaba abundante música por doquier, globos volando y cayendo sin parar ¡Esto sí es una fiesta! Además del humo artificial y de colores que lanzaban unas máquinas, y papelillos... Mi corazón empezaba a latir al ritmo de la música.
Ahora sé por qué las aulas están tan destrozadas. Además de gastarse el presupuesto en el comedor y la entrada para disimular una academia normal, también lo gastan en hacer una fiesta.
Otra duda surgió en mi mente: ¿Cómo se supone que encontraremos a los chicos?
— ¿Por dónde empezamos? —Pregunto.
— ¿Empezar? —En vez de responder, la castaña hizo una contra pregunta, vistiendo un gran escote en v y aquel vestido ajustado a su refinada figura. Si su intención es llamar la atención, hizo un muy buen trabajo.
—Sí... para buscar a los chicos.
No estaba muy segura si mi voz se oiría por la música.
—Que ellos nos busquen, yo voy a bailar.
—Ok...
Apuesto que en cualquier momento terminará sentada en la barra de bebidas.