Clandestino luz y sombra

CAPITULO 34 TENTACION

“(…) ¡Oh, Bailarina!

Ya no tienes familia,

sonríe e imagina,

no te pierden de vista (…)”

 

No podía evitar sentir dolor por lo que estaba haciendo, aunque realmente no era yo la víctima.

Oía las gotas caer al piso, ensuciándolo.

No podía creer lo que estaba haciendo. Otra vez caí en la redes del mal, a la oscuridad.

—Pe-Peter... —Escuché a Anelis suplicar. Yo seguía mordiendo.

—Por favor... suéltame, no se lo diré a nadie... ¿Sí?

Mi boca ocupaba casi todo su brazo, en la parte del codo. Seguro que le dolía aún más que a mí.

No podía soltarla, o quizá no quería. Pero ella con su otra mano empezó a frotarme la cabeza, haciendo leves caricias. Aquello me ayudó a tranquilizarme, y la solté, alejándome rápidamente.

—Peter... no es tu culpa —Dijo apenas soltarla —Sé que no quisiste hacerlo... a nada de esto.

Se estaba acercando cada vez más a mí.

— ¡Vete! Puedo matarte.

—No lo haré, Peter. Y tú no lo harás... Soy yo, Anelis.

—Aunque esté consciente, no logro controlarme del todo —Gruñí.

—Confía, Peter. Sólo confía.

— ¿En quién?

—En ti... en mí.

Me abrazó. No pude evitar soltar las lágrimas. No pude contenerlo con todo lo que está pasando.

—Lo siento... —Solté entre sollozos.

—Tú no debes decir eso —Susurró.

—Sí debo...

— ¿Por qué? —Quise saber, el haberla mordido ya era suficientemente malo.

—Por esto.

Me soltó y acercó su cabeza con la mía, para luego juntar nuestros labios... me quedé atónito. No comprendía por qué lo hizo. Pero, fue placentero. No era lo que yo quería, ese beso me contradecía. Sin embargo aquel sentimiento de romper las reglas con lo que en verdad sientes, a pesar de saber que está mal… lo disfruté.

Me despegué unos centímetros de ella.

—No hay razón para hacerlo —Susurré agitado.

Proseguimos con aquel beso apasionado y salvaje. No nos despegamos, y nos llevamos por la lujuria. No tengo noción de lo que en verdad hicimos, y por qué.

De un momento Anelis ya no traía su saco puesto y me observaba con deseo. Al cual que mi demonio interno, no pudo resistir.

 

 

Grace…

Había regresado a mi "habitación". Al menos allí creo estar más segura que afuera de la casa o lo que sea que fuera esto. Lo peor que me podría pasar ahora es estar en el exterior, rodeada de demonios, sabiendo que yo soy la elegida para acabar con ellos.

Creo que estoy empezando a pensar que esta vez no escaparé de aquí... al menos no tan fácilmente.

—Linda vista, ¿No?

Me sobresalté al ver a Satán aparecerse en frente de mi como por "arte de magia". Cierto, si él es el Dios del infierno... cómo no poder aparecerse de la nada, adelante de alguien así y nada más.

— ¿Asustada?

Lo miré cansada.

—Parece que ya no intentarás escapar.

— ¿Qué te hace pensar eso?

Rió a carcajadas. Durante un segundo tuve la esperanza de que se atragantara con su propia saliva. Pero luego recordé que esa sería una muerte demasiado ridícula para alguien que sufrió varios intentos de asesinatos y todos fallados.

—Tu mente es muy divertida, Grace.

— ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me llames Grace?

— ¿Entonces prefieres muñequita?

Lo miré enfurecida.

—Bien... ¿Nena? ¿Bebé?

Lo miré con desganas, rodeando los ojos.

—Vamos, en la tierra usan esos apodos para referirse a las chicas lindas.

Bufé —Si quieres decirme un piropo sólo hazlo, no le des vuelta.

— ¿Así que aceptas un cumplido?

Rió. En serio, ¿No se puede morir de una vez por todas? Al menos moriría feliz, algo que nadie se esperaría de Lucifer.

—Dime Grace, ¿Por qué te resistes tanto? ¿Qué es lo que te sigue atando a esa estúpida tierra? —Su tono de voz cambió a una seria.

Dudé en contestarle por unos segundos, pero luego decidí en seguir manteniéndome firme. Si me escaparía de aquí no hace falta en decirle nada. Y menos si respondiéndole llega a poner en riesgo a las personas que amo. Quién sabe qué puede hacer éste psicópata, su cerebro es más descabellado que el mío.

—Um, ¿Así que el amor, eh?

Olvidé que puede leer mis pensamientos.

—No suponía que amabas tanto a alguien. Déjame informarme más sobre aquello, ¿Sí?

Dio un paso hacia mí, acercándose cada vez más.

— ¿Qué pretendes hacer? —Titubee.

—Quiero saber qué tan enamorada estás de esa persona, o cómo es. Cosas así —Sonrió con ironía.

—Sea lo que sea que quieras hacerme, ya puedes parar, porque no extraerás nada de mí.

—  ¿Segura?

Una vez lo suficientemente cerca, apoyó sus dedos pulgares sobre los costados de mi cabeza y sus ojos se tornaron de un bordó brillante.

Sentí repetidas pulsadas de dolor, provocando que jadee.

—Mientras más te resistas más dolerá. Eso ya deberías de haberlo supuesto.

—No importa cuánto duela… no lograrás tu cometido —Arrastré las palabras, apretando con fuerza mis dientes.

—Pero Grace, sabes que lo voy hacer.

Negué y cerré los ojos.

—Grace, tu obstinación me excita —Rió con tanta fuerza que me aterraba abrir los ojos y volver a ver los suyos —Grace, Grace...

Pronunció mi nombre con un tono musical. Sentí un escalofrío recorrer por la espalda.

—Obedéceme.

Su voz y actitud cambiaron completamente. Parecía otra persona: más fría y temible... y aunque no quiera admitirlo había algo en él que me atraía y seducía de todas las formas posibles.

Me invadió un sentimiento de nostalgia y melancolía, provocando sentir mucho frío. No tengo idea sobre qué se supone que es esta sensación, pero siento una fuerte necesidad de buscar cualquier cosa que transmita calor.



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En el texto hay: secretos, amor, exorcistas

Editado: 24.09.2020

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